Nunca... (95) El Rocío de Jurado

Los efectos de “la bronca” de Tomás Martín Blanco tras la entrevista con Ramoncín del 21 de enero tuvieron su efecto. Esa noche le manifesté a Alés mi forma de pensar haciéndole que ver que no compartía sus planteamientos ni los de Tomás aunque entendía que, siendo El Club de la Medianoche su programa y yo su colaborador, a partir de ese momento le pasaría las grabaciones una vez realizadas para que las escuchara con tiempo suficiente, si bien intentaría, a partir de ese momento, llevar los personajes a mi programa. Rocío Jurado fue la última invitada que compartió una semana con la audiencia del Club de Medianoche.



El resto de la temporada la dedicamos a entretener a la audiencia de la noche con diferentes juegos de mesa, actuaciones o carreras de coches con un scalextric en las hacíamos participar a la audiencia “apostando” por quien ganaría llevándose los ganadores diferentes regalos de promoción o de los patrocinadores. A partir de entonces las entrevistas en el club serían las habituales a diferentes personajes de la actualidad escénica o musical como Fernando Esteso, Elsa Baeza o actores que se encontraban representando sus funciones en los teatros de Madrid, pero me di el lujo de llevar una noche a Alfonso Eduardo en la que recorrimos su carrera profesional y musical.

La otra noche de Rocío

La última semana de entrevistas me di la enorme satisfacción de volver a disfrutar de la presencia de “la Jurado” durante dos horas la tarde del 25 de enero de 1982. Juan Miguel Ramírez, Luis Garza y el propio Manolo Díaz-Pallarés, productor ejecutivo del disco, acompañaron a la artista de Chipiona durante la conversación que tuvimos en el estudio 7 de Radio Madrid. Ella venía de unas semanas frenéticas de promoción. En aquellos años, aunque solo había una televisión -con dos programaciones, la primera y la segunda cadena-, las compañías discográficas exprimían a los artistas llevándoles a los diferentes programas grabados o en directo, cadenas de radio nacionales además de organizar giras de promoción para realizar entrevistas en las emisoras de las ciudades mas importantes. 

Aquél lunes vi a una mujer cansada, agotada, pero con una fuerza que se contagiaba y la transmitía. Salía de una entrevista con Basilio Rogado en Cita a las cinco, programa que había arrancado el año anterior con el objetivo de llevar a la antena de la Cadena Ser durante una hora de lunes a viernes bajo la dirección de Basilio Rogado, con la colaboración de Mariví Fernández-Palacios, una revista radiofónica del corazón con criterios periodísticos que obtendría ese mismo año el Premio Ondas. 

Cuando Rocío se sentó a mi lado respiró hondo, suspiró y con los primeros compases de Como una ola, su nuevo disco, se relajó. Recordamos la noche que nos conocimos, casi dos años antespero esta vez, a pesar de ser por la tarde la veía distinta: “Será porque vengo con el pelo “recogío”, y muy cansada, mas que aquella noche, y se lo dije: Te encuentras con una Rocío Jurado auténticamente cansada, pero no es un cansancio físico porque ahora me dicen que haga un show y lo hago porque soy una persona que me mentalizo, pero cuando vengo a hablar contigo que eres mi amigo, me muestro como soy, como estoy…” Al preguntar como separaba a la artista de la persona confesó que esa dualidad le venía desde muy pequeña “tuve que hacerlo, porque ya sabes el refrán de que mas estudia un necesitao que un abogao… Pero no es grave, lo que me preocupa es que últimamente se está produciendo mas a menudo y me doy cuenta de que necesito ese tiempo que todo ser humano precisa para descansar y relajarse.


Realmente apenas había tenido un respiro desde que cambió el registro con Manuel Alejandro en De ahora en adelante, a continuación Señora, y en ese momento estaba en plena campaña de promoción de Como una ola, que incluía temas de Pablo Herreros y José Luis Armenteros, Honorio Herrero, Luis G. Escolar y Julio Seijas, Augusto Algueró, Manolo Sanlúcar, José Luis Perales y Aniano Alcalde. La dije que quizás el único momento de tranquilidad habría sido para ella acudir al Rocío el año anterior, aunque imaginaba que quizás ya no era lo mismo, por todo el “folklore mal entendido” y la multitud que allí se congregaba, pero reconocía que para ella el Rocío es muy difícil, porque todos los años he tenido que alquilar una casa allí y continuamente esta abarrotada de gente, pero como no quiero dejar de ir al Rocío, este año, si voy, cogeré una casa a las afueras porque cuando estoy en el centro no puedo disfrutar del lugar ni de mis amistades”.

