Nunca... (130) Valoración anual y la gran decisión


Terminando el verano vinieron un domingo a pasar el día en el chalet de mis suegros en Fuente del Fresno Antonio Serrano y Chelo Oñate, su mujer. El había hecho parte de su carrera en el ejército, pero había pasado a la reserva para dedicarse a su pasión, la radio. Durante varios años había sido director de Radio Alicante y acababa de asumir la dirección de Radio Valencia y el recién nacido Circuito de la Comunidad Valenciana. Chelo era prima-hermana de Carmen, mi suegra y madrina de Paloma. Durante el aperitivo, al margen de hablar de los temas familiares, Antonio me pidió mi opinión sobre las cartas-contrato que hacía un año Galdón había establecido para los directores de emisoras.

En dichas cartas-contrato se analizaba el trabajo que anualmente realizaba el director del centro de trabajo, sobre su rentabilidad, audiencia y penetración de la emisora en la zona de influencia. En base a dichos datos y el tamaño de dicha emisora se correspondía un complemento salarial como director y un “bonus” variable anual en función de los objetivos obtenidos según lo establecido en el presupuesto. Serrano estaba en contra de ellas porque consideraba que esas cartas eran un arma de doble filo, y no le gustaban aunque reconocía que tal y como estaban planteadas no nos quedaba otro recurso a los directores jóvenes que aceptarlas.  
Carta valoración 1985
Carta renovación para 1987
Una vez terminado el ejercicio, y tras evaluar personalmente con el director la situación de la emisora, se enviaban por mensajería para aceptarlas firmando el recibí y devolviendo una de las copias. Ese año se anunció el inicio de una serie de cursos de gestión en diferentes áreas para mejorar la preparación de los directores. La inmensa mayoría procedíamos del periodismo, informativos o programas por lo que la gestión administrativa era necesaria. Dicho calendario cubriría todo el año siguiente, encargándose el trabajo a diferentes empresas externas, principalmente a Consultores Españoles. Las áreas a tratar serían Recursos Humanos, Comercial y Marketing y Gestión y Administración de la Empresa Radiofónica.

¿Qué pasa en Valladolid?

Poco antes de Navidad, concretamente el jueves 18 de diciembre, recibí la llamada de Jorge Planas para ir a verle, quería analizar personalmente conmigo el trabajo en Guadalajara y Móstoles de los últimos doce meses antes de enviarme la carta-contrato del siguiente año. Tras hablar de su pasión, el golf, e intentar animarme a probarlo, me sondeó sobre la posibilidad de “cambiar de aires”. Tras llevar cuatro años en Guadalajara y compartiendo el último con Móstoles quería conocer mi implicación en la gestión y los nuevos retos de futuro. Le hablé de mi pasión por la radio y la música manifestándole que la radio era mi vida y a ello estaba volcado; mi mujer seguía trabajando ahí, habíamos tenido dos hijas y no veía mas camino profesional que el que deseaba recorrer en la Ser manifestando mi inequívoca vocación por el medio y la música.

“Todo llegará en su momento -me dijo-, pero ahora quiero saber si estarías dispuesto a viajar, trasladarte a otra ciudad”. MI mente entró en turbulencias: Era duro para mi pensar en marcharme y desligarme de mis raíces personales, familiares y profesionales. A pesar de llevar cuatro años fuera de la central, el trabajo de Paloma en Radio Madrid y seguir viviendo en la capital eran el cordón umbilical que me mantenía unido a la emisora a la que había llegado trece años atrás, y consideraba que el trabajo en Guadalajara y Móstoles eran un proceso que tenía que experimentar antes de regresar para retomar el campo de la música aunque ya no fuera ante el micrófono.

Por mi cabeza pasaron las conversaciones con Luqui sobre “los cuandos”, pero se abría ante mi un mundo nuevo que me producía vértigo. Le contesté que en principio contara conmigo, pero que habría muchos temas de los que hablar como el trabajo de Paloma, condiciones económicas, posibilidad de regreso, etc. Era una decisión que nos afectaba a los dos y tenía que hablarlo con mi mujer y que también dependería del lugar. “Se trataría de Valladolid, pero no es urgente –me dijo- tómate tu tiempo para pensarlo y me das tu respuesta después de Navidad”.

Me hizo ver que en el caso de salir la propuesta adelante y debido al tamaño de la radio, si Paloma se mudaba conmigo –cabía la posibilidad de irme solo- no podría trabajar en la emisora. A pesar de aparentar una fría reacción como si no hubiera asumido el reto que me proponía, una sensación de ingravidez se apoderó de mi. Le pedí su valoración general sobre la emisora y me contestó: “Va de coña… en todos los sentidos, buenos y malos, pero es una gran plaza y creo que puedes consolidar a Radio Valladolid en el Top-10 de la Cadena”. Le pedí tiempo para hablar con Paloma, reflexionar y escuchar los consejos de su padre. Hablaríamos después de las fiestas.

Navidades de reflexión

Salí de la radio trastocado, sorprendido, con una doble sensación; por un lado emocionado por el reto, la responsabilidad y confianza que la dirección depositaba en mí, por otro sentía temor y vértigo, me sentía aturdido. Llamé a Tamayo y a Toño, les dije que me habían surgido varias reuniones en Madrid y que ya no iría a ninguna de las dos emisoras hasta el día siguiente. Decidí no decirle nada a Paloma hasta llegar a casa y me fui a comer con Joaquín. Hablamos de su inminente regreso a Caparroso y su corte de pelo, la situación del Madrid que la temporada anterior había ganado la Liga y la Copa de la Uefa, mas música y los planes navideños. Los éxitos de aquellas últimas semanas de 1986 eran Cruz de navajas de Mecano, The lady in red de Chris de Burg, Wild, wild life de Talking Heads y Don’t stand so close to me de The Police. No le conté nada sobre la propuesta de la radio.
Tras la comida fui a casa y nada mas verme Paloma me preguntó que pasaba. Ella poseía una enorme capacidad para leer mis expresiones, si bien es cierto que nunca le ocultaba nada. Se lo expuse de forma que si aceptaba la propuesta ella se vería mas afectaba; realmente yo iba a estar todo el día fuera de casa, pero ella tendría que dejar su trabajo si nos mudábamos todos. 

Lo hablamos durante la tarde, consultamos a amigos y familiares y por la noche, mientras bañábamos a las niñas, Paloma me dijo “Nos vamos a Valladolid, me pesa dejar el trabajo, pero formamos una familia y te han hecho a ti una oferta que no puedes rechazar; sé que si hubiera sido al revés tu habrías hecho lo mismo, y para mi ahora es mas importante ver crecer a nuestras hijas que mi trabajo, y allí puedo encontrar algo”.

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