Nunca... (169) Muerte de un periodista

Tras las celebraciones del 25 aniversario de Los 40 Principales, algunos pequeños ajustes en la programación, la mejora de las ventas y la reubicación de algunos miembros de la plantilla en diferentes programas hacían pensar que la marcha de la emisora tenía un futuro prometedor. Habíamos contado con la presencia de La Verbena de la Moncloa en las fiestas de Septiembre pero finalmente se cayó del cartel y tuvimos que reinventarnos patrocinios para sacar adelante el resto de compromisos publicitarios obteniendo un alto rendimiento hasta superar definitivamente los presupuestos y las ventas del año anterior. Pero en un recodo del calendario, antes del final del verano, la carretera nos tenía reservado uno de los momentos mas duros que he sufrido en mi vida profesional y personal.

Los cervantinos personajes con Munera al fondo
 y su iglesia de San Sebastián
El último fin de semana del verano habíamos ido toda la familia a la playa. Al regresar la noche del domingo estaba sonando el teléfono: Luis Escribano, el jefe de deportes, me dijo que llevaba toda la tarde intentando localizarme tanto el como los demás compañeros de la emisora para decirme que Enrique había sufrido un accidente de moto y había fallecido… Mientras reaccionaba fue contándome como había sucedido. Ese fin de semana Enrique y Julia, su mujer, habían asistido en Munera -su pueblo- al bautizo de uno de sus sobrinos y tras tomarse un café en el casino salió con un amigo en dirección a Ossa de Montiel donde le esperaba Julia embarazada de cuatro meses para regresar a Albacete. Enrique no llegó; una curva se cruzó en su camino.

Luis me dio el teléfono de Julia y la madre de Enrique, hablé con ellas, intenté inútilmente  consolarlas y al día siguiente me desplacé a Munera con casi todo el personal de la emisora para, no solo ofrecer todo nuestro apoyo sino para acompañar en esos duros momentos a la familia. Nunca he querido ver a a un fallecido pero aquél día me quedé al lado de mi amigo hasta la noche con su mujer y su madre.

Enrique García-Solana Gavidia había sido no solo un gran apoyo desde mi llegada, además era un hombre comprometido con la información y con la Ser. Progresista e independiente había sabido enfrentarse a todo aquél que en algún momento había intentado, aunque fuera mínimamente, hacerle alguna observación con la que viera afectada su rugor profesional, servicio al oyente y a la cadena. Enrique había heredado de su padre, Enrique García-Solana, periodista, escritor y creador del certamen literario de la Bella Quiteria, su pasión por el periodismo, la literatura y el amor por su tierra castellano-manchega, continuando junto a su madre, Amparo, la labor de su padre año tras año a la sombra del molino que ambos habían construido a mediados de los 70 en homenaje al personaje de las bodas de Camacho en la segunda parte de El Quijote.

Molino de la Bella Quiteria
El dolor por su ausencia, su prematura desaparición era insoportable aunque emocionaba ver el cariño que toda la comarca sentía por nuestro compañero. El día de su funeral acudieron no solo los vecinos y amigos; por parte de la cadena, además de los directores de las emisoras de la región como Manuel Herrera,  con el que había trabajado durante un par de años hasta mi llegada, y Antonio Gil, vinieron varios directivos, pero para mí lo mas llamativo fue la presencia de José Bono, presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la mayoría de los miembros de su gabinete en el funeral celebrado en la Iglesia de San Sebastián en Munera. Apasionado por el toreo no faltaron sus amigos, acudieron entre otros los maestros Manuel de Paz y Dámaso González que se ofrecieron a montar un festival en honor de su amigo y a beneficio de la familia en la plaza de toros de Munera.

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