Charl Schwartzel, Chaqueta Verde 2011

Charl Schwartzel celebra su victoria
Ni el mejor guionista cinematográfico podía haber escrito el desarrollo de la recién acabada edición del Masters de Golf, y menos el final. Era poco imaginable pensar que un jovencísimo, aunque grandísisimo jugador, como el norirlandés Rory MacIlroy, propenso a coger pájaras -que imagen mas tremenda ocultando su cara de su desolación apoyado en el driver antes de salir en el hoyo 14-, pudiera desinflarse como lo hizo en la última jornada, aunque ya le había sucedido en otras ocasiones, pero con menos colchón de golpes sobre sus seguidores. Tampoco era imaginable que el único norteamericano que se sumó a la fiesta, Tiger Woods, tras hacer lo más dificil en la segunda vuelta del tercer día y primera del cuarto cayera al final, pero lo que superó con creces fue el desarrollo de los cinco últimos hoyos y el final, como dice hoy Juan Morenilla en su crónica en El País Hitchcock juega al golf

En ese momento llegó a haber hasta seis jugadores empatados en cabeza, y ocho metidos en un golpe de diferencia. Cualquier cosa podía pasar. Se había visto que el argentino Ángel Cabrera venía dispuesto a todo, que un australiano genial como Jason Day realizara golpes sublimes, que viniendo desde atrás el también australiano Adam Scot enlazando berdie tras berdie se sumara a la fiesta, o que el inglés Luke Donald, el más elegante de los jugadores del circuito, o el propio Geoff Ogilvy, también australiano, quisieran competir con todos, pero surgió la figura de un genial Charl Schwartzel. El sudafricano pudo con todos y se lanzó desde el primer  hoyo al ataque y entre berdies e eagles enlazó uno de los mejores finales de la historia del Masters para terminar por obtener un triunfo sensacional e inesperado por como se desarrolló. El sudafricano pudo con todos.

Lo que ha hecho Charl en Augusta ya ha pasado a la leyenda del torneo, por eso este Master junto al otro grande, el British, -hoy llamado Championship- son los dos torneos mas míticosde los cuatro que conforman el grand slam de golf. Hay pocas competiciones deportivas que en menos tiempo de duración provoquen emociones y sensaciones tan fuertes entre jugadores y público como estas dos y ellegandoi a conseguir que olvides nacionalismos y sufras y disfrutes con el deportista en cada momento de su recorrido.

Se había criticado mucho en esta edición el lento estado de los greenes, lo alto que estaban los roughs y lo poco que entraba el agua en juego, pero aún así los organizadores no se podían imaginar que esos ocho jugadores el último día, y algunos mas como Lee Westwood o el veterano Fred Couples, compitieran contra el campo y su leyenda como lo hicieron. Hasta Álvaro Quirós los dos primeros días, y Sergio García en una segunda vuelta magistral el viernes estuvieron a punto de liarla, pero ni ellos ni Miguel Ángel Jimenez, el mejor de los cuatro españoles pudieron con el Campo. Chema Olazábal es un caso a parte porque él ya no tiene que demostrar nada puesto que ya ganó en dos ocasiones la chaqueta verde y siempre va a disfrutar de momentos inolvidables, pero Miguel Ángel tiene que saldar una cuenta con ese campo, y no me refviero a ganar, creo que está capacitado para ser un Top 5. Sergio y Alvaro tienen tiempo si se concentran a fondo y se preparan sicológicamente de emular los logros de Seve y Chema.

Phil Mickleson hizo los honores de apertura y clausura. La primera por ser el último ganador le correspondía ofrecer la cena de gala que, en homenaje a Seve Ballesteros, consistió en productos españoles como paella, tortilla española, jamón y demás lindezas culinarias de nuestro país, y como acto final imponer la chaqueta verde que consagra al ganador del Masters 2011, este año el sudafricano Charl Schwartzel. 

Mickleson pone la chaqueta a Schwartzell, vencedor de 2011

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