Nunca... (29) Mari Trini, el encuentro

A Claudette

Como parte de la promoción, todos los artistas que sacaban nuevo disco pasaban una mañana de domingo por El Gran Musical. Las promesas o futuras estrellas eran entrevistados por Pepe Domingo y con el calor del público improvisaban un pequeño play-back de su disco y se comprometían a regresar cuando tuvieran un LP; mientras que los consagrados ofrecían un concierto que solía durar entre 20 y 25 minutos en antena y hasta una hora para el público que acudía en directo.

Portada de Como el rocío
Cuando Hispavox lanzó la segunda producción de Mari Trini con José Luis Sanesteban y A. Parera Fons en los arreglos, Como el rocío, la cantautora y la discográfica invitaron a todo el equipo del programa, de la revista y de la FM a una comida informal en su casa de El Plantío. Así que al terminar la actuación nos repartimos en diferentes coches con el equipo de promoción que dirigía Miguel Blasco y acudimos a la cita.

Yo había seguido la carrera de Mari Trini desde sus comienzos con EMI y RCA, y aunque no tenía todos sus discos siempre había sentido una particular atracción por su forma de expresar las emociones. Había leído varias entrevistas y sabía de lo celosa que era de su intimidad, por eso me sorprendió que ofreciera su casa para un acto promocional, si bien es cierto que no era un acto abierto a todos los medios si no una forma de agradecer a la Ser lo que había hecho por ella y, personalmente, Tomás martín Blanco desde sus inicios recién llegada de Francia.

Fue un relámpago, una emoción que aún dura, porque cuando le tendí la mano ella la cogió, se la acercó al pecho y me besó en los labios...

Contra
Allí fuimos el propio Tomás, Rafa, Pepe Domingo, Pepe Fernández, Joaquín Luqui, Nacho Artime, Anabel, Antonio Bravo, Javier García, Olimpia, Espinosa, Cabadas, Ansótegui…, es decir, todos. Santiago Sánchez-Puerta fue quien, mientras paseábamos por el jardín, aprovechando el momento en el que la cantautora salía de la casa, y antes de acercarse a Raúl Matas y Tomás que la estaban esperando, me la presentó: “Aquí tienes a Juan de Dios, por el que has preguntado tantas veces”, y dirigiéndose a mi “Aquí está la artista que deseabas conocer”… Fue un relámpago, una emoción mutua que aún me dura porque cuando yo le tendí la mano ella la cogió, se la acercó al pecho y me besó en los labios. Fue breve, ligero, pero para mi fue intenso e inolvidable. Me dijo sonriendo “¿Te has asustado? tenía ganas de conocerte”, se disculpó para atender al resto de invitados y le pidió a Santiago que organizara una comida esa semana para los cuatro; ella, Claudette, su secretaria y representante, él y yo.

Me alejé lentamente mientras ella saludaba al resto de invitados. Me senté en la hierba bajo un árbol donde estaba Antonio para tomar algo, pero había perdido el apetito, me encontró extraño, me preguntó que me había pasado pero no pude responderle. Desde ese día cada vez que escuchaba una canción suya pensaba en el momento vivido. Aquél sentimiento nunca me ha abandonado y cada encuentro lo hacía crecer.

A media tarde fui a despedirme de ella y de Claudette, Santiago me dijo que habían salido de viaje con el grupo. El lunes me llamó para confirmar la comida prevista para dos días después en el pequeño comedor que había al fondo en el restaurante de La Gran Tasca de la calle Ballesta, detrás de la radio, a las 2 y media. Puntualmente llegamos los cuatro a la vez. En esta ocasión el saludo fue menos emotivo con un par de besos a ambas.

Una vez que nos sentamos Mari me dijo que se había hecho asidua oyente del programa a raíz de una conversación que tuvo con Raúl Matas y las entrevistas que había realizado a Perales, Carlos Luengo y sobre todo a Paloma San Basilio. Le gustaba el enfoque que deba al álbum como obra concepto, y eso entraba en la línea de lo que ella quería hacer con sus próximos trabajos, incluido El Tiempo y Yo que ya tenía muy avanzado a pesar de estar metida en plena promoción de Cómo el Rocío, canción dedicada a su tierra que abría el LP. Insistió mucho en esa tema, pero teníamos que intercambiar gustos, pasiones musicales y conocernos.

...no le resultaba difícil interpretar porque transmitía lo que había sentido al componer...

