Nunca... (31) Con Patti Smith por las ramblas
Es revelador sentarse ante uno mismo y analizar tras el paso del tiempo la evolución, los gustos y los mitos. Antes de empezar a escribir este post –o a leer en tu caso- debo decir que he dado los mismos pasos que aquél 20 de octubre de 1976. También he visto de nuevo Canciones para después de una guerra, de Basilio Martín Patino, he escuchado Horses y Radio Ethiopia, y he dado un repaso a alguno de los capítulos de Éramos unos niños, la biografía que escribió Patti Smith sobre sus primeros años junto a Robert Mapplethorpe; aquél libro que, como dije el pasado verano, al cerrarlo lo besé y le agradecí a Patti que lo escribiera, y como lo había hecho.
De la posguerra a Nueva York
Aquél día de otoño de 1976, Rafa Revert, Fernando Salaverri y yo íbamos a ver el concierto de la neoyorkina en el Palacio de los Deportes de Badalona, pero como llegamos con tiempo suficiente decidimos ir al cine para ver la película de Martín Patino cuya Banda Sonora estaba poniendo en el programa, era uno de los LP’s mas vendidos, y la película un éxito de taquilla.
36 años después he vuelto a sentir la misma sensación de amargura; hay acontecimientos, películas y momentos que suelen producir el mismo efecto y por suerte nunca quedas inmune. Recuerdo que cuando salimos del cine apenas hablamos entre nosotros, a pesar de que cada uno había vivido parte de esa época de forma diferente y nuestros sentimientos y opiniones no se parecían. Por suerte nos esperaba algo radicalmente distinto. Realmente era dar un salto de la caverna mas oscura a otro planeta…
Lo que mas llamaba la atención en aquél momento era saber si era cierto que se meaba durante la actuación…, pero yo no lo pude ver
Cuando me puse a escribir la crónica del concierto para El Gran Musical, y lo que había vivido con Patti en la noche barcelonesa, tenía que contar quien era el personaje, aquella mujer rara, diferente y anárquica que, de la mano de Clive Davis –uno de los hombres clave de la industria musical- había seducido al planeta del rock con sus poemas. La aparición de Patti en el mundo de la música no fue, como ella misma ha contado ni fácil ni sencillo, si no el resultado de un proceso muy largo y penoso, lleno de dificultades y calamidades, entre ellas el hambre y hasta la ausencia de un techo en algunas ocasiones. Insisto en recomendar una vez mas ese maravillosos y bendito libro, Éramos unos niños, y no me cansaré de hacerlo.
Cuando vi la portada del número de Noviembre de El Gran Musical con mi titular cambiado y resaltando la "mancha" del pantalón me sentí decepcionado y sorprendido
La portada |
Yo había dado una pinceladas a su personalidad poética, musical y unos datos biográficos para centrar al personaje y posteriormente contar el concierto que, debo reconocer –porque lo he leído, no porque lo recuerde ahora- que Patti no me entusiasmó sobre el escenario, pero si me conquistó posteriormente en la cena y en el paseo por las Ramblas.
De entrada me llamó la atención su forma de aparecer ante el público como un miembro mas de la banda, sin ningún protagonismo y en un pequeño escenario en el que apenas podía moverse. Aquella mujer menuda, desaliñada y fea, unas veces con fuerza rítmica y otras con su voz fue desgranando los versos sobre el mundo que le atormentaba, asustaba o entusiasmaba. El sonido del Palacio de los Deportes de Badalona no era muy bueno pero ella quería resaltar el mensaje de sus poemas por encima del espectáculo, imposible de ofrecer en aquellas circunstancias, pero en cualquier caso el auditorio se entregó plenamente a su tempo y principalmente cuando interpretó Horses y Gloria.
Estar con ella, mantener una conversación, era vivir en un huracán de sensaciones
Acabó radiante y feliz tras un concierto de poco mas de una hora porque había comprobado que la gente la entendía y se compenetraba con ella; de hecho en la cena nos resaltó las diferencias entre el público europeo y el norteamericano. Era una apasionada de la literatura europea, Rimbaud, Lope, Lorca,... como manifestó en su Éramos unos niños (Lumen) o en una reciente entrevista en La Razón. Resaltaba la facilidad que había tenido la sociedad americana para crecer debido a su libertad, pero admiraba a España por lo que estaba consiguiendo, y al resto de Europa por su constante lucha por esa libertad… Decía que América estaba dormida y que aquí se respiraba un ambiente mas puro y creativo.
A partir de aquella noche para mi Patti Smith era una artista especial, sensible, loca, sensual, extraña, alegre, dolorida… y yo “un caballero español”
La crónica |
El concierto de seducción
Su personalidad, su naturalidad y lo que hacía como artista estaba muy por encima del resultado puntual de un concierto y de los efectos puntuales de la emoción. Alguien había escrito que cuando se siente plenamente feliz se deja llevar y eso fue algo que pude comprobar personalmente aquella madrugada del –ya- 21 de octubre en Barcelona. El auténtico concierto de seducción lo había realizado en el restaurante y en las calles. A partir de aquella noche para mi Patti Smith era una artista especial, sensible, loca, sensual, extraña, alegre y dolorido; totalmente permeable a infinitas emociones, y eso se manifiesta en sus obras ya sean poemas, fotografías, pinturas, collages o cualquier tipo de manifestación.
36 años después, y volviendo al principio del comentario podría decir algo parecido a lo que escribí al comienzo de aquella crónica: Cuando una persona tiene un auténtico caudal de sensaciones vitales, y las contagia, cuando mas de cinco mil personas sienten una comunicación individual con el artista, cuando viste igual en el escenario que en la calle, “como le da la gana”, fea, delgada, despeinada, con horribles gafas negras, pantalón vaquero, rodillera y una gigantesca camiseta, estás ante una auténtica manifestación de naturalidad, y ella solo puede ser Patti Smith… que pasado todo este tiempo sigue seduciendo y enamorando cuando escribe sobre su amigo Robert, cuenta su vida, habla de su banda, de su obra, o escribe un poema, manifiesta su constante progresión, y lo sigue demostrando.
El drama del momento de “Canciones para después de una guerra” había desaparecido durante unas horas, pero regresó al día siguiente al empezar a escribir la crónica del viaje y principalmente a la hora de volver a poner el disco por la tarde. Los momentos del Tatuaje de Concha Piquer, la Generala de RNE, el NO-DO, La Televisión de Lolita Garrido, Yo te diré en la recuperada versión de Rosa León, junto a la música de Patti, o el concierto de Llach en Barcelona en 1976, provocaban un constante estado esquizofrénico que la realidad diaria y los preparativos de Los Beatles que amo de Joaquín fueron suavizando. Unos días después cuando me vi compartiendo portada de El Gran Musical con Ringo Starr y Luqui, me emocionó aún más recordar los momentos vividos aquella madrugada con Patti Smith en Barcelona.
Próximamente: Otoño del '76
Muy buen artículo señor Rodríguez. Tal y como le dije sigo leyendo su web diariamente. A mi me gusta Patti Smith. Su música desprende algo que me da energía, como ganas de salir a lucha ahí fuera. No sé como describirlo.
ResponderEliminarEsa revista, que muestra de noviembre de 1976 de El Gran Musical ¿es suya? La quise consultar en la biblioteca pero no conservaban justo la de ese mes. Una pena porque no me pude fotocopiar la lista de 40 que llevaba. Además de leer esos grandes artículos. Por cierto, sin animo de adelantar acontecimientos, tengo en mis manos el ejemplar de febrero de 1977 y usted no sale en el equipo de redacción. Supongo que ya nos contará.
Saludos.
Gracias por tu comentario. La mancheta del periódico con nombres y colaboradores se cambiaba una o dos veces al año. Mi nombre apareció un par de meses o tres mas tarde. Lo verás próximamente.
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