Manolo Martín Ferrand ya no contará "las cosas que nos pasan..."

Los que siguen el blog conocen la importancia de Manuel Martín Ferrand en mi carrera profesional. El fue quien me dio mi primer trabajo en Tele 7, y quien me abrió las puertas de la radio en la cadena Ser, el medio que empecé a amar por la música y que se apoderó de mi con su forma de tratar la información, de aquella manera que él tenía de contar “las cosas que pasan”. Mas tarde con los años nuestras carreras se fueron separando hasta llegar a la competencia, y de ahí a diferentes caminos ideológicos, pero para mi seguía teniendo de referente a aquél periodista que conocí y con los años fue cambiando. Esas diferencias las manifesté indignado cuando escribió un duro, y para mi injusto, comentario sobre los funcionarios.

Aquél Manolo Martín Ferrand
Siempre recordaré sus consejos en el trabajo o cuando me marché a la mili, sus conversaciones con mi suegro en el porche del chalet de Fuente del Fresno, o su forma de degustar de la gastronomía en sus diferentes matices. Era un enamorado de la cocina española en general y gallega en particular.

Dominaba como pocos la radio, se salía de las pantallas de la televisión para convertirse en un miembro mas de la familia, escribía con una frescura y lucidez admirables. Era lo que se llama un animal de la comunicación, pero la profesión le llevó mas allá, hasta el punto de convertirse en directivo de éxito convirtiendo en apenas una década a Antena 3 en líder de la radio.

En esa faceta tuvo luces y sombras con medios que triunfaban y otros que cerraban llegándose a hablar de él como el “Ángel exterminador”, pero ante todo Manuel Martín Ferrand fue, como reza hoy la información del diario ABC, en el que venía colaborando en los últimos años con una columna diaria, “El periodista total”. Y es verdad, fue grande en todos los medios que tocó, que fueron todos; prensa escrita, radio y televisión, siendo un referente en todos ellos a pesar de la discrepancia.

Manolo Martín Ferrand le hizo mucho daño al grupo en el que trabajé, pero no por la competencia, que siempre es sana y necesaria, sino por la forma en que se entregó a una caza de Polanco auspiciada por el poder y la caverna mediática de una forma salvaje e injusta como el tiempo demostró. 

A pesar de discrepancias profesionales muy fuertes y duras, hoy los profesionales de este país que trabajamos con él nos sentimos un poco huérfanos de aquél periodista de los primeros años al que admiré y que el tiempo hizo que se fuera alejando de contar "las cosas que pasan" para hacer que pasaran.


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