Mostró interés por mi época teatral y mis gustos musicales, algunos de los cuales compartíamos, como la obra de Neil Diamond y los cantautores americanos del Brill Building, pero principalmente amaba la música y poesía de Aute, al que agradeció su apoyo versionando "El alma no venderé", “el Noi” Serrat, los francófonos, como el belga Jacques Brel, al que idolatraba y del que era una ferviente y apasionada seguidora, de George Brassens, de Juliette Greco y de Edith Piaf. Me habló de sus comienzos, su viaje a Inglaterra con Nicholas Ray y su paso posteriormente a Francia; su primer contrato con EMI y el posterior con RCA, su fichaje por Hispavox y lo inmensamente agradecida que estaba a Tomás y a la Ser. Santiago y Claudette desaparecían por momentos, a ella siempre la admiré porque me impresionó por su apasionada e incondicional entrega a su amiga y compañera en todas los aspectos de la vida. 

Hablamos de la intensidad de sus letras y le emoción que ponía en cada interpretación porque quien llega a sentir, y escribir, versos como "gota a gota vierto mi sangre en tus venas y me la rechazas" transmite sensaciones imposibles de comunicar si no eres un ser excepcional, a lo que contestaba que lo primero lo producía su vida y la pasión que ponía en cada situación, y lo segundo, era algo aprendido en otros intérpretes, principalmente de la escuela francesa, pero que no le resultaba difícil porque intentaba transmitir lo que había sentido al componer. También le pregunté por su separación artística de Rafael Trabucchelli y en ese sentido fue muy diplomática resaltando que estaba buscando nuevos sonidos y el productor musical de Hispavox tenía excesivo trabajo con mas artistas y ella estaba en constante evolución, pero mostrando su respeto por el trabajo de Trabucchelli. Ahora estaba ilusionada con Parera Fons y Sanesteban, pero también asumía que era una etapa de su contante evolución.

Cerramos una entrevista para hablar de Como el rocío en el programa. Tras los postres me llamó la atención un detalle: se había dejado la copa de vino llena y cuando el camarero fue a retirarla le pidió que la dejara en la mesa; en Francia –me contó- se había acostumbrado a tomar una copa de vino después del café y me invitó a disfrutar de la experiencia en la siguiente ocasión. Desde entonces siempre que tomo vino en un restaurante sigo el ritual de aquella primera comida con ella.

Fue ella quien me alertó de la hora preguntándome si no tenía que hacer un programa… Eran las 5 y media de la tarde. Alivió mi preocupación con su media sonrisa, se levantó para despedirme y volvió a darme el beso en los labios como la primera vez. Desde entonces siempre que nos veíamos nos saludamos de la misma manera, aunque ella “evolucionó” años mas tarde el beso con otro ademán.

Cuando subí a la radio iba como una moto. Joaquín, que se percataba de todos mis estados de ánimo y cambios, me dijo “No te pregunto por la comida porque se nota por tu mirada que aún no has vuelto, my friend” y me ofreció una de sus sonrisas cómplices.

Perfectamente enfermos… para siempre
Esa día arranqué a las seis y media tras “JL en FM” con Por ti, por ti, y Me siento enferma y Rapsodia para un sueño canciones que como decía en ocasiones Joaquín, solo un artista al límite de su sensibilidad creativa puede componer obras de ese tipo…

Mi relación con ella nunca fue un sueño, fue real, abierta, intensa y sincera hasta límites como los que nos llevó aquella noche de noviembre de 1981 como relaté recientemente con motivo del tercer aniversario de “su viaje”. Durante los cinco años siguientes nuestra amistad fue creciendo, e incluso en una ocasión fue puesta a prueba por una mala gestión de Revert hacia José Luis Gil.
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A las siete de la tarde del domingo 22 de agosto, mientras sonaba el monumental Pasaje del Agua, de Lole y Manuel, el pomo de la puerta del estudio se giró lenta y suavemente para dar paso a la aparición deseada desde hacía mas cinco semanas. Con un vestido ibicenco totalmente blanco que llegaba hasta los pies, el pelo negro suelto por los hombros, morena y, como siempre, sin apenas maquillaje, entraba Carmen mas radiante y bella que nunca. Nos abrazamos, nos besamos tierna y cálidamente, pero no sentí su pasión… Me contó el viaje, la experiencia, el seminario al que había asistido, los conciertos que había visto y de la gente que había conocido… Durante las tres horas restantes apenas pude comentar los discos porque el tiempo de la música volaba, pero estaba intranquilo. Había algo en su gesto, en su mirada, en sus palabras que a pesar del calor pretendido no transmitían emoción. Esas cinco semanas transcurridas parecían mucho mas tiempo.

Al salir de la radio bajamos a cenar a Herza y fuimos a su apartamento, pero a medida que fue pasando el tiempo fui percibiendo ese cambio. No era la mujer que había conocido unos meses antes; su vida había cambiado, estaba transformada y quería dar un giro definitivo a todo. Su experiencia en California la había alejado definitivamente y se planteaba dejar el gabinete para afrontar otros proyectos. Aquella fue la última noche que estuvimos juntos.

Próximamente: Arriaza a Nueva York, y tú a Londres

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