Nunca... (100) Guadalajara en fiestas

Segunda parte

La Gestión (1982-1998) 

Aquella mañana de septiembre cuando dejaba la N-II para entrar en la capital de la Alcarria por la calle Toledo mi mente voló hacía los años cincuenta cuando todos los primeros domingos de mes desde que tengo memoria mis abuelos nos llevaban a mi hermana y/o a mí en aquellos trenes de madera que parecían salidos de las películas del oeste a Guadalajara. Nos gustaba la parada en Alcalá de Henares y escuchar a los vendedores de la estación cantar aquello de “¡Almendras garrapiñadas, almendras de Alcalá!”; les pedíamos que nos compraran paquete a cada uno. El producto lo ofrecían en un envase de cartón en forma de prisma invertido con un cordel a modo de asa, y con ellas nos entreteníamos hasta llegar a nuestro destino. Al salir de la estación subíamos al centro de la ciudad en un autobús que tenía el acceso por la parte posterior -como los autobuses de dos pisos- y finalmente llegábamos al Parque de La Concordia y allí hacíamos tiempo jugando con mi abuela o leyendo el TBO, los cómics del El Capitán Trueno o el Jabato mientras mi abuelo cobraba recibos de su trabajo como gestor administrativo. Cuando había terminado nos llevaban a comer al Restaurante La Perla, compraban bizcochos borrachos y un par de tarros de barro con miel de la Alcarria para llevar a mis padres, y regreso a Madrid en el tren de madera.
Bandera y escudo de Guagalajara
con Alvar Fañez de Minaya 

ante la ciudad

Mas de 20 años después entraba en Guadalajara por el lado contrario. Aquella ciudad de apenas 20.000 habitantes en la década de los años 50 rondaba ya los 57.000; el crecimiento estaban siendo espectacular; San Fernando de Henares, Torrejón de Ardoz, Alcalá y Guadalajara se habían convertido en algo mas que ciudades-dormitorio de Madrid creando las bases de lo que se llamaría en poco tiempo el Corredor del Henares. Lo pude comprobar atravesando cada una de estas localidades porque la autovía terminaba antes de llegar a Alcalá. Pasaría mas de un año hasta que se acabara la circunvalación de la ciudad cervantina y casi cinco años hasta llevar la autovía a la capital alcarreña.


Las calles puenteaban a coches y viandantes con banderas moradas y rojigualdas entre farolas, se respiraba el ambiente festivo; era la semana grande de la capital en la que se celebraba la Festividad de la Virgen de la Antigua. Domingo Pasarón, el jefe técnico de la Ser, me había dado la dirección de la emisora; calle Virgen del Amparo, 30 – 6º A. Allí estarían montando los estudios Jorge Ruano y Juan Luis Iglesias. Era un edifico recién construido de seis plantas con fachada de granito pulido, terrazas y grandes ventanas con jardineras, orientado a levante con mucha luz porque en la parte trasera no había construcciones y se disfrutaba de unas impresionantes puestas de sol durante todo el año.

El portal estaba abierto, subí en el ascensor de la izquierda y marqué el 6. La puerta estaba abierta. Nada mas entrar había un pequeño recibidor con dos puertas; la de la derecha daba a un gran salón y la de enfrente conducía a un pasillo que mostraba a la erecha dos habitaciones y a la izquierda estancias que se estaban convirtiendo en redacción y estudios. Al final del pasillo, tumbados en el suelo e instalando cables de platos Technics, mesas de sonido Peavy estereo y magnetofones Revox, estaban los dos técnicos de los que me había hablado Pasarón.
Virgen del Amparo 30, en 1982. La flecha 
señala el piso de las instalaciones de la radio

Me contaron que el edificio se acababa de terminar, solo había un vecino viviendo en la finca, un joven matrimonio en el 5º, y que ellos llevaban trabajando en las instalaciones un par de semanas porque hasta ese momento no habían terminado los albañiles y carpinteros de aislar los estudios y montar las mesas de soporte. Había mucho por hacer: casi todo. Lo primero fue ponerme en contacto con el constructor porque había que sacar la cédula de habitabilidad y la licencia de apertura. Para ello eran necesarios los contratos de arrendamiento, propiedad y los poderes notariales de gestión a mi nombre para actuar como representante legal de SER.

Tras informarme de todo lo necesario para abrir la actividad, recorrí las calles de lo que era ya una ciudad moderna pero que mantenía el sabor recordado de antaño. Entré en bares, cafeterías, restaurantes y tiendas hablando con empleados y empresarios y fui haciéndome una idea del trabajo que me esperaba; duro pero apasionante. Empezaba a conocer la radio desde "el otro lado de la mesa".

Comí con Jorge y Luis en una cafetería frente al Parque de la Concordia y regresé a Madrid para informar a Tomás Martín Blanco tras lo cual me llevó al despacho de José Luis Canga, director financiero del grupo de empresas de la Ser, que se convirtió para mi en el mas firme sostén de aquellas primeras e impagables, aunque duras semanas. Él fue quien me puso en contacto con Gómez Mira, administrador de Profisa, un hombre que con su fallecimiento un años después marcaría el devenir de la Ser, para firmar los contratos.

Profisa era la empresa propietaria de los pisos o edificios que ocupaba la Ser y con ella había que firmar un contrato de arrendamiento, que era uno de los documentos que había que presentar en el ayuntamiento para obtener la cédula de habitabilidad, licencia de actividad y el resto de contratos; luz, teléfonos, líneas microfónicas, agua, etc. Aquellos primeros días los técnicos de la radio trabajaban con la luz de obra que San Jacinto (Sanjo) y los hermanos Cercadillo, promotores y constructores, facilitaban.

Pero la ciudad estaba en fiestas, y eso era sagrado. El tiempo en la capital alcarreña tenía otra dimensión, iba a tardar en acostumbrarme a la apreciación de los minutos, horas y días que los guadalajareños manejaban. Para alguien recién llegado de una ciudad de prisas aquello podía desquiciar, pero todo iba tomando “su tempo”. Mientras enviaban el mobiliario de oficina y despacho, tras visar tres presupuestos con Canga, era el momento de la selección del personal. Todo ello se estaba convirtiendo en una experiencia que -como siempre dije- resultaría “irrepetible”.

En los primeros días de septiembre pusimos un anuncio en la prensa local, Flores y Abejas, La Prensa Alcarreña y Nueva Alcarria, un anuncio de cuarto de página que rezaba: “Empresa de ámbito nacional en el sector de la comunicación, ante la próxima apertura de su delegación en Guadalajara, precisa de personal. Interesados enviar CV con la reseña Comunicación a J. Rodríguez, c/ Isla Cristina 9; Madrid”. 

Algo menos de un centenar de interesados respondió al anuncio por correo, otros se pusieron en contacto directamente conmigo una vez dada la noticia de la apertura de la emisora y, tras echa la primera separación entre personal de antena y administración, convocamos a los mas de cincuenta interesados. Yo seleccionaría a los de antena (locutores y redactores) para unas pruebas en Radio Madrid y José Luis Canga y Jaime de Lacova, gerente de personal (Recursos Humanos) a los candidatos de administración a primeros de octubre en el Hotel Pax.

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