La burbúja mediática
Hace poco mas de treinta años éramos cerca de 38 millones de ciudadanos y teníamos dos canales de TV nacionales públicos, TVE 1 y TVE 2, tres privados, Antena 3 TV, Tele 5 y Canal+ y cinco cadenas de radio pública, que en años sucesivos pasarían a denominarse R-1, Radio Clásica, Radio 3, Radio 4 y Radio 5, tras las fusiones de las públicas REM y CAR con la estatal RNE durante la transición. Las cadenas de radio privadas eran la Cadena SER, Los 40 Principales (de la Ser), Radio Popular OM y FM y emisoras locales como Radio Intercontinental por ejemplo, por destacar las mas importantes.
Con el fin de enriquecer y ampliar la cobertura radiofónica a través de los planes de FM, los sucesivos gobiernos de UCD, PSOE, PP y, de nuevo, el PSOE fueron ocupando el espectro radiofónico, y de ahí salieron cadenas como Antena 3 de Radio, Radio 80, Onda Cero, Kiss, etc. que en años siguientes y por diferentes motivos, en los que no es el caso entrar, -lo haré en otra ocasión- fueron “