Nunca... (79) Ellas a su aire


Despiértame,
Sigo desnuda aún,
Enséñame a olvidar
la fecha y el lugar
de vuestra ambigüedad.

Despiértame
antes que den las seis.
El no debe saber
que existe una mujer
en tu jardín cuando él se va.

Despiértame…
(1980 Mari Trini, A mi aire) 

A “su” aire

La hoja de promoción del disco decía de ella que era “una canción que no cesa”, y era cierto. Solo hacía un año y medio de Solo para ti, el álbum con el que dio un cambio radical tomando definitivamente los mandos de su carrera, pero en esta ocasión los arreglos eran menos orquestales, mas acústicos, destacando unos riffs intensos, en los que volcaba toda su intimidad poniéndose ante el espejo para exponer temas comerciales como El desertor, o de gran belleza y calado como Ayúdala; de una sensibilidad intensa sobre la bisexualidad como Despiértame, confesiones personales en Soy un caso perdido y Que mas da, tiernos  y de gran belleza como La primera vez, o críticos ante la deslealtad y falta de compromiso en el amor como en Ayúdala.

Quedamos a cenar en La Gran Tasca de la Ballesta, detrás de la radio, calle en la que proliferaban las “Samaritanas del amor” como las llamaba Perales, y sobre las que me manifestó el dolor que le producía que tuvieran que dedicarse a comerciar con su cuerpo. Estaba plenamente comprometida con la mujer como lo demostró en diferentes canciones. Aquella noche con ella y Claudette vino a la cena Vicente Ahumada, uno de los mejores promotores de Hispavox, amante del rock y primer fan de Elvis en España, que sabía sentir la calidad poética de la cantautora.

Hacía varios meses que no nos veíamos y me sorprendió su cambio de imagen, el pelo mas corto, llena de color, con pantalones, blusa y cazadora, tacones altos y un aspecto mucho mas fresco. “Siempre hay que ir con los tiempos que se viven, cada día me siento mas joven, vital y próxima a todo lo que me rodea”. “¿Por eso te gusta volver rápidamente al primer plano, en apenas un año?”, la pregunté y contestó que no era algo que se planteara, lo hacía cuando sentía la necesidad de comunicarse.

Aquella noche no quiso sentarse enfrente, prefería estar a mi lado “para estar mas juntos y que nuestras energías traspasen el micrófono, y la audiencia lo sienta”, me dijo. “Nos seguiremos mirando a los ojos como siempre hacemos”.

Nuestras conversaciones daban para todo, incluso para hablar de música. El programa de la noche iba a girar sobre su nuevo disco, A mi aire y poco tiempo tendríamos para poner discos de otros intérpretes, pero por supuesto que hubo momentos para escuchar a Jacques Brel, Serrat y Edith Piaf. Recorrimos sus confesiones como La primera vez y Soy un caso perdido, sus perspectivas sobre la vida en El cielo no está y Que más me da, pero principalmente nos detuvimos en Despiértame. Aquella noche fue la primera vez que se desnudó ante mi públicamente manifestando el dolor de la creación, la composición, el sufrimiento de algunas letras y la necesidad que sentía con el paso de los años para que la audiencia la fuera conociendo en su auténtica dimensión de artista, cantautora y ser humano.

Recorrimos cada uno de los ocho temas que conformaban el último parto. A lo largo de la entrevista-conversación hablamos sobre las pocas cantautoras que iban quedando en España, eso le llamaba la atención y le preocupaba. Comentando el título del disco le dije que ella realmente siempre había ido a su aire, pero principalmente en los últimos Como el rocío, Solo para ti y ahora, A mi aire, pero ahora lo había conseguido hacer mas patente, principalmente desde la llegada de Gil a la compañía.

Hablamos de la intimidad, frescura y variedad de las canciones desnudas de orquestaciones que, a veces, distraen de la belleza de los textos. Se sentía mas propietaria de todo el trabajo y mas responsable, mas comprometida consigo misma, con los músicos y arreglistas, destacando una vez mas a Danilo Vaona. No en balde era la cantautora, música y poeta que había conseguido que uno de sus primeros discos, Amores, hubiera sido considerado por la redacción de El Gran Musical como el segundo mejor LP de la década de los 70, algo que a ella le había emocionado especialmente llamándonos s todos y cada uno de los miembros de la redacción personalmente para darnos las gracias.

Un seguidor del blog de gran memoria escribió en el post dedicado al homenaje que le dedicaron el el programa de María Teresa Campos, Que tiempo tan feliz, en el que actuó Lucía Pérez, que "Tampoco hemos olvidado algunos aquella magnífica entrevista nocturna para presentar A mi aire… una de las pocas veces que en la radio ha sonado Despiértame".


Así fue la primera de las seis noches que pasé con Mari Trini.

***

La fuerza de Bibi

Bibí Andersen, Bibí y, finalmente, Bibí Fernández, había roto todos los moldes desde que en aquél programa de José María Iñigo, Estudio abierto, la había presentado a toda España rodeándola de una aureola equívoca muy bien estudiada para su lanzamiento.