El milagro del Rocío

Hacía pública procesión de fe como una fiel seguidora, convencida y devota de la Blanca Paloma; “El folklorismo mal entendido” –me dijo- es para quien lo sienta mal… yo lo entiendo como una manifestación de alegría del pueblo andaluz porque la virgen está allí, es un acto de fe y la Virgen nos ampara. La fuerza que tiene el pueblo por el fervor mariano es tremenda… Entiendo que a veces puede parecer hasta irreverente, pero en ningún caso lo es porque si analizas la situación por muy estrambótica que parezca no lo es en absoluto, ni estrambótico ni irreverente… Es una demostración de ese gran amor que el pueblo andaluz tiene de siempre por la Virgen María, y de forma muy especial a la Virgen del Rocío, que es una virgen muy querida en toda Andalucía.

En ese momento fue cuando la conversación se tornó mas íntima y sincera. Se conmovió recordando la experiencia que había tenido unos meses antes con unos amigos y que nos trasladó en la confidencia de la conversación-entrevista: “Tengo una amiga muy rociera y su marido absolutamente ateo; El iba al Rocío por el bullicio, la juerga, el vino, etc. Su mujer le pedía que la acompañara a los actos religiosos, y el se negaba, la pedía que le dejara de “tonterías…”. Ese día que salió la Virgen por la mañana,… ese lunes del Rocío tan precioso, la mujer fue a despertarle para que fuera a ver como en la puerta de casa la cantaban Los Marismeños, Los Rocieros, Los Doñana,… bueno… no sabes lo que fue aquella parada en aquella puerta. Pero a él no hubo manera de levantarle. Cuando mas tarde fuimos todos -él incluido- para despedirnos de la Virgen asistí a una hecho insólito: De pronto ese hombre al llegar a la puerta de la ermita, viendo a todos despidiéndose de la Virgen cantándole… y ese hombre… -me pongo a contarlo y me entran las siete cosas…- ese hombre como empujado por una fuerza superior, y esto lo he vivido yo, no me lo han contado, se hinca de rodillas, empieza a llorar y se fue de rodillas hasta la verja pidiendo perdón a la Virgen del Rocío: “Madre mía perdóname”… Su mujer que iba detrás no sabía si tocarle,... con una emoción… y todo el mundo que estábamos allí y sabíamos el problema de este hombre… imagínate… Yo tenía pensado que no iba a volver al Rocío nada mas que para ver la procesión, pero en ese momento yo dije ¿cómo voy a dejar de venir aquí?




Su forma de relatarlo también fue conmovedora. Despedimos la entrevista de ese lunes escuchando A ti, de Honorio Herrero y Luis G. Escolar. Cuando Alés escuchó la entrevista se emocionó, porque él también había acudido en innumerables ocasiones a Doñana para hacer programas especiales y diversas alertas OVNI. Tenía un especial cariño por Almonte, sus gentes y la devoción por la Blanca Paloma. El resto de la semana la fuimos dedicando a hablar de su nuevo disco deteniéndonos especialmente en el tema de José Luis Perales, De quien será la culpa.



Aquella entrevista me dejó un sabor muy especial. La artista había mostrado el lado mas humano, mas cercano y la audiencia lo agradeció. Rocío era ese tipo de personas con una cualidad que iba mas allá de su actividad profesional, era una auténtica comunicadora, llevaba de forma innata en sus genes la manera de traspasar cualquier obstáculo real o virtual, te llegaba, se apoderaba de ti, te hacía suyo, y en esos instantes te hacía sentir la persona mas importante, protagonista de sus sentimientos y eso era, como dicen en su tierra, “muy grande”, imposible describir, solo sentir, y aquél día todos los que la escuchamos nos sentimos protagonistas de su relato y de su vida.

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