Nunca... (43) Una noche con Neil Diamond en París (I)

La llamada de José Mª Cámara se produjo después del mediodía, justo una semana antes del concierto. Nunca olvidaré sus palabras: “Tienes una cita con Neil Diamond en París el día 7 de junio a las 8 y media de la tarde, después iréis a cenar a Maxim’s”…

Momentos de Love at the Greek
Diamond estaba de gira por Europa con motivo del lanzamiento mundial de “Love at the Greek”, el álbum que recogía su concierto de reencuentro con la audiencia del Teatro Griego de Los Angeles, tras aquella cálida noche del 24 Agosto de 1972 que se había registrado en el celebrado Hot August night. En esta ocasión la demostración de entrega de sus seguidores fue de tal magnitud que el habitual “Live” (directo), fue sustituido por “Love” (amor) en el escenario que convirtió, aquél verano del 72, en leyenda al músico de Coney Island, y quedó registrado durante varios años como el mejor álbum grabado en directo hasta entonces. El concierto de 1976 contó con la participación de Helen Reddy y Henry Winkler, y fue producido de nuevo por el lider de The Band, Robbie Robertson.

La gira europea tenía dos puntos centrales; París, ciudad en la que se quedaría varios días para grabar vídeos y trabajar con Gilbert Becaud en nuevas canciones, y Woburn Abbey, cedida por los duques de Bedford, para celebrar un concierto ante mas de 50.000 personas unas semanas después, de modo que la invitación era un regalo que nunca agradecería bastante a Cámara y a Revert.
Hotel Modern
No conocía París, amaba Londres, pero como dijo Joaquín, “tu encuentro con un concierto diamantino tenía que ser en París…" que mejor sitio en el que nos volviéramos a encontrar, y no solo para una foto…, concierto y cena. El viaje lo haría con Jesús López, responsable del departamento internacional de CBS, junto a Lidia. Y sería de apenas 24 horas. Hablé con Anabel, que se encargaría del programa esa tarde, y debo reconocer que los días que transcurrieron desde la llamada de Cámará hasta aquél 7 de junio se rehicieron eternos.

El lunes por la mañana quedé con Jesús en vernos en el mismo aeropuerto a las 9 de la mañana. El vuelo salía una hora y media mas tarde. Aduana, cambio de moneda, es decir los requisitos habituales de entonces, y a la hora prevista despegábamos rumbo a París.

Apenas 90 minutos mas tarde podíamos ver desde al avión los monumentos emblemáticos de la capital francesa con algunas nubes bajas jugando con la Torre Eiffel mientras el sol iluminaba el Arco del Triunfo. El taxi nos llevó al Hotel Modern, en Montmartre. Discreto y sencillo, pero para mi todo el viaje tenía un encanto imposible de describir mas que como un sueño. Tras instalarnos fuimos a las oficinas de CBS para recoger las entradas y a comer.

Cada paso que daba intentaba quedarme con el aroma; confieso que todo lo que me habían contado sobre la primavera de París era no solo cierto, era tal cual y perfecto, los puestos, los pintores, los rincones. Iba fijándome en los edificios, en las calles adoquinadas, las barandillas de según que calles, los kioskos de prensa, las cafeterías, el aroma del café…

Nos recomendaron que fuéramos con tiempo suficiente al recinto del concierto porque a partir de las 6 de la tarde el tráfico era insoportable y había grandes atascos. Durante el recorrido en el taxi recorrimos las Tullerías, la Plaza de la Concordia, seguimos el curso del Sena,… En cada esquina había carteles anunciando el concierto, realmente los organizadores no habían dejado un rincón sin empapelar.

A las 7 y media estábamos en el viejo palacio de los deportes y pocos minutos después ocupábamos nuestro asientos. Estábamos en la quinta fila con una numeración algo curiosa para nuestra costumbre, pero fácil de interpretar. Las sillas eran plegables y el recinto contaba con una capacidad de 10.000 personas. Sonaba en el ambiente música instrumental y el escenario era sencillo con una gran cortina blanca posterior.

Lentamente se fue llenando el auditorio y, como en Francia el público también es impuntual, hasta 25 minutos mas tarde no se había completado el aforo. Tras hacerse de rogar alrededor de diez minutos mas la impaciencia explotó en palmas y pitos hasta que ¡por fin!, y en medio de una ensordecedora petición se hizo la oscuridad,… 

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