Primero en Barcelona y mas tarde de la mano de Vicente Aranda en la película Cambio de sexo con Victoria Abril, consiguió abrirse un camino en el cine y la música que fue largo y duro. Siempre había sentido una fuerte atracción por el espectáculo y la música por eso no me extrañó verla en un restaurante con Alain Milhaud hablando largo y tendido. Allí nos presentaron.



Dos años después de aquél encuentro José Luis Gil me dijo que la había fichado para Hispavox y estaba decidido a que Bibi se convirtiera en la mujer que hiciera bailar a todos los españoles. Gil cuenta en su libro que en todos mis años de vida profesional siempre había puesto por delante de cualquier otra cosa la sinceridad en las relaciones personales, y jamás me importó la tendencia sexual de nadie. Por eso cuando Bibi era objeto de una curiosidad malsana la firmé un contrato, lanzó Lay Champagne y la convirtió en número uno en Alemania, y en todo un fenómeno en nuestro país, que aún continua.

De acuerdo con Vicente Ahumada y Ricardo Ortiz quedé con ella en un par de ocasiones para una entrevista en El Gran Musical y otra en una de las noches de la radio. En la primera de ellas en la desaparecida cafetería Nebraska surgió una fuerte empatía que se mantuvo en el tiempo que coincidimos en la música. Siempre he sentido la fuerza y pasión que ponía en todo lo que emprendía y la total claridad en sus manifestaciones. Recuerdo una noche que había salido a cenar con Paloma y algunos amigos a un chino cerca de la radio y coincidimos en el restaurante. En cuanto me vio me llamó de un grito y se mostró tan entrañable y cariñosa como era con todo aquél que le demostraba si sinceridad.

Estaba entusiasmada con su primer disco, con la producción que había hecho Peter Laudemann, uno de los hombres de Donna Summer, en aquél Call me Lady Champagne y así se lo hacía ver a todos. Había conseguido por fin arrancar su carrera. En el resto de sus trabajos, los discos siguientes, el cine y la televisión, ya fui un mero espectador, pero hace unos días cuando de nuevo hablé con ella para recordar aquellos tiempos volví a percibir su energía. Realmente era, es, una artista que se podía subir, de hecho lo hacía, a la cabeza como rezaba el eslogan del lanzamiento de la campaña de su primer disco. Y me alegro.


"Felices sin nosotros"

Llegando la primavera Billy Joel mostraba su mejor cara de rockero con Glass Houses haciendo una exhibición bocal llena de matices donde destacaban temas como You may be right, Sometimes a fantasy, It’s stills rock and roll to me, Close to the border line o Sleepin with the televisión on. Dan Fogelberg se mostraba mas asequible que nunca con un álbum casi perfecto titulado Phoenix que recogía joyas como la canción que daba título al trabajo, la suntuosa maravilla acústica de Gypsy, Wind, The last to kanow y Face the Fire.

Pero los días que veía el sol, es decir habitualmente los lunes por la mañana, si coincidía con mi amigo Manolo Fernández, ya consagrado experto profesional radiofónico y discográfico, y referente de la Country Music en España me gustaba discutir con él sobre nuestros amores americanos en féminas como Emmylou Harris y Linda Susan Marie Rondstadt. Esta acababa de publicar su duodécimo LP titulado Mad love, en una auténtico homenaje a la “New Wave” con temas de The Cretones, Elvis Costello y Neil Young. Aunque ambos ya estábamos casados seguíamos soñando con alguna de “nuestras chicas americanas”, y aunque Carlos B. quería competir con nosotros no había color. En cualquier caso “ellas intentaban ser felices sin nosotros”.

Mad love estaba producido por Peter Asher, con el que Linda había trabajado en sus últimos cinco discos, todos convertidos en discos de platino. Aún escucho Mad love y me sigo emocionando evocando aquellos encuentros y ensoñaciones.

Los conciertos de la década

Tras la experiencia de elegir los diez LP’s de la década, y la excelente acogida que tuvieron las decisiones tomadas, decidimos en la redacción del periódico hacer lo mismo con los conciertos mas importantes que se habían celebrado en nuestro país. Rafa Revert, Carlos  B. Pérez-Díaz, Nacho Artime, Joaquín Luqui, Julián Ruíz, José Antonio Maillo y yo, tras varias discusiones, y dado que no todos habíamos visto los mismos conciertos, decidimos que cada uno diera sus cinco conciertos tanto nacionales como internacionales, entregando dos puntos al primero y uno al resto.

Mis votos fueron para Leonard Cohen, Chicago, Cat Stevens, Elton John y Doctor Feelgood. El resultado dio como ganadores a los Rolling Stones con 7 votos, el segundo puesto fue para Leonard Cohen, el tercero “ex-aequo” lo compartieron Cat Stevens, Supertramp y Chicago, y los puestos del séptimo al décimo lo ocuparon, también empatados, Elton John, Lou Reed y King Crimson.



Por parte de los españoles el primer puesto, también en conciertos como en álbumes fue para Joan Manuel Serrat con 9 votos, el segundo lugar lo compartieron Miguel Ríos y Paco de Lucía, el cuarto fue para Raphael y Lluis Llach y el resto de posiciones las ocuparon La Orquesta Mondragón, Mari Trini y Luis Eduardo Aute.





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