190/ Cosas de una pequeña pero muy grande emisora

A lo largo de un año, o una temporada en una emisora de radio como en cualquier actividad se producen momentos, situaciones y anécdotas que enriquecen el día a día, y cuando en un lugar de trabajo hay armonía con el paso del tiempo se convierten en momentos entrañables e inolvidables que al recordarlos hacen que surja en el rostro una sonrisa de felicidad. Lo que intento contar y recordar a continuación intenta ser el compendio de esos momentos reflejados a lo largo del tiempo en un día cualquiera, cual costumbrismo.

Tras desayunar mientras escuchaba Hoy por hoy Matinal con las informaciones que ofrecíamos en las desconexiones locales que contaba Javier Ayuso, llevaba a mis hijas al colegio público Laura García-Noblejas de Villaviciosa de Odón, centro ejemplar y maravillosamente dotado de los mejores medios y profesores –hasta con gabinete sicológico-, y a continuación me dirigía a la emisora. Aparcaba en un solar ubicado detrás del edificio de la radio. Al llegar al edificio saludaba a los conserjes que según Manu Martín parecían el prototipo del tópico de porteros que podemos encontrar en cada película de humor o cómic, pero eran eficientes y amables, entregados a la radio y pendientes de nuestras necesidades. En el despacho me contaba Javier los pormenores del día y me entregaba a la lectura de la prensa diaria. Poco después llegaba Paloma Delgado cerrábamos los temas mas interesantes y coordinábamos los que entrarían en directo relacionados con la actualidad y que cubrirían para Hora 14 Móstoles Paco Ortega y el propio Ayuso.

El Bar de Pablo
En homenaje a Pablo y María

Si no había una reunión comercial o cita concreta, a media mañana bajaba al Bar de Pablo en la calle Sitio de Zaragoza y con él y su mujer comentábamos la actualidad futbolística y política del momento. Ambos madridistas de corazón, fe y convencimiento, éramos críticos con según el momento, pero si aparecía un atlético como Javier, o cualquier otro parroquiano que quisiera discutir salía nuestra vena blanca y no dábamos tregua. En cambio si el tema era político no nos entendíamos, el era un apasionado franquista y en ese tema Javier y yo hacíamos un frente democrático común.

Javier recordaba que todos éramos fieles de las tortillas de patata -sin cebolla- de María, -aunque a mi siempre me gustó "con"- degustación que sólo se abandonaba en Semana Santa a cambio de unas deliciosas torrijas. Los lunes había una interesante tertulia futbolera entre Pablo, madridista acérrimo, yo, colchonero y anti-madridista, y algún que otro habitual. Recuerdo que él me llamaba Caminero, por mi parecido físico en aquella época con el jugador atlético. En el año 96, cuando el Atlético de Madrid ganó la liga, me enfundé mi bufanda rojiblanca y bajé a desayunar cantando el himno rojiblanco. Pablo se lo tomó bien e incluso me sirvió el desayuno. En ocasiones se acercaba Manu –seguidor del Sporting- e intentaba mediar en aquellas discusiones aunque él tiraba mas hacía el lado de Javier, compañero del colegio.

Paloma Delgado había entablado una gran amistad tanto con Pablo como con María, su mujer, desde la primera época, diez años antes cuando regentaban el Mesón Pelayo un poco mas adelante en la misma calle. Allí se había establecido el centro de operaciones de la emisora cuando no estábamos en la radio, ya fuera para desayunos, aperitivos, comidas y/o cenas. De hecho era “nuestra cafetería de la radio”. El Bar de Pablo era el nexo de unión como lo bautizó Paloma, a la que Manu llamaba Bill fuera de antena  por el chaleco vaquero con flecos que llevó un día a la radio.

Manu estaba crecido y entusiasmado desde que Antonio Martín Valbuena había empezado a contar con él para las transmisiones locales o de cadena como le había sucedido cuando llamó a la redacción a las pocas semanas de llegar preguntando por mi, pero debido a que ya me había marchado le dijo: “No importa, iba a pedirle permiso para que vayas al Manzanares a hacer micrófono inalámbrico junto a Pacojo en el Atleti–Valencia. Ya localizaré a tu Director”. Y allí se encontró con apenas tres semanas en la radio en el césped del Vicente Calderón con su peto, micrófono inalámbrico amarillo y tratando de no fallar.

