“Solo hubo un Jacques Brel”

Así tituló en dos ocasiones Movieplay, la compañía discográfica que distribuía el catálogo en España a finales de los 70 de Barclay, el sello para el que grababa Jacques Romain Georges Brel (Schaerbeek, Bélgica, 1929 - Bobigny, Francia, 1978), cantautor, poeta, actor y cineasta. Pocos, muy pocos como él llevaron la interpretación y creatividad en la música francesa en unas canciones plenas de poesía, lirismo y sinceridad de sus letras. Aquella escuela de Trenet, Piaf, Greco, Aznavour, Becaud, incluso Montand, no ha podido tener una continuidad porque pareciera que la creatividad hubiera querido recrearse en una época y unos años muy concretos y precisos. Pero la categoría de aquellos artistas fue de tal magnitud que se convirtió en inmortal.

Para la posteridad y la mayoría ha quedado “Ne me quitte pas (1959) como su canción más internacional, traducida a diversos idiomas e interpretada por muchos cantantes, pero ello encierra una enorme injusticia porque, al margen de la extraordinaria categoría de la canción, no se pueden obviar momentos cumpres de creatividad como “Les Bombons”, “Bruxelles”, “Mathilde”, “Le Plat Pays”, “Les Viex”, “Les Burgeois”, “La Fanatte”, la increible sinceridad de “La Chanson des Vieux amants” y la increíblemente descriptiva de la vida en el puerto de “Amsterdam”. Todas y cada una de ellas auténticos retratos realistas, a veces impresionistas y siempre llenos de la misma belleza, dureza, pasión y sinceridad de la misma vida y sus protagonistas. Aunque en sus propias palabras “el talento no existe, el talento es tener el deseo de hacer algo” el demostró que la creatividad también se trabaja con perseverancia. Sus temas trataban del amor, la sociedad, los ritos y creencias espirituales, pero su trabajo no se limitaba a un estilo, al margen del drama dominaba como nadie las creaciones cómicas y humorísticas. En la interpretación de cada tema se convertía en el protagonista de la historia creada para la pasión, el dolor, el humor o la crítica. Por todo ello realmente “Solo hubo un Jacques Brel”.  

El 1 de junio de 1950 se casó con Thérèse Michielsen (“Miche”) con la que tuvo tres hijas, Chantal (1951), France (1953) e Isabelle (1958), a quien dedicó la canción homónima. En 1952 comenzó su carrera como compositor compaginándola con actuaciones en diferentes cabarets bruselenses. Allí mostraba su potencia expresiva e interpretativa que le caracterizaría. En 1953 publicó su primer disco y se marchó solo a París, donde se entregaría definitivamente a escribir música y canciones en cabarets y music-halls. En 1956 grabó el que sería su primer gran éxito “Quand on n'a que l'amour” llegando a presentarse en un show con Maurice Chevalier y Michel Legrand. En 1957 grabó su segundo LP, ya a 33 rpm, por el que lograría el Grand Prix de l'Académie Charles Cros y un año después era aclamado en el legendario Olympia parisino. En 1959 grabó la que sería su obra maestra y mayor éxito, “Ne me quitte pas”, una sentida y dolorosa balada de sencilla estructura y poderosa letra inspirada en la ruptura amorosa con Suzanne Gabriello "Zizou". Impresiona el vídeo de su interpretación con un primer plano de la cara de Brel en el que la frente, cejas, ojos y boca le sirven para plasmar toda la interpretación, sobrecogedora.

En mayo de 1967 ofreció su último concierto en Roubaix. A partir de ese momento se entregó al cine estrenando su primer largometraje, “Les Risques du métier” de André Cayatte. Más tarde se consagraría como actor en la película “Mon oncle Benjamin”. Dejó huella en el teatro interpretando y dirigiendo el musical “L'homme de la Mancha”. 

Aunque nacido en Bélgica, vivió gran parte de su vida en París, donde falleció aunque sus últimos años los pasó en las Islas Marquesas de la Polinesia Francesa. Precisamente allí se trasladaron sus restos para descansar al lado de los de Paul Gauguin . En diciembre de 2005, el público de la RTBF (la radio-televisión pública francófona belga) le eligió como el belga más importante de todos los tiempos.



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