Nunca... (169) Muerte de un periodista
Tras
las celebraciones del 25 aniversario de Los 40 Principales, algunos pequeños
ajustes en la programación, la mejora de las ventas y la reubicación de algunos
miembros de la plantilla en diferentes programas hacían pensar que la marcha de la emisora tenía un futuro prometedor. Habíamos contado con la presencia de La
Verbena de la Moncloa en las fiestas de Septiembre pero finalmente se cayó del cartel y tuvimos que
reinventarnos patrocinios para sacar adelante el resto de compromisos
publicitarios obteniendo un alto rendimiento hasta superar definitivamente los
presupuestos y las ventas del año anterior. Pero en un recodo del calendario,
antes del final del verano, la carretera nos tenía reservado uno de los momentos mas duros que he sufrido en mi vida profesional y personal.
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Los cervantinos personajes con Munera al fondo y su iglesia de San Sebastián |
Luis
me dio el teléfono de Julia y la madre de Enrique, hablé con ellas, intenté
inútilmente consolarlas y al día
siguiente me desplacé a Munera con casi todo el personal de la emisora para, no
solo ofrecer todo nuestro apoyo sino para acompañar en esos duros momentos a la
familia. Nunca he querido ver a a un fallecido pero aquél día me quedé al lado
de mi amigo hasta la noche con su mujer y su madre.
Enrique García-Solana Gavidia había sido no solo un gran apoyo desde mi llegada, además era un hombre
comprometido con la información y con la Ser. Progresista e
independiente había sabido enfrentarse a todo aquél que en algún momento había
intentado, aunque fuera mínimamente, hacerle alguna observación con la que viera
afectada su rugor profesional, servicio al oyente y a la cadena. Enrique había heredado de su padre, Enrique García-Solana, periodista, escritor y creador del
certamen literario de la Bella Quiteria, su pasión por el periodismo, la
literatura y el amor por su tierra castellano-manchega, continuando junto a su
madre, Amparo, la labor de su padre año tras año a la sombra del molino que ambos
habían construido a mediados de los 70 en homenaje al personaje de las bodas de
Camacho en la segunda parte de El Quijote.
El
dolor por su ausencia, su prematura desaparición era insoportable aunque
emocionaba ver el cariño que toda la comarca sentía por nuestro compañero. El
día de su funeral acudieron no solo los vecinos y amigos; por parte de la
cadena, además de los directores de las emisoras de la región como Manuel
Herrera, con el que había
trabajado durante un par de años hasta mi llegada, y Antonio Gil, vinieron
varios directivos, pero para mí lo mas llamativo fue la presencia de José Bono,
presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la mayoría de los
miembros de su gabinete en el funeral celebrado en la Iglesia de San Sebastián
en Munera. Apasionado por el toreo no faltaron sus amigos, acudieron entre
otros los maestros Manuel de Paz y Dámaso González que se ofrecieron a montar
un festival en honor de su amigo y a beneficio de la familia en la plaza de
toros de Munera.
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