El “inamovible” y la móvil

La llegada de la renovación del primer móvil a la emisora fue todo un acontecimiento. Casi todos conocíamos aquellas enormes maletas adaptadas para coche y el teclado ubicado en el lomo del auricular, pero de muy difícil cobertura. Ya no era la maleta que a Manu le recordaba los terminales de campaña que llevaban instalados los Jeep americanos en Vietnam mas que a un teléfono móvil. Pesaba varios kilos y por si faltaba algo, la batería no duraba dos llamadas. Resultaba mas cómodo ir con el peso del inalámbrico a la hora de cubrir un acto cercano a la radio que llevar el “Móvil”. “Aquella maleta” había dado paso a algo mas “manejable, pero al ser una emisora pequeña no nos daban mejores terminales y así llegó el reemplazo del viejo. Si bien las dificultades de cobertura no habían mejorado mucho. El nuevo sistema GSM aún no superaba la implantación MoviLine aunque si su calidad. El terminal nuevo era mas liviano, pero de hecho mas que móvil lo llamábamos el “inamovible” porque era muy difícil encontrar cobertura adecuada y era habitual decirle al que lo portaba “No te muevas de ahí…, quédate quieto,… ahora si se oye…” y el entrevistado tenía que acercarse hasta el “inamovible”.


La Unidad Móvil era poco menos que el coche de la empresa sobre el que había una serie de prioridades a la hora de utilizarlo. En horas de emisión la prioridad absoluta la tenía la antena y la redacción de informativos y programas y en caso de no ser necesaria la podían utilizar los comerciales si tenían que visitar clientes en pueblos de la zona. Al Seat 131 le había sustituido un Ford Fiesta que descansaba en el parking que se había construido detrás de la radio, frente al nuevo edificio de los juzgados de Móstoles, y tuvo sus anécdotas. Paco Ortega no tenía carnet y no pretendía obtenerlo porque le resultaba caro, así que le ofrecí que la radio le financiara las clases y finalmente lo obtuvo. El primer día que cogió el coche, tuvo un pequeño golpe de chapa. No volvió a cogerlo. A él le dio miedo y yo se lo prohibí.


De forma paulatina se fueron incorporando ordenadores en las redacciones de las emisoras, primero las mas grandes y en la medida de la posibilidad de las inversiones en las demás. En Móstoles se seguía trabajando con papel multicopia y maquinas Olivetti. Los únicos ordenadores se utilizaban para los departamentos comercial y financiero. A raíz de un exhaustivo análisis de clientes y agenda de citas con los agentes empecé a tener la vista cansada y tuve que empezar a utilizar gafas para leer.

Orgulloso del equipo

A pesar de las dificultades comerciales había sido una temporada brillante en todos los aspectos de contenidos y como cierre vendría un momento que con el paso del tiempo se valora aún mas. Terminaba la liga, el Real Madrid podía hacerse con el título en el Bernabeu ante su afición y frente al Deportivo de la Coruña y el Rayo se jugaba el ascenso a la primera división por lo que la redacción de deportes de Madrid no podía atender todos los frentes. Manu Martín fue el protagonista de la historia y él la recuerda así: Antes de irnos de vacaciones habría otro momento de los que no se olvidan. El Rayo Vallecano se jugaba un sábado en casa el ascenso a Primera División el mismo día que el Real Madrid de Valdano podía ganar la Liga en el Bernabeu ante el Deportivo de La Coruña. La redacción central apenas tenían efectivos para mandar a Vallecas y me pidieron que fuera yo. Primero intervendría desde la cabina y antes del final entraría desde el césped contando la fiesta. Al terminar decidí ir a Radio Madrid con el técnico de sonido a ver por televisión el partido del Bernabeu. Allí estaba Javier Romera, que sería el encargado de ir a Cibeles a contar la otra fiesta.Tras marcar Zamorano el segundo gol nos fuimos a Cibeles, pero no había micrófonos inalámbricos suficientes. Romera entraría desde la unidad móvil con una manguera de cable que le permitía acercarse al centro de la Plaza. Durante la emisión de El Larguero alguien cortó los cables y Romera se quedó sin micrófono atrapado en medio de miles de madridistas eufóricos. De repente el técnico, José Luis Alonso me miró, señaló con el dedo y dijo un “entras tú”; temblé, y entré. Juan Antonio Alcalá me dio paso, y así debuté en El Larguero.



***

Llamadas a clientes, cita con los respectivos concejales de cultura de la zona, visitas, comidas o reuniones con alcaldes, etc. A raíz de alguna de ellas decidimos dar mas notoriedad en todos los programas a Alcorcón. Ayuso conocía a un joven periodista que había empezado a enviar sus crónicas de la zona a El País, así que llamé a Francisco Javier Barroso y le ofrecí una colaboración como corresponsal en la zona pagándole por crónica enviada. De esa forma Ortega y Ayuso podían centrarse no solo en Móstoles sino en el resto del suroeste y nos garantizábamos una presencia permanente en las fuentes de información de Alcorcón a partir de la nueva temporada 1995-96.

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