A Jesús Hermida

Terminaba 1968 y viendo las crónicas que Jesús Hermida enviaba desde “la ciudad en la que nunca estuve” me enamoró de la profesión a la que cinco años después entregaría mi vida abandonando definitivamente el mundo del teatro independiente. Aquella forma de contar lo que estaba pasando en Estados Unidos, en la ciudad de Nueva York, los viajes de los Apolo y la llegada a la Luna, su estilo personal y la forma de desmenuzar el fondo de la realidad, hizo que un sinfín de jóvenes nos enamoráramos de ese maravilloso oficio que se llama periodismo.

Jesús Hermida
Cuando entramos en la Facultad de Ciencias de la Información, en aquél edificio provisional del Instituto de R y TV de la dehesa de la Villa, sería el catedrático Ángel Benito Jaén quien nos abriera los ojos haciéndonos ver que no podíamos ser todos corresponsales en el extranjero, y menos en Nueva York porque la “plaza estaba cubierta. Yo le debo mi vida profesional a Jesús Hermida.

La primera vez que hablé ante un micrófono en la Ser fue en un programa que escribía Joaquín Luqui para los sábados por la noche denominado Show 23. Se trataba de un espacio de entretenimiento cultural en el que cabía de todo presentado por Joaquín Prat y Carmina Pérez de Lama. Mi amigo José Romualdo contaba historias de misterio y yo lo hice imitando las voces del crítico de cine Alfonso Sánchez y a Jesús Hermida. Yo le debo mi vida profesional a él.

No dejé de seguir su carrera durante mas de 40 años de profesión en prensa, radio y televisión aunque nunca le conocí… Hasta curiosamente unas semanas antes de “retirarme”. Gemma Nierga le había invitado a asistir a La Ventana de la Ser y aquella tarde, al salir del estudio le saludé confesándole que a él le debía haberme dedicado a esta profesión mostrándole mi admiración personal y profesional. Le salió su acento onubense y me contestó sorprendido por la enorme responsabilidad que había ejercido sobre mi. “Mírate hasta donde has llegado”, me dijo tras comentar brevemente mi carrera. "Desde aquellas crónicas que yo enviaba desde Nueva York para TVE y que tú seguías en el programa de Manolo Martín Ferrand, 24 horas… Eso lo has hecho tu, pero te agradezco que me lo hayas dicho y conocerte... Suerte". Unas semanas después terminaba mi etapa profesional. El se había convertido en poco menos que mi Alfa y Omega.

Le debo mi vida profesional a Jesús Hermida… y no solo yo. Me consta que un gran número de profesionales de aquellas primeras promociones de periodismo también se la debemos. Ahora te has ido Jesús, pero tu ejemplo y mi admiración serán eternas. Gracias por enseñarme el camino.


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