Espanya y Cataluña

El independentismo catalán ya ha ganado. Pase lo que pase el día 27 ya nada será igual. Desde que el PP denunció ante el Tribunal Constitucional el nuevo Estatut y realizó una campaña de petición de firmas en contra que recientemente el propio García Albiol reconoció haberse visto como una agresión a la propia Cataluña, la semilla del independentismo empezó a crecer hasta presentar un árbol que ha crecido con tal frondosidad que por mucho que se poden sus ramas ya da una sombra a la que se acoge casi la mitad de los ciudadanos catalanes, y lo que es peor, se ha generado una ruptura que ni los mas optimistas creen que se pueda recomponer.

Recientemente el máximo representante de Ciudadanos, Albert Rivera ha manifestado en una entrevista en Cuatro que Cataluña no es una nación. Para Rivera “ya tenemos una nación que es España”. Tras esa afirmación, en la misma línea de pensamiento del PP solo queda el Psoe y el resto de fuerzas de izquierda que si consideran nación a Cataluña me pregunto ¿cómo se va a plantear un entendimiento para sentarse a dialogar sobre una reforma de la Constitución? Parece sorprendente pero la distancia que hay hoy entre las fuerzas políticas de todo el estado español están mas alejadas que –incluso- en la transición. ¿Es imaginable que Suárez no hubiera legalizado el PCE? ¿Serían posible hoy acuerdos como los pactos de la Moncloa?

Ambas situaciones han quebrado este país y ha generado un desgarro en la ciudadanía difícil de sobrellevar. Estoy convencido que los mas entusiastas independentistas de buena fe y el resto de españoles, ciudadanos sufridores de la desconexión de la clase política, sienten un fuerte desgarro interior o al menos así lo siento yo que tengo decenas de amigos catalanes, y algunos muy íntimos. Por mucho que los políticos independentistas se esfuercen en decir que una vez consumado el proceso la relación seguirá siendo como hasta ahora ellos saben que eso no es cierto, y será muy difícil recomponer esa ruptura, no puede serlo porque a medida que pase el tiempo el alejamiento de unos y otros irá siendo mas grande.

Para alguien por quien que fluye sangre catalana por parte materna el desgarro es inmenso. Por dramas familiares producidos por la Primera Guerra Mundial gran parte de la familia de mi abuela materna tuvo que emigrar a Madrid procedentes de Falset, (Tarragona). En la capital mi abuela, una mujer de la burguesía catalana procedente de una familia de terratenientes, conoció a mi abuelo, un republicano de derechas, se casaron, tuvieron siete hijos y otra vez la guerra intervino en su fatal destino; ambos murieron. Él fusilado y ella perdida buscando a su marido entre las cárceles de Madrid. Quedaban vivos cinco de sus hijos entre 5 y 12 años al cuidado de la tía “Beniteta” que se había instalado definitivamente en Madrid.

La Unión Europea nació con la voluntad de ir creciendo para ir sumando naciones que de forma voluntaria querían incorporarse a un proyecto común. Es hora de que decidamos como queremos vivir en Espanya y en Cataluña, en Catalunya y en España.

Esta es una historia como tantas otras que se han vivido y que han ido conformando la relación entre las regiones –nacionalidades o naciones- de España. Por eso duele que los intereses de unos y otros, los independentistas catalanes y los conservadores españoles, se hayan tirado a la cabeza ilusiones de gentes de bien, sueños y deseos de confraternización para tapar sus vergüenzas políticas. No somos los ciudadanos responsables del destino de nuestro gobernantes mas allá de nuestro error de votar casi siempre en el mismo sentido sin exigir responsabilidades cuando ya es demasiado tarde.  Y ahí si que somos nosotros los responsables por haber seguido depositando nuestra confianza en personajes que legislatura tras legislatura hemos dejado que se rieran de nosotros.

Desde mi humilde opinión no permitir abrir la Constitución de 1978 para reconocer que la “soberanía nacional” reside en las comunidades autónomas –por ejemplo históricas, o en todas para no crear diferencias- esconde un sentir patrimonialista del estado por parte de la intransigencia. La Unión Europea nació con la voluntad de ir creciendo para ir sumando naciones que de forma voluntaria querían incorporarse a un proyecto común. Es hora de que decidamos como queremos vivir en Espanya y en Cataluña, en Catalunya y en España.

Aunque yo prefiera que mis hermanos sigan en casa no puedo cerrar las puertas y tenerles retenidos, aunque crea que es lo mejor para ellos. 

Entiendo el entusiasmo de los catalanes de bien que quieren decidir por ellos mismos y hay que darles una salida, pero tras decidir sobre su futuro todos debemos pensar cómo se gestiona lo que decidan y no desde el frentismo, si no con espíritu de colaboración. Yo al menos creo en la unión voluntariamente, como en el matrimonio, pero cuando llega el momento del divorcio hay que ser civilizados y empáticos. Aunque yo prefiera que mis hermanos sigan en mi casa no puedo cerrar las puertas y tenerles retenidos, aunque crea que es lo mejor para ellos. Quizás si los dejamos salir nos verían sin recelos y nos volverían a ver como hermanos. En cualquier caso estamos muy unidos. Tenemos la misma sangre y eso es indisoluble.


Puede que sea un bicho raro que vive al margen de lo que realmente interesa, pero hablando desde un corazón roto quiero a Espanya, quiero a Cataluña… a Catalunya y a España.

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