Nunca... (92) Entra Héctor del Mar, sale José María García


De cara a la temporada que se avecinaba con los preparativos de el Campeonato Mundial de Fútbol a celebrar en España, la Ser se planteó el fichaje de Héctor del Mar para que junto a José María García se creara un binomio espectacular en Carrusel Deportivo. La combinación podía resultar explosiva aunque para algunos demasiado vulgar al concentrar dos extremismos, pero que en cualquier caso podría arrasar si se sabían combinar la espectacularidad del narrador argentino y el protagonismo de García con la mesura del director del programa, Vicente Marco.

Eugenio Fontán y Tomás Martín Blanco fueron los responsables de las conversaciones con Héctor del Mar, porque hubo poco que negociar debido a sus deseos por formar parte del equipo de la cadena Ser. García casi no tubo tiempo de reaccionar ni de dar su opinión. Los acontecimientos se precipitaban y el “entrenador” –Fontán- había sido tentado en su orgullo por alguien con mucho poder e influencia en el fútbol, al tiempo que las presiones políticas y antidemocráticas se cernían sobre el mismo director general de la SER, y eso originó un relevo en la cancha radiofónica de Carrusel que los espectadores no se podían imaginar. García tenía un equipo muy bien preparado en el que estaban José Joaquín Brotons –procedente de Barcelona donde había relevado en su momento a Joaquín Mª Puyal-, Pedro Pablo Parrado, el polémico y mejor seguidor de García, Roberto Gómez, convertido en su asistente y casi espía en los temas mas escabrosos, y un jovencísimo José Ramón de la Morena.
El fútbol estaba revolucionado ante las reivindicaciones de los futbolistas y sus directivos no sabían gestionar ni negociar una situación inimaginable en el pasado. En Marzo de 1979 se produjo la primera huelga de futbolistas en España ante la incredulidad de los aficionados y el estupor de los directivos que dirigían los clubes como si los jugadores fueran poco menos que esclavos. Para el aficionado el futbol se basaba en los jugadores de élite, del Madrid, Barça, Atlético, etc., pero los nuevos tiempos llegaban al deporte rey y la solidaridad entre las estrellas y los futbolistas de las categorías inferiores prendió una mecha que cambió el fútbol de forma radical y definitiva.

Pio Cabanillas Gallas
El primer paro de los futbolistas se produjo de 4 de marzo de 1979, un año después de crearse la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Los jugadores pedían la abolición del derecho de retención, ser incluidos en la Seguridad Social y la suspensión del límite de edad en la Tercera División que entonces estaba en 23 años.

Tras el éxito de aquella primera convocatoria llegó la segunda en septiembre de 1981 en la que no se disputaron encuentros en dos semanas y en la siguiente los clubes alinearon a jugadores de los equipos juveniles. Tras lograr un acuerdo sobre el pago de deudas y la abolición de la normativa de alinear a jugadores “sub-20” se desconvocó la huelga que tuvo en la sede de la Ser el acto del acuerdo final.

En su afán de protagonismo y erigirse en árbitro de las partes, como ya había hecho en la huelga anterior, convirtió primero su programa -Extra-García-, y posteriormente la “planta noble” de la Ser, en el escenario de las negociaciones. José María García presumía y se ufanaba –y era cierto- de que se sentía plenamente respaldado por Eugenio Fontán, y mientras eso fuera así seguiría en la Ser, porque sentía que se respaldaba y apoyaba su libertad e independencia informativa a pesar de los constantes enfrentamientos que la dirección general -Fontán y Varela-, tenían con la Administración y los diferentes políticos del sector de la cultura y la comunicación.

García, Pío… y Núñez

Pío Cabanillas Gallas estaba obsesionado con García, y el periodista con el político al que conocía desde los años 60. Cabanillas –padre del que fue portavoz del gobierno de Aznar entre 2000 y 2002- había sido subsecretario de Información y Turismo con Manuel Fraga, responsable de la misma cartera con Carlos Arias Navarro, creador del Partido Popular con Areilza pasándose posteriormente a la UCD, y entre 1980 y 1982 fue Ministro adjunto al Presidente, ministro de la Presidencia y finalmente responsable de la cartera de Justicia. Por lo tanto ambos se conocían perfectamente; el primero tenía el poder político y el segundo el de la comunicación, o al menos eso creía él porque llegó un momento en el que creyó que la empresa era suya, o para ser mas exactos su programa y sus colaboradores eran una empresa paralela que “prestaba sus servicios a la Ser”.

Las reuniones entre la AFE y los directivos de fútbol en la Ser eran maratonianas. Cuando se acercaba el final y a punto de llegar a un acuerdo en uno de los descansos Josep Lluis Nuñez, presidente del F. C. Barcelona, y Eugenio Fontán y Ramón Varela tuvieron un “aparte” amistoso en el que el presidente del Barça agradecía a los directivos de la empresa de los Garrigues el apoyo ofrecido a todos los niveles, incluso ofreciendo las instalaciones que tan amablemente había ofrecido García para llegar a un acuerdo entre las partes. Fontán se sorprendió que se refiriera a García como el “conseguidor” de las instalaciones, pero Núñez insistió remarcando que por mucho poder que tuviera la Ser la “influencia y el poder” los tenía José María García, a lo que Fontán, herido en su soberbia, respondió que no se engañara el presidente del Barça, que si él quería se deshacía de García en cualquier momento utilizando el símil de coger un muñeco y dejarlo caer a la calle desde la terraza de la novena planta de Gran Vía 32.

El despido

Página de Carrusel Deportivo de 1983
con Héctor del Mar, Joaquín Prat
y José Joaquín Brotons
(Archivo ABC)
Fontán le había pedido a García que durante un tiempo no hablara, ni siquiera mencionara al ministro por ningún motivo, pero quizás por la emoción de fin de la huelga, aquella noche se dejó llevar y al acabar el programa dijo la frase famosa que él mismo ha repetido en innumerables ocasiones “Habrán visto que esta noche no he dicho ni Pío… hasta mañana”.

No hubo “un mañana” en la Ser para él. Al día siguiente Fontán llamó al periodista y le comunicó una sanción de dos meses. Brotons y Parrado se encargarían del programa y sus contenidos, Héctor del Mar haría el partido de la jornada y los encuentros del Madrid y de la Selección Española que estaba preparando el Campeonato del Mundo de fútbol que se iba a celebrar el año siguiente en nuestro país. Y se fue a casa.

Transcurrido el tiempo de la sanción regresó a la radio para preparar el viaje a Polonía, donde la Selección Española tenía que disputar el 18 de Noviembre en Lodt un encuentro amistoso, pero al llegar le dijeron que subiera a la “planta noble”. Allí se le comunicó el despido con carácter inmediato. García no iba a cubrir el Mundial de España 82 con la Ser. El equipo que él había formado junto a Héctor del Mar, Joaquín Prat y Vicente Marco se encargarían de llevar las incidencias del acontecimiento a la audiencia de la Ser. García no volvió a hablar por un micrófono hasta que el Conde de Godó y su amigo Manolo Martín Ferrand abrieron Antena 3 de Radio.

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