Una noche de Otoño (III)

El Teatre del Liceu

La conversación fluía rápida; el trabajo en el Consell, en la radio, el mar, la música… ¡oh si, la música, ya sabes! Descubrimos que nos gustaba el mismo tipo de canciones y ritmos. Yo le hablé de Neil Diamond, de los Moody Blues, de Simon & Garfunkel,… ella me habló de Michael Bublé y de Eros Ramazzotti. Me contó su intención de ir al concierto del croner canadiense en Barcelona. Tenía toda la información del concierto de Madrid y nos comprometimos a contarnos al día siguiente los conciertos de cada ciudad.

Me contó que se había lanzado a comprar las entradas de forma impulsiva para el concierto del 12 de diciembre en el Palau San Jordi, el día de su cumpleaños. Yo le ofrecí la posibilidad de venir al de Madrid y comparar los dos conciertos. Hace unos días me dijo que tenía que haber insistido mas porque se arrepentía de no haberlo hecho, pero aquél 13 de diciembre en el Madrid Arena yo la sentí a mi lado y ella me confesó que “estuvo conmigo”.

Cuando quisimos darnos cuenta habían recogido las mesas y estaban apagando las luces. Le animé a tomar una copa en la terraza de la piscina, pero tenía que levantarse temprano. Yo me hubiera pasado la noche conversando y la hubiera acompañado al aeropuerto al día siguiente. Quería retener cada instante de esa noche, de esa conversación. Todo era mágico. Cruzamos el jardín que separa los dos edificios del hotel y la acompañé al ascensor, y ¿sabes?: No recuerdo si le di un beso de despedida.

Al día siguiente al bajar a desayunar la busqué con la mirada, pero no la encontré.

El estrambote

El lunes 31 fue un día extraño, vacío, pero tenia que centrarme en la entrega de los Ondas que se celebraba el jueves, así que tras despachar los temas atrasados por la semana de ausencia me puse a cerrar los flecos pendientes de la Gala en el Teatre del Liceu de Barcelona.

El jueves 3 de noviembre a las cinco de la tarde había quedado en el teatro con los fotógrafos para ver el lugar asignado a la prensa y los ángulos adecuados para su trabajo. Era pronto y me encontraba solo en la platea. En el escenario, un piano y en ese instante se oyó una voz que decía: “Orozco y Silvas a probar”.



Con los primeros compases de “What you are made of” me quedé parado, petrificado; me dejé caer en una butaca. La emoción era intensa. Mi mente se fue a con ella, y sentí la fuerza de su presencia a mi lado, solos los dos en la platea. Acabando la canción que interpretaban a dúo Lucie Silvas y Antonio Orozco a él le dio un ataque de risa y tuvo que parar. Se fijó en el único espectador del ensayo, me miró y dijo “¿Estamos bien, verdad? hay magia”.

Como hubiera disfrutado ella esos instantes. Repitieron la prueba y me dije que de vuelta a Madrid tenia que localizarla, contárselo; sentía la necesidad de oírla de nuevo, de hablar con ella, de compartir esas emociones y cuando fuera posible vivirlas juntos en algún concierto.

El viernes la llamé.

* * *

Epílogo

Me viene a la memoria una frase que me escribió en un libro que me regaló en los que me señalaba sus rincones de pesca; decía “Nuestra amistad es como el mar, se ve el principio pero no el final”. Amigo te confieso que me gustaría que me guiara por ese mar para conocer a dónde nos puede llevar. Sin mas compromisos que la propia libertad individual disfrutando de esa sensación que ofrecen una barca, el viento y las corrientes marinas. Descubriendo a cada instante el rumbo que el capricho del timón del destino nos marque, solo guiados por los hados de la mitología griega.

Desconozco si mantiene el deseo de navegar en solitario; Si acepta compañía en su singladura, a pesar de la distancia, sería maravilloso, pero si no es así me quedaré en la orilla viendo como se aleja y deseando que tenga una feliz travesía, pero en cualquier caso me gustaría que supiera que, como la mujer de Ulises yo estaré en esa orilla esperando siempre su regreso.



¿Recuerdas, Joaquín, la canción de Serrat? Lo que si te puedo asegurar es que si la vuelvo a ver no le diré “tú no eres a quien yo espero”. En cualquier caso siempre le agradeceré lo experimentado aquella noche y los momentos que me ha ofrecido estos meses.

Un abrazo, Joaquín.

“La palabra escrita congela el pensamiento y lo conserva para el análisis” (Jack Rosenthal). Viernes, 28 de octubre de 2005

* * *

Marinera, este es el relato. Lo he querido escribir dirigiéndome a un amigo que ya no está y en el que pienso a menudo. No quiero terminar sin decirte que no se que será de nosotros con el paso del tiempo pero “infinitas gracias a ti”, nunca agradeceré lo suficiente al destino haberte conocido porque como te dije en una ocasión conocerte me ha hecho feliz y parafraseando a Julia Roberts; “No me veas con los ojos de mirar, quisiera que me vieras con los ojos del corazón…

Un beso marinera,

Fin de la Primera Parte

(Continuará)

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