Nunca... (139) Ramón Varela Pol, el hombre fiel en la sombra
En poco menos
de un año la salud de Ramón Varela, el padre de Paloma, fue empeorando a
pasos agigantados. El verano fue muy duro. Paloma iba todos
los fines de semana a Madrid para acompañar a su madre y hermanos en el cuidado de
su padre. Finalmente falleció el 13 de noviembre, apenas unas semanas después
de cumplir 70 años.Parecía una
maldita jugada del destino; los hombres que habían realizado la transición
económica y empresarial de los Garrigues a Polanco fallecían el mismo año con
apenas tres meses de diferencia. Efectivamente, a principios de agosto de ese mismo año
lo hacía Joaquín Tena Arregui con tan solo 39 años. No por menos
temida su desaparición fue menos dura, pero el apoyo y cariño que toda la
profesión, clase política y medios demostraron fue esencial para ayudar a
superar el momento.
Ramón Varela
Pol había nacido en Santiago de Compostela en 1917. Se trasladó a Madrid para
hacer la carrera de derecho. En la capital conoció a los Garrigues y entró a
trabajar en el bufete de abogados de la familia, aunque poco tiempo después le
llevaron a la Ser, donde trabajaría hasta el final de sus días, de hecho ya
enfermo siguió asistiendo a reuniones del consejo como secretario general hasta que su salud se lo
impidió.
Varela era un
hombre tranquilo, de una enorme capacidad de trabajo, amplia cultura y con dos pasiones por encima de todas la política y la lectura. Su casa era una auténtica
biblioteca y los libros que no cabían en el piso de Benito Gutiérrez se iban
llevando al chalet de Fuente del Fresno. Esa pasión por la lectura la
inculcó a su hijos desde muy pequeños. Fue un hombre cabal, de principios,
republicano y fiel a la familia que le dio el primer trabajo hasta el final.
Entregado en cuerpo y alma a la radio, también él conoció allí a la que sería
su mujer Carmen, emparentada con los Oñate, en 1962 se le concedió la Antena de
Oro al mismo tiempo que a Adolfo Marsillach, Bobby Deglané o José Joaquín
Marroquí. Junto a
Joaquín Peláez creó los Premios Ondas, la Operación Plus
Ultra, una forma de premiar a niños que la posguerra había convertido en
auténticos héroes que tenían que sacar a sus familias adelante, y con el mismo
Peláez metió a la Ser en la Unión Europea de Radio (UER), siendo la primera
cadena española en entrar en el club de la radio europea.
Hombre
discreto, supo estar siempre en el sitio adecuado como lo demuestran dos hechos
relevantes poco conocidos de su trayectoria y que son imprescindibles para
entender la historia de la radio en España. En 1978 la familia Garrigues decide
que es el momento de dar un cambio a la Ser en sus estructuras ante la realidad
democrática y, como cuenta Lorenzo Díaz en su Historia de la radio en España,
1923-1997, en el verano de
1978 los propietarios de la Ser apuestan por Ramón Varela como nuevo director general nombrando a
Eugenio Fontán consejero delegado, pero su mujer, María Teresa Oñate, le hace
ver que ese cambio consiste en “quitarte la radio” por lo que Fontán durante
algo mas de una semana “se agarra a su sillón” y, sin apenas salir del despacho
asesorado por su hermano Antonio, entonces presidente del Senado, maniobra para
que los miembros del consejo se opongan al nombramiento de Varela. Finalmente
la “crisis del verano del 78” como la conocimos en la familia se salda con una
ligera bicefalia manteniendo a Fontán en su puesto y nombrando a Varela
director general adjunto con los mismos poderes, pero como Varela no era hombre
de luchas ni conspiraciones se mantuvo en un discreto segundo plano realizando
las mismas funciones que venía desempeñando hasta ese momento, pero
ratificándose definitivamente como “el hombre de los Garrigues”.
Como bien
recoge Díaz en su libro, la historia de la Ser en particular, y de la radio en
España en general, habrían sido muy diferentes de haberse llevado a cabo aquél cambio.
Finalmente apenas cinco años mas tarde los Garrigues junto a Varela hablan con
Polanco para salvar a la primera empresa radiofónica del país(*). En 1987 había
finalizado el trabajo que el destino les había reservado a Tena y a Varela. Se
habían sentado las bases del futuro, ahora todo estaba ya en manos de los
nuevos gestores. La Ser que se conoce tras la llegada de Polanco la plantaron
ellos dos con un trabajo de auténtica orfebrería. Los errores o aciertos
posteriores son de cada uno de los gestores de cada momento. Su trabajo estaba
hecho. Ramón Varela pilotó a través de la familia Garrigues la transición a los
nuevos tiempos.
(*) Ver La llegada de Polanco, Crisis en la novena planta, Vísperas de la crisis y obituario de Joaquín Tena Arregui
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