Nunca... (133) Demetrio Madrid y la presentación de Aznar

Goyo Martínez, jefe de informativos, cerró una agenda de visitas a los mas destacados políticos de la región y la provincia. En la Diputación compartimos un breve encuentro protocolario con Francisco Delgado Marqués que no seguiría en las siguientes elecciones, a continuación visitamos a una de las figuras mas legendarias del socialismo de la región y del país, el alcalde Tomás Rodríguez Bolaños, un personaje con el que siempre se asistía a una clase magistral de política, fuimos al castillo de Fuensaldaña, para saludar a Dionisio Llamazares, presidente de la Cortes y, finalmente acudimos al Colegio de la Asunción, sede de la presidencia de la Junta de Castilla y León cuyo cargo ostentaba desde el pasado mes de noviembre José Constantino Nalda en sustitución de Demetrio Madrid.

Tomás Rodríguez Bolaños, alcalde de Valladolid
Este encuentro fue el mas extenso de todos y en él pude conocer los entresijos de la dimisión del primer presidente regional. La historia arrancó con las dificultades de Demetrio Madrid para ejercer su cargo político y la gestión de Pekus, la empresa familiar. Sus adversarios políticos, dentro y fuera del partido manifestaban que quien no sabe –o no puede- llevar una empresa de ese tamaño no está capacitado para presidir la región. Apenas cinco años después de haber llegado al poder central el PSOE ponía en serias dificultades a algunos de sus dirigentes, sembrando un terreno del que se supo aprovechar el candidato de Alianza Popular en las elecciones de junio a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, José María Aznar López.

La dimisión de Demetrio Madrid

Demetrio Madrid tuvo siempre una situación muy complicada en la política. Como contó El Norte de Castilla en una edición especial publicada con motivo del 25 aniversario de la dimisión del primer presidente de la región, los problemas de Madrid venían desde 1982 cuando fue mal aceptada su elección como cabeza de lista por Zamora para el Congreso de los Diputados, que finalmente le llevaría a ser elegido por su provincia. Su campaña se vio afectada incluso por la publicación de octavillas que denunciaban su mala gestión empresarial. Finalmente en junio de 1985 vendió la empresa para centrarse en su verdadera vocación, la política, pero lejos de desaparecer los problemas, a partir de ese momento aumentaron al producirse despidos a varios miembros de la empresa por parte del nuevo comprador. 

El 20 de diciembre de 1985, algunas empleadas, asesoradas por la abogada de CC. OO. María Jesús Díez-Astrin, decidieron poner una querella criminal contra Demetrio Madrid en la que intentaban demostrar que la venta de la empresa había sido fraudulenta. Finalmente diez meses mas tarde, el 29 de octubre de 1986 el presidente del Pleno de la Audiencia Territorial, Teófilo Ortega Torres, hacía pública la intención de procesar al presidente de Castilla y León por un presunto delito social.

Demetrio Madrid estaba convencido de que todo obedecía a una trama de intereses políticos, y era consciente de haber obrado legalmente, por lo que ese mismo día decidió viajar a Madrid para explicar la situación a los dirigentes del partido y pedir su apoyo, pero José María Benegas, José Luis Corcuera y Guillermo Galeote le hicieron ver que la única salida era dimitir. De regreso a la capital vallisoletana preparó una rueda de prensa, convocó a la Comisión Ejecutiva Regional y una reunión extraordinaria del Consejo de Gobierno para dar a conocer la decisión. El Norte de Castilla contó que Jaime González, mano derecha del presidente, llamó por lealtad institucional a José María Aznar como candidato de AP para informarle de la decisión que al día siguiente anunciaría el presidente, pero en lugar de agradecer la llamada y esperar al anuncio, traicionó la confianza y se adelantó a todos pidiendo públicamente “la dimisión en 24 horas”.

La noche del 29 de octubre de 1986 se hizo público finalmente un comunicado en el que el presidente explicaba los motivos que le habían llevado a presentar la dimisión por su dignidad, la de las instituciones y la de su propio partido:He llegado a la conclusión de que, siendo inocente del cargo que se me imputa, es más positivo, para la democracia y para la comunidad que represento, que me someta a la acción de la Justicia desprovisto de la alta responsabilidad que el pueblo de Castilla y León, a través de sus Cortes, depositó en mis manos. Como hasta ahora, seguiré defendiendo los ideales de libertad y progreso, que han sido y son, para mí, exigencia constante de esfuerzo y sacrificio. Ojalá que esta decisión sirva para consolidar nuestra comunidad y nuestro sistema político basado en la democracia y en la justicia.

Tres años mas tarde, en enero de 1990, fue declarado inocente de todos los cargos por parte de la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León en una sentencia en la que no solo le absolvían, sino que incluso era laudatoria para el propio Demetrio Madrid. Dicha sentencia fue ratificada por el Tribunal Supremo en 1993 (*).

El primer encuentro con Aznar

Pero en aquella primavera de 1987, cuando llego a Valladolid el partido del gobierno aún no había superado el trauma de la dimisión de su presidente, aunque habían puesto sus esperanzas en un burgalés íntegro que contaba con el apoyo de todo el partido, Juan José Laborda, y a pesar de que las encuestas daban una amplia mayoría para gobernar la región al PSOE el daño estaba hecho, y un par de meses mas tarde se pudo comprobar.

Sobre esa base creó su carrera José Mª Aznar, hijo de Manuel Aznar Acedo, un hombre de radio que trabajó en la Ser, en RNE y cuya actividad publica siempre se desarrolló en el campo de la comunicación, aunque en repetidas ocasiones su hijo manifestó una mayor influencia en su carrera política de su abuelo, el periodista, político y diplomático Manuel Aznar Zubigaray. Los padres de Paloma tenían una antigua y estrecha relación con la familia Aznar desde los tiempos en que su padre trabajó en la Ser y eran habituales las reuniones y cenas familiares.

El siguiente encuentro sería con el candidato de Alianza Popular. La conversación fue muy protocolaria y hablamos de las relaciones personales y familiares de ambos, a pesar de lo cual no guardo un recuerdo especialmente empático con el candidato aunque la relación empezó a ser bastante fluida con la colaboración de Miguel Ángel Rodríguez, un joven periodista que había empezado a seguir la precampaña de Aznar para El Norte de Castilla y que finalmente había sido “seducido” por el matrimonio Aznar-Botella para formar parte de su equipo. En aquél primer encuentro sondeamos la posibilidad de un debate a dos con Laborda, pero no imaginaba el dolor de cabeza que me iba a producir aquella propuesta, a raíz de la cual empezamos a ver la auténtica faz del candidato y su “portavoz”.
Aznar en la campaña de 1987. Miguel Ángel Rodríguez, 
agachado, es el segundo por la izquierda

Faltaba mes y medio para el arranque de la campaña electoral y ante todos se desplegaba un tiempo de intenso trabajo para mí ampliado por la necesidad de encontrar casa de forma urgente, realizar la mudanza y encontrar colegio y guardería para las niñas.

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