Nunca... (134) Simancas

Una decena de agencias de publicidad se repartían el mercado publicitario vallisoletano ocupando cerca del 50% de facturación de la emisora, dejando alrededor de un 40% a los anunciantes que preferían contactar directamente con la emisora, y el resto lo cubrían clientes del resto de la provincia. Por su volumen de facturación en la emisora el ranking lo encabezaba la empresa de Germán Iglesias Salamanca (Publicidad Gis), seguida muy de cerca por Safe, a continuación iban SM2, KBK, Radio Press y JRR Publicidad, como más destacadas. Acompañado por Fernando Valles, jefe comercial de la emisora, fuimos haciendo las presentaciones de rigor en una primera toma de contacto en la que, por un lado quería trasladar el mensaje de normalidad, al tiempo que pretendía mejorar las relaciones –y condiciones comerciales en la medida de lo posible- con la radio manifestándoles nuestro apoyo e ideas para cualquier campaña. Les anunciaba mi intención de realizar una reunión con todas ellas y los principales anunciantes de la región a lo largo del año para, en una jornada de trabajo exponer los criterios de la nueva época.

La emisora, aunque estaba muy bien implantada en la ciudad y resto de la región por su historia y trabajo, tenía formas de trabajar un tanto superadas por los nuevos tiempos. El recibimiento fue muy cálido eliminando el cierto resquemor que se podía producir en el sector al realizarse un cambio en la emisora decana y tras mas de quince años de estabilidad. En los diferentes encuentros con los máximos responsable de las agencias surgía el tema de la mudanza y la zona en la que residiríamos; me hablaban del centro –muy caro-, San Miguel, Huerta del Rey, Parquesol, etc. Cuando conocí a Marcos Fernández, inspirador, creador y auténtica “Alma Mater” de la “nueva ciudad” de Valladolid me ofreció la posibilidad de trasladarme allí, pero tras el encuentro con Antonio Sanz (SM2) encontré el lugar adecuado.

Urbanización El Pichón (Simancas) en 1987. 
La flecha señala nuestra casa
Me habló del lugar al que él se había mudado apenas hacía un par de años sintiéndose plenamente feliz. Se trataba de una urbanización en el antiguo Camino de Simancas, pegada al Pisuerga. Se ofreció a acompañarme para conocerla y se produjo el flechazo. Efectivamente, apenas a 7 kms. de Valladolid en dirección sur, apenas a dos de Simancas, casi a la sombra de su castillo y Archivo Histórico Nacional se encontraba El Pichón, una urbanización que se había ido construyendo en régimen de comunidad, que había tardado varios años en levantarse y que en aquellos momentos constaba de un par de calles con poco mas de 60 chalets, un club social con bar-restaurante, salón de reuniones, discoteca, dos piscinas (adultos e infantiles), embarcadero, jardines tipo oriental, campos de fútbol y hasta un pequeño auditorio estilo anfiteatro al aire libre para poco mas de 100 personas pegado al río.

“El cambio”

Hasta que Telefónica instalara las líneas –había un plazo de dos años- estaríamos comunicados a través de un walkie-talkie con la emisora. Cuando alguien se quería poner en contacto con nosotros llamaba a la radio, dejaba el mensaje, nos avisaban por el walkie y a continuación íbamos a la cabina telefónica para llamar. La situación duró pocos meses porque al regreso del verano, y tras unas conversaciones de los directivos de la Ser con los de Telefónica, se adelantaron los plazos y en Septiembre ya teníamos teléfono. Durante esos meses mis hijas bautizaron el sistema de comunicación como “el cambio” porque cada vez que nos llamaba alguien de la emisora, o yo me ponía en contacto con ellos, lógicamente, teníamos que utilizar la palabra “cambio”. Las niñas me avisaban diciéndome “Papá te llama el cambio”…

La recepción del vecindario fue entrañable. Aún estábamos vaciando cajas y los vecinos se acercaron a darnos las bienvenida y ofrecerse para cualquier cosa que necesitáramos. Fue un recibimiento muy gratificante y cálido que agradecimos inmensamente. Enseguida se establecieron unas amistades que algunas de ellas durarían con el paso de los años.

Pero el trabajo no daba lugar al descanso: teníamos que terminar el traslado del centro emisor de Parquesol a Cistérniga, donde José Delgado (al que cariñosamente en la radio le llamaban “Pepe el tuercas”) se afanaba en preparar el terreno con tractores y aparejos para meter los radiales y pletinas de cobre que actuaban de contra-antena de la AM, mientras yo cerraba un acuerdo, tras aprobar en Madrid el presupuesto, con la empresa Cobra para la instalación del tendido, la torre del alta tensión y el transformador que darían servicio a los equipos. Al mismo tiempo se iniciaban las obras de acceso al centro emisor, el cambio de frecuencia de la onda media que pasaba del 1539 a 1044 Kc/s., por indicaciones de Miguel Alcover, el jefe técnico, comunicábamos a Aviación Civil el cambio de frecuencia de la AM, cerraba acuerdos con Fernando y Ramón Berzosa, un par de hermanos, jóvenes emprendedores de Aranda de Duero, que se habían hecho con una concesión de FM en la localidad burgalesa y se habían asociado a la cadena Ser, preparaba la primera reunión del circuito regional de de Castilla y León y, finalmente, en apenas tres semanas, había convocadas unas elecciones autonómicas y municipales para las que estábamos intentando montar con la colaboración de Carlos Blanco y Goyo Martínez, un debate entre Juan José Laborda (PSOE) y José María Aznar (AP), máximos candidatos, pero lo peor sería la documentación que había en la emisora sobre la gestión anterior. Se iba a desvelar lo mas delicado de la herencia recibida.

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