Una noche de Otoño (II)

La cena

Al verla sentí un escalofrío, un calambre… Me sentí Toni frente a María en el baile del Gimnasio; todo se nubló, nada existía en el salón cuando levanté la vista. Solo pude hacer un saludo con un gesto que ella me devolvió.



Cuando pude reaccionar les pregunté a Pedro y a Conchita quienes eran nuestros compañeros de mesa y vagamente me contestaron “Alguien de protocolo del Govern”.

Joaquín, tú sabes que mi timidez me ha hecho perder oportunidades, pero en ocasiones -ya me conoces- soy algo impulsivo. Al acabar los discursos los “acompañantes” se fueron con el President Matas pero ¡ella no se iba! se quedó sola, abandonada…; “¿No se iba con ellos?”. Tras unos instantes de duda un resorte imposible de detener hizo que me levantara para ir a sentarme a su lado su lado.

La melena de color castaño con algún reflejo mas claro le caía ondulándose por los hombros. La piel blanca, tersa y suave sin apenas maquillaje que se dejara notar. Un ligero y fino color negro de lápiz rodeaba sus ojos, oscuros y profundos como el mar que amaba. La nariz, también mediterránea, recta y helénica. La boca estaba delimitada por unos labios perfectos de tamaño y dibujo con un ligero brillo. Al abrirse se mostraba franca, similar a la de Julia Roberts, pero menos exagerada. Además del rostro lo que mas me llamaba la atención, y lo sigue haciendo, era la profunda belleza de sus ojos; intimidan realmente por su expresividad y acompañaban el gesto de alegría cuando su boca se abría para sonreír y mostrar lo que Víctor Manuel bautizó en una ocasión como una hermosa nube blanca refiriéndose a la sonrisa de Ana Belén.

El cuello, largo y elegante no portaba ningún adorno. Las manos suaves y cuidadas reposaban sobre la mesa mientras en alguna ocasión sus largos dedos jugaban con un anillo, un bolígrafo o algún objeto de la mesa de forma distraída.

Era curiosa la serenidad con que se manifestaba; apenas hacía énfasis en sus comentarios simplemente los apoyaba con un ligero movimiento de las manos, mas bien era la expresión de la cara la que reafirmaba sus comentarios o con la que mostraba interés por lo que escuchaba. Vestía una camiseta blanca bajo un traje de chaqueta azul oscuro de finas listas y zapatos oscuros.

Y ahí, amigo mío, empiezo experimentar unas maravillosas sensaciones que me acompañan desde entonces, pero no adelantaré acontecimientos porque ahora habla ella. Me gusta imaginar como vivió ese día hasta el encuentro, quizás fue así:

Me había levantado, como todos los días, alrededor de las 6 de la mañana para vivir una larga jornada que, como siempre que no había algún acto protocolario, finalizaría alrededor de las 3 de la tarde.

Era viernes y quizás el último fin de semana que podría disfrutar del buen tiempo e ir a pescar con la barca. La mañana transcurría con normalidad, como cualquier otra, hasta que a mediodía me llamó el “jefe” para darme la mala noticia: La Ser estaba celebrando esos días su Asamblea Anual en Ibiza y por la noche se ofrecía una cena oficial a la que iba a acudir el President Matas y puesto que la Presidenta del Consell no podía asistir le tocaba a él representarla y tenía que acompañarle.

¡Joder, a la mierda el fin de semana!,… Y ahora a sacar los billetes, organizar viaje, etc. Me pide que le cambie el vuelo ¡hasta dos veces! Para que al final me diga que coge un vuelo particular. Me ofrece ir con él pero algo me dice que lo rechace. Yo iré en vuelo comercial por delante y nos encontramos en el hotel.

Como deprisa, vuelvo a casa, cojo lo necesario y regreso a la oficina por si hay alguna novedad. De ahí al avión. Al menos regresaría el sábado por la mañana y tendría tiempo para descansar el resto del sábado y el domingo.

El vuelo es muy breve, pero al llegar a Ibiza siento una extraña, pero cálida sensación mas allá de lo familiar que me resulta la isla. No se describir, pero resulta agradable. Llego al hotel y tras registrarme subo a la habitación, me ducho, me cambio de ropa y… suena el teléfono; ¡No me lo puedo creer!… al final no puede venir el “Vice” porque hay niebla en Palma y no puede salir su vuelo. Me he quedado sola con el personal del Govern; ¡Que remedio! veamos como se presenta la noche y tras la cena vuelvo a la habitación llamo a María Antònia, echamos una risas y mañana a primera hora de vuelta a casa…

A las 20,00 horas hay que estar en el cock-tail de bienvenida. Me quedaré con el personal del Govern porque no conozco a nadie. Por suerte esto va a ser breve porque el President se tiene que ir pronto. ¡Cuanta gente hay…! así que aquí están todos los jefazos de la Ser… Ahí están Polanco y Cebrián, pero no veo a nadie mas… ah sí, ahí está Àngels Barceló… Tras una copa de vino entramos en el salón. Me siento con los miembros de protocolo y seguridad y con algunas personas del departamento de relaciones Públicas de la SER  y han dejado un hueco libre.

Veo entrar a Iñaki Gabilondo con Carles Francino, este parece mas alto de lo que creía, y un acompañante rapado –que curioso lleva un traje parecido al mío. Parece que esto va a empezar, ¿pero no se sienta nadie mas en la mesa? Estaremos menos apretados.

El “rapado” que iba con Francino se ha sentado en nuestra mesa delante de mi… Me saluda, le respondo. Apenas hablamos nadie de la mesa. Antes de que se sirva la cena se producen los discursos protocolarios. El President se va a Roma. Ahora llega lo peor porque se van todos y me dejan aquí sola en una mesa con gente a la que no conozco. En cuanto me acabe el helado me marcho. ¿Qué dice el rapado? Se ha levantado y viene hacía aquí: “No te vas a quedar sola, te acompaño en los postres”. Parece amable…

Joaquín; esto es lo que la mente me hace crear como real, pero verás que no hay sensaciones, no hay emociones porque son intransferibles y no puedo entrar en ellas porque es una mujer muy reservada, prudente, discreta y con mucho tacto, que solo con el tiempo, y muy lentamente, se va abriendo cual rosa que muy despacio y solo con el calor del sol de la confianza va mostrando cada uno de sus pétalos dándote a conocer sus aromas,…

El tiempo se había detenido, no existía el reloj…

(Continuará)

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