Uno de los placeres de Alicante es recorrer las exposiciones
fijas o itinerantes de sus museos. Mas allá del espectacular MARQ, me gusta ver
de nuevo la obra de Emilio Varela en el MACA (Museo de Arte Contemporáneo de
Alicante), y actualmente disfrutar con la colección Fuera de Serie, serigrafías
de la Íbero-Suiza fundada en 1963 en la colección de la UPV (Universidad
Politécnica de Valencia) con obras de los equipos Crónica y Realidad. O la
exposición que la Comisión Cívica para la Recuperación de la Memoria Histórica
está realizando bajo la denominación “La Última Resistencia”, en el Centro
Municipal de las Artes de la Plaza Quijano sobre los acontecimientos producidos
en la bocana del puerto de Alicante entre Marzo y Abril de 1939, cuando miles
de españoles no pudieron escapar del horror de la guerra y la mayoría fueron
fusilados en distintas dependencias de la ciudad, son un regalo para la vista y
los sentidos.
Pero permíteme amigo lector del blog que me detenga en la
pequeña exposición que me ha tocado la parte mas sensible, y me ha trasladado a
momentos de la infancia. Hace unos días poco antes de asistir a un concierto de
Inma Serrano en el Búho Real de Madrid a beneficio de la Fundación Mozambique Sur me sorprendió encontrar en el escaparate de
una tienda de antigüedades, frente a la Iglesia de Santa Bárbara en la calle
Fernando VI, un triciclo igual -¿sería el mismo?- al que tenía yo a los cinco
años. La cosa quedó ahí como una anécdota, una casualidad, pero hoy me he
reencontrado frontalmente con el pasado.
Mi amigo Benja me ha llevado al edificio Bardín, construido
allá por 1901, uno de los pocos edificios que mantienen el sabor histórico de
esta ciudad que, como tantas otras de este país han ido enterrando y demoliendo
con el paso de los años, como si quisieran olvidarse de su pasado, y es curioso
porque la mayoría de sus alcaldes han sido conservadores, así mal llamados. En
ese edifico de la calle San Fernando se encuentra actualmente la sede del
Instituto de Estudios Alicantinos Juan Gil Albert y ha reunido una serie de
joyas dedicada a uno de los emblemas de la provincia, el juguete.
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Sobre el mío |
Mi mente ha regresado a aquellos años 50 de la merienda del
pan con chocolate, o con aceite y azúcar, o con ajo y sal, las purgas de aceite
de ricino o de hígado de bacalao, el Eko como desayuno, a los bocadillos de
foie-gras para el colegio… Me he reencontrado con las motos y coches de
pedales, triciclos, barcos, aviones, la Mariquita Pérez, el coche “teledirigido
por cable” Tiburón Citröen Payá, la maqueta del propio edificio Bardín
convertido en casa de muñecas, los camiones de madera, los coches y motos de
carreras de hojalata, el caballo de madera o cartón piedra con su plataforma de
ruedines, el primer circuito de coches que aún no era el excalectric, y sobre
todo la joya de la exposición, la maqueta de los trenes eléctricos que a todos
los niños de entonces nos hacían soñar, y que por muy modestos que fueran
vivíamos mil y un recorridos en un circuito redondo sin fin.
Ver el esfuerzo y la trayectoria que han realizado familias
como los Payá, Rico, Riera, Bauquillo y tantos otros en Dènia, Ibi u Onil desde
el siglo XIX hasta la actualidad para seguir haciendo disfrutar a los niños de
hoy con mil y una variantes es emocionante, y yo agradezco desde lo mas hondo.
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Mariquita Pérez |
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Casa de muñecas (Edificio Bardín-1901) |
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Motocicleta a pedales |
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Caballo de madera o cartón-piedra |
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Tiburón Citröen Paya |
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Primer circuito de coches de hojalata |
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Maqueta de trenes eléctricos |
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