Hora XXV (25) al cumplir 50 años
A Luis Rodríguez Olivares
Hace pocos días Luis Rodríguez Olivares me trasladaba una reflexión con motivo del 50 aniversario de Hora XXV (hoy, “25”) debido a una entrevista que le habían realizado en El País además de a él, a Iñaki Gabilondo y a Javier González Ferrari. En dicha reflexión Luis, primer subdirector del programa de “cuestiones actuales” que había puesto en marcha Antonio Calderón en manos de Manuel Martín Ferrand, me decía que tras la entrevista había releído de nuevo el capítulo de Testigo de radio en el que me refería al nacimiento del programa que ahora cumple medio siglo titulado La seducción del medio, Hora XXV*. Hoy hemos vuelto a reeditar aquél recuerdo y nuestro primer encuentro en Altea "su pueblo y el mio" que diría Miguel Hernández.
A raíz del comentario de Luis he recordado que el nacimiento de ese programa y el mes de enero están marcados en mi vida de forma indeleble. Hora XXV me llevó a la radio cuando cumplía un año y ese mismo día 38 años después salía de la misma planta 9. El ascensor ya no era un ataúd, el viejo edificio y sus instalaciones estaban totalmente renovadas. Ya nada recordaba aquél 1972, ni siquiera el nombre de la calle -entonces Avenida de José Antonio- únicamente las escaleras de mármol quedaban como testigos de mil y una conversaciones, consejos y confidencias. Lo único que se mantenía vigente era el amor al espíritu de un medio, una empresa, una casa que había asistido, y en ocasiones sufrido, grandes cambios, algunos trascendentales desde sus orígenes, y aún le quedaban otros -quizás mayores- por llegar.
Cuando se cumplen los primeros 50 años del programa que fue referente para la radio, la democracia y la historia de España me pregunto qué queda de aquél espíritu. Precisamente porque los tiempos han cambiado si entonces se trabajaba y se luchaba expediente tras expediente y amenaza de cierre tras amenazada de cierre, sorteando todas y cada una de aquellas barreras, el compromiso con la independencia debe seguir siendo básico y fundamental. y me pregunto si los actuales responsables de la casa están por la labor. Le deseo a su actual director, Aimar Bretos toda la suerte que el programa se ha ganado con su historia. La va a necesitar.
No quiero terminar mi homenaje al programa informativo decano de la radio sin escribir junto al nombre de su primer director, Manuel Martín Ferrand a quien mas tiempo estuvo al frente del mismo y convirtió a Hora 25 (ahora sin números romanos) en el referente de la radio informativa y de análisis, el inolvidable y eterno Carlos Llamas Gavilanes. Fuerza, independencia, y suerte para Aimar Bretos, su director actual, la va a necesitar.
*Así arranca ese capítulo de Testigo de radio:
CAPÍTULO I
La seducción del medio, Hora XXV
El conserje salió de la cabina del portal. Le dijimos que queríamos ver a Manolo Martín Ferrand. Llamó por el teléfono interno a recepción de la novena planta, donde se encontraba entonces la redacción del programa, aunque los estudios de emisión de cadena y continuidad estaban en el segundo piso. Amablemente nos llamó al ascensor, al que bautizamos como el ataúd por su color negro y sonido chirriante. Aquella cabina a ratos oscilaba piso a piso entre las guías por las que discurría el subir y bajar en un baile tenebroso. Pasados unos segundos que se nos hicieron eternos y tras un pequeño saltito, el ataúd se detuvo. Habíamos llegado a nuestro destino.
El recepcionista de la «planta noble» de la Sociedad Española de Radiodifusión, S. A. (se cambiaría a S. L. a mediados de 2009) nos invitó a pasar, conduciéndonos por un pasillo laberíntico que se abría a la izquierda de la entrada principal hasta la redacción. La puerta estaba abierta; la pequeña instalación contaba con cinco mesas de patas metálicas y acabado en formica simulando madera, sus respectivos teléfonos grises y sillas giratorias de color burdeos, tres grandes ventanas orientadas al noroeste desde donde se veía la sierra de Guadarrama, la sala de teletipos y dos pequeños despachos, que ocupaban el propio Martín Ferrand y José María García. Esa era toda la redacción del programa que hacía soñar cada noche a cientos de futuros periodistas. Luis Rodríguez Olivares y Javier Roch nos dijeron que Martín Ferrand, José María García y Manolo Alcalá, entonces reportero del programa, estaban en la entrega de los Premios Populares del diario Pueblo, recogiendo el que habían otorgado al programa tras el éxito obtenido en su primer año de emisión. El periódico de los sindicatos verticales del franquismo lo dirigía Emilio Romero.
Hora XXV era la última gran aportación de Antonio Calderón, uno de los hombres más importantes que ha dado la radio española, padre de Javier González Ferrari. El programa había arrancado el 31 de enero de 1972 en una apuesta de Calderón, apoyada desde los inicios por Tomás Martín Blanco, entonces jefe de programas de la Cadena SER, por la información en una época en la que todas las emisoras estaban obligadas a conectar con Radio Nacional de España para dar «el parte» a las 14:30 y a las 22,00. Dicha denominación provenía de la época de la guerra civil y los famosos «partes de guerra». Junto con Martín Ferrand y José María García, Luis Rodríguez Olivares, Javier Roch, Juana Ginzo, Ángel de la Vega y Manolo Alcalá formaban el grupo de profesionales de la redacción del programa en Madrid, junto con MaríaTeresa Navaza en Radio Galicia de Santiago de Compostela, Joan Castelló Rovira en Radio Barcelona, José Juan Chicón en Radio Zaragoza, Rafael Mauricio en Radio Valencia y María Esperanza Sánchez en Sevilla.
Con Luis al pié de la calle Santa Barbara de Altea, una calle que tiene -"su y mi"- historia |
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