Nunca... (129) La Ser premia a Guadalajara

Finalizando el mes de agosto, recién llegado de vacaciones y antes de que estallara la locura de los cambios, fichajes, entradas, salidas, actos y demás jaleos de la Cadena, propuse a los compañeros de la emisora que uno de los seis Premios de aquél año deberíamos entregárselo a los ciudadanos y oyentes de la emisora como muestra de agradecimiento por su entrega y cariño demostrado hacia “su emisora” después de cuatro años de trabajo por su tierra. Inmediatamente apoyaron todos la iniciativa tomándola como propia.

Tras hablar con el alcalde y el presidente de la Diputación concertamos que el momento adecuado sería con motivo del inicio de las Fiestas y Ferias de la capital, el lunes 15 de septiembre. Llamé a Eugenio Galdón y aceptó mi propuesta de que fuera él quien hiciera la entrega oficial a los ciudadanos representados por concejales y diputados provinciales alrededor del monolito que estaría situado en al Parque de la Concordia. A las 12 del mediodía del día señalado el director general de la Ser, en compañía del alcalde de la ciudad y presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Javier Irizar, el presidente de la Diputación, Francisco Tomey y resto de autoridades y representantes de los ciudadanos, descubrió la estatuilla del Premio. Galdón resaltó en el acto que esa entrega se produjera precisamente en un parque que llevaba un nombre tan adecuado para nuestro país en esos momentos, y lo relacionó con la tertulia que mantenían en Hoy por hoy José Luis Sampedro y José María de Areilza en una sección denominada Plaza de la Concordia.


Un mes y medio después, finalizando el mes de octubre celebramos el acto de entrega de los cinco premios restantes que arrancó con la proyección de un vídeo sobre la nueva programación 86/87 y la interrelación de la emisora con la ciudad y la provincia que le encargué a Pedro Madrid. Los cinco protagonistas restantes que obtuvieron el Premio Ser Guadalajara 1986 fueron: Alfonso Romo (fotógrafo), Julián Chiloeches (artesano), el Cine-Club Alcarreño, la Hermandad de Donantes de Sangre de Guadalajara y la campaña de el Tren del Doncel (Madrid-Guadalajara-Sigüenza) de RENFE.

Había sido un año de muchas protestas y reivindicaciones por haber utilizado a la provincia y la propia capital como la puerta trasera o almacenes de lo que Madrid desechaba o necesitaba, como habían sido los envases del acetite de colza y las centrales nucleares respectivamente, que en un comentario muy acertado en la prensa local Enrique Martínez de la Casa tituló, “Guadalajara, alfombra de Madrid”.

No podía imaginar que un suceso que se produciría al día siguiente a mas de 300 kilómetros al noreste iba a estar relacionado con mi futuro

La entrega de los Premios de aquél año fue muy emocionante tanto para mi como para el resto de personal de Ser Guadalajara. Desde que anunciamos previamente que uno de los Premios iba a ser para las gentes de la provincia se produjeron una serie de reacciones en las llamadas de los oyentes, en actos públicos y ruedas de prensa a las que asistían los miembros de la redacción de informativos en los que se nos abrumaba de agradecimientos, y por otro lado por el resultado de la votación por la que fue elegido el Tren del Doncel. Hacía apenas un par de años que mi padre se había jubilado después de trabajar durante mas de 40 años en RENFE donde, tras sacarse los títulos de Intendente Mercantil y Gestor Administrativo, había llegado a ser jefe de contabilidad general de la compañía. El acto lo cerró el vicepresidente de la Diputación, José Mª Bris Gallego, con una palabras muy emotivas.

Por otro lado aquél 28 de octubre de 1986 tenía interiormente una extraña y agridulce sensación que me percibir que quizás se estaba cerrando un ciclo. No podía imaginar que un suceso que se iba a producir al día siguiente a mas de 300 kilómetros de distancia iba a estar relacionado con mi futuro. Teófilo Ortega Torres, presidente de la Audiencia Territorial hacía pública la decisión de ese organismo de procesar al presidente de la Junta de Castilla y León, Demetrio Madrid, por un presunto delito social. Por la noche escuchaba en Hora 25 que el candidato de Alianza Popular en las elecciones autonómicas del año siguiente, José Mª Aznar López, pedía la dimisión del presidente de Castilla y León. Me pillaba muy lejos lo que el hijo y nieto de unos íntimos y viejos amigos de la familia de Paloma podía pedir o hacer tan lejos de mi…

Unas semanas mas tarde el presidente de la Diputación de Guadalajara me llamaba para comunicarme que iba a llevar al siguiente pleno de la Diputación la propuesta de hacerme miembro de la Hermandad del Arcipreste de Hita. Dicha asociación se reunía periódicamente para tratar temas culturales de la provincia, y entre sus funciones estaban las de rescatar, preservar y cultivar el trabajo y la obra de Juan Ruíz, autor de esa joya de la literatura castellana medieval que es el Libro del buen amor. Entre sus miembros había ilustres personajes de la vida cultural de la provincia como Antonio Herrera Casado. Le dije al presidente que me sentía halagado por tal distinción, pero que dado mi puesto de director de la emisora quería que dicha propuesta fuera aprobada por consenso. No pudo ser así por lo que a pesar de ser elegido con los votos del partido de gobierno decliné la propuesta que no impidió que me hicieran llegar el escrito con el nombramiento y el collar de la Orden que en la primera reunión devolví al presidente.

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