La felicidad de Antonio San José


Como dice Antonio San José en su libro La felicidad de las pequeñas cosas (Espasa Libros-2011) “De vez en cuando, solo de vez en cuando, aparece alguien especial a quien no esperamos” y todo cambia, se renueva y se convierte en el catalizador de una reacción cuyo resultado final es la salida del sol, la luz al final del túnel o el comienzo a caminar por una nueva senda, y eso lo he experimentado yo gracias a él.

Atravesando unos momentos delicados de mi vida producidos por la lamentable gestión de mi empresa, recibí la llamada de mi amigo que, sin ánimo de dar consejo alguno, pero preocupado por mi estado, me puso en contacto con María Jesús Álava, y ésta con Carlos Mateo, su amigo y colega. La entrega, profesionalidad y complicidad que encontré en ellos fueron armas definitivas para ayudarme a encontrar las herramientas que, o estaban en mi o a mi alrededor para superar aquella etapa.

Antonio no había aparecido de repente en mi vida porque nos conocimos hace mas de 35 años cuando ambos, desde emisoras diferentes, nos entregábamos con pasión a la música. Coincidimos en varios viajes para ver conciertos, principalmente a Barcelona, y ahí comprobamos la similitud de nuestros gustos. Durante varios años perdimos el contacto, pero el destino o el transcurrir de la vida, haría que volviéramos a encontrarnos. Casi al mismo tiempo que me ofrecieron la dirección de comunicación de la Ser a Antonio San José le propusieron dirigir los Servicios Informativos de CNN+, y a partir de ese momento nuestro contacto fue constante, comprobando que nuestra antigua relación se basaba en algo mas que compartir gustos musicales.

Este largo preámbulo es necesario para aclarar que me resulta imposible ser imparcial y objetivo a la hora de referirme a su libro porque la inmensa mayoría de las situaciones que he vivido en los dos últimos años están reflejadas en él. Antonio me contó el proyecto en el que estaba trabajando en una comida antes del verano, cerca de su actual lugar de trabajo como director de comunicación de la SELAE (Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado), compartimos experiencias y me alegré que pudiera compartir con los lectores algo tan importante como el valor que tiene saber disfrutar de cada instante que ofrece la vida.

Así como el autor desnuda sentimientos íntimos para compartir con el lector, yo mismo puedo decir que leyendo los 47 artículos me he encontrado reflejado en cada uno de ellos, haciendo que rescatara la “hucha emocional” que Carlos Mateo me “invitó a comprar”, y que hoy en día sigo utilizando, sabiendo que a medida que la llenamos aumenta su tamaño.

Es cierto que la felicidad está en las pequeñas cosas, la mayoría de las cuales nos rodean, las utilizamos y apenas –o nada- valoramos porque tenemos que aprender a “vivir despacio”, a “dar paseos por los parques”, “ser conscientes de nosotros mismos”, saber “apreciar la emoción de una canción”, “mirar al cielo”, “comenzar un libro”, “saborear un café”, “leer el periódico”, "escuchar la radio”, “ponernos las zapatillas al llegar a casa”, “comer churros”, “pasear la playa”, “planear un regalo o un viaje, sentir el aroma de un perfume en nuestro cuerpo o reír con alguien, el acto de untar la mantequilla en la rebanada del pan en el desayuno…” y no voy a relatar todos los capítulos del libro porque se trata de descubrirlos y de disfrutar de la lectura ágil y amena de cada uno de ellos.

Somos mas conscientes de muchas de las emociones, alegrías o sensaciones que va narrando San José en su libro como las que experimentamos al enamoramos, o mejor dicho, cuando vivimos esa primera fase del enamoramiento del amor en el que -como adolescentes- vemos luminosidad hasta en los días mas fríos y grises del invierno, donde todo tiene el color ardiente del amor y la pasión, y cualquier cosa nos hace sonreír y disfrutar de cada instante de nuestra vida.

A. San José con J. D. Rodríguez
Todo ello es lo que Antonio San José ha sabido retratar y contar, que es lo mas importante, como destaca María Jesús Álava en el prologo del libro. La forma en que el autor va narrando de forma amena, concisa y clara los momentos que hacen feliz nuestra vida le retratan en toda su humanidad, con un espíritu que sabe contagiar, manifestando así deseo de compartir con la gente que le importa su alegría de vivir, y al plasmarlo en un libro cumple la esencia de un gran comunicador, compartir lo que conoce -y ha aprendido- con la audiencia para hacerla mas feliz.

Yo siempre le agradeceré –y así lo digo siempre que puedo- que me llamará aquella mañana de septiembre de 2009, y me rescatara. Quizás en aquella ocasión puso la primera piedra de un libro que no quiere ser un manual de autoayuda sino que es realmente el espejo de las herramientas que nos rodean para que podamos disfrutar de La felicidad de las pequeñas cosas.



Comentarios

  1. patético como el que lo escribe

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  2. Humano y emotivo reflejo de los pequeños detalles descritos que, sin apenas darnos cuenta hacen si se quiere, podamos seguir disfrutando de cada día de nuestra vida.
    Mi desacuerdo total con esa opinión anónima sobre lo patético.
    Manolo Moreno

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  3. Querido Anónimo: No modero los comentarios porque creo en la libre expresión, incluso cuando como en tu caso la crítica se manifiesta en un epíteto sin argumento, pero gracias por leerme y molestarte en escribir.

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  4. ¿Que resentimiento puede haber en un comentario tan impertinente como el de Anonimo?, sin argumento y sin venir a cuento, por hacer algo de poesía. Conozco a Antonio San José desde el colegio, aunque no nos hemos vuelto a ver, ya me impactó su gran valor humano que seguro que conserva, acrecentado por su gran talla profesional. los cobardes siempre se esconden, en este caso bajo el apelativo de Anónimo. Todos deberíamos aprender a ser felices con pequeñas cosas.

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