Nunca... (131) Un largo Sí
No era
necesario volver al despacho del director-gerente de la Ser, con una llamada
aceptando o rechazando la propuesta era suficiente. Al regreso de las fiestas
de Navidad llamé a Jorga Planas para decirle que aceptaba la propuesta en
principio, pero teníamos muchos aspectos a considerar y negociar. Me contestó
que no habría ningún problema y me avisaría, en cualquier caso la decisión no
iba a ser inminente. Me centré en el trabajo diario de ambas emisoras diseñando
las campañas mas importantes para el primer trimestre del año. 1987 se
presentaba con mejores expectativas aún que el finalizado ’86.
Julio César Iglesias, director de Hora
25
En la Cadena se había tomado la decisión de cambiar al cada vez mas conservador José Antonio Ovies al frente de Hora 25 por un joven, aunque ya veterano y galardonado periodista, que había trabajado en El País, Radio Nacional y Televisión Española, Julio César Iglesias; apasionado del deporte, principalmente del fútbol, los coches y el boxeo, campos en los que era un auténtico erudito, ya en el verano de 1986 se había estrenado en la Ser dirigiendo y presentando Carrusel del Mundial, aunque le costó trabajo entender cómo era una cadena de radio comercial, cómo incluir la publicidad y cómo se daba paso a los compañeros que se encontraban en los estadios mejicanos, algo que padecieron -entre otros- Mariano de la Banda y Joaquín Duran, hasta ese momento jefe de deportes.
Julio César tomaba temporalmente el mando del programa informativo líder de la noche cuando se cumplían 15 años de su nacimiento en aquél lejano 1972. El deporte estaba integrado en Hora 25 y el mismo sería el encargado de conducirlo arropado por la redacción de deportes de la cadena. Finalmente le tomaría el pulso a la Ser y se conferiría en un habitual y/o director de diferentes programas como iremos viendo. Aún no preocupaba la audiencia que podía tener José María García en Antena 3 de Radio debido a las pocas emisoras que poseía la cadena del conde de Godó a pesar de la fusión con Radio 80. Por la noche la audiencia se entregaba a la personal intimidad de Jesús Quintero por segunda temporada consecutiva.
A lo largo
del último año el R-11 empezó a dar señales de fatiga. En varias ocasiones se
le quedaba abierta “la boca del doble cuerpo del carburador” lo que producía un
altísimo ritmo de revoluciones, y tras dos cambios de la pieza y seguir
fallando, desengañado del coche, los talleres y la marca, decidí cambiar de
vehículo. Uno de los días que bajé a comer a La Florida coincidí con el
propietario del concesionario de Alfa Romeo en Guadalajara, Santón Oliva, me
dijo que pasara a verle y me haría una oferta.
Ser Móstoles
iba como un tiro, pero se empezó a hablar de la necesidad de cambiar el equipo
emisor de sitio. Cuando nació la emisora se instaló en el Camino de los
Pajarillos, en la carretera que unía Móstoles con Villaviciosa de Odón, pero
debido a la proximidad que tendría una futura línea de alta tensión, y que al
subir algo la potencia interferíamos en el polígono industrial con el que
lindábamos hubo que empezar a buscar un nuevo terreno. Hablando con Bartolomé
González, el alcalde, y los técnicos del ayuntamiento nos recomendaron el
Polígono de Regordoño que se acababa de terminar. Solo había calles y las tomas
correspondientes de agua y energía. Estaba en el límite de Móstoles con
Fuenlabrada. Ese sería definitivamente el lugar que propondríamos a Rafael
Bernardo y Domingo Pasarón, los directores técnicos de la Ser.
En los
primeros días de Marzo recibí la llamada de Planas para ir a verle. El nombramiento
iba a hacerse efectivo próximamente y quería que fuera a dar una vuelta por
Valladolid para conocer la emisora, la ciudad, los barrios y la zona en la que
me gustaría vivir. A mi vuelta me iría de nuevo a verle, negociaríamos la nueva
situación y a partir de ese momento podría comunicar al personal de ambas
emisoras mi marcha, pero en ningún caso antes, a continuación se haría oficial
mi nombramiento a través del comunicado interior de la cadena.
A Valladolid
La calle Montero Calvo en la actualidad.
El Norte de Castilla ocupaba dos fincas,
Radio Valladolid se encontraba
en el segundo edificio a la izquierda,
hoy cerrado
|
Llamé al
timbre y a los pocos segundos me abrió una chica muy joven, pregunté por
Fernando Machado, el director, y tras presentarse, me acompañó a su despacho
mientras saludaba a tres personas mas que estaban en la oficina. Fernando me
recibió cortésmente, hablamos de temas intrascendentes en un primer instante,
pero él ya estaba informado de mi llegada y tenía avisado al personal del
cambio que se produciría próximamente. Me presentó a los colaboradores mas
próximos y resto de profesionales que se encontraban el la emisora en esos
momentos y nos fuimos a comer. Ambos manifestamos nuestra sorpresa por el
cambio porque él aún no conocía su destino y le extrañaba mi nombramiento
aunque entendía que con la llegada de la nueva dirección se producirían
relevos.
Me hizo un
repaso muy genérico sobre la marcha de la emisora, su particularidad porque era
una sociedad anónima participada al 100% por la Ser, el inminente cambio de
ubicación del centro emisor –otro mas en mi carrera-, la situación política con
la llegada de Aznar a la región, la salida de Demetrio Madrid y el nombramiento
de José Constantino Nalda como presidente, y sobre como sería mi vida en la
capital vallisoletana. Tras la comida nos despedimos y fui a dar un paseo por
el centro, compré el ejemplar del día de El Norte de Castilla y regresé a
Madrid yendo directamente a ver a Planas.
Pidió mi
opinión sobre lo que había visto, lo que habíamos hablado y en poco mas de una
hora acordamos los detalles de mi cambio, contrato y situación de Paloma. La
suerte estaba echada. Al día siguiente iría a las dos emisoras para comunicar
mi marcha, y el miércoles se comunicaría oficialmente mi nombramiento de
Director de Radio Valladolid S. A. y coordinador del circuito de Castilla y
León.
Las despedidas
Carta de nombramiento. Lleva la fecha del primer día que fui a Valladolid |
Ni en Móstoles, y mucho menos en Guadalajara se lo podían imaginar. En la primera habíamos tenido poco tiempo para conocernos a fondo aunque siempre nos entendimos muy bien. Quizás por ello a todos les preocupaba mas quien me iba a sustituir. No en balde en apenas un año íbamos a pasar por la Avenida de la Constitución 8, tres directores y eso no es bueno en una emisora. Se alegraron por mí me hicieron una hermosa cena de despedida y pude anunciarles que quien me iba a sustituir era un gran periodista, también amigo de Toño y mío y compañero de los tres años que programa nocturno y un hombre de gran visión comercial; la casa acertaba de pleno nombrando a Javier Suárez como director de Ser Móstoles.
La despedida
de Guadalajara fue mas dura y emocional. Primero llamé a Tamayo, Mercedes,
Olga, Pedro y Quique para decírselo en privado y mas tarde lo hice con el resto
del personal, colaboradores incluidos. Tras los primeros silencios, y alguna
lagrimita, todos mostraron su alegría por mi. Les aseguré que provisionalmente
no iban a producirse grandes cambios porque se iba a quedar Ángel como
responsable de la emisora hasta que la dirección general tomase una decisión
definitiva tras hablar con otros posibles sustitutos, entre otros el propio
Ángel Tamayo.
A continuación
llamé al presidente Bono para despedirme y agradecerle el apoyo que siempre había mostrado
hacia la emisora y su disponibilidad. Al margen de desearme suerte se ofreció a
llamar a Tomás Rodríguez Bolaños, alcalde de Valladolid y a Constantino Nalda,
presidente de la Junta de Castilla y León para ayudarme en los comienzos. Fui a
despedirme personalmente de Javier Irizar y Francisco Tomey y aprovechando que
esa misma mañana el delegado del gobierno, Eduardo Moreno había ido a ser
entrevistado en la emisora, y debido a que era de Valladolid aproveché para
pedirle información sobre su tierra.
Se volcaron
en la despedida, Hubo palabras de emoción recuerdos de los momentos y
experiencias vividas, pero todos éramos conscientes que desde los primeros que
entraron en la emisora en aquél lejano otoño del ‘82 hasta las últimas
incorporaciones se había generado en todos nosotros un nexo de unión
imperecedero. Aquél grupo estaba unido por una fuerza y un espíritu que se
extendería a lo largo de los años. El momento mas difícil fue cuando me despedí
de Olga. Yo sabía que siempre estaríamos unidos a pesar de la distancia, pero
aquella noche finalizando el mes de marzo cuando nos dijimos “hasta luego”,
lloramos. Pero en cualquier caso ambos estábamos orgullosos de lo que habíamos
compartido y eso, sabíamos que nos había unido para siempre al margen del lugar
en el que la vida y el trabajo nos colocara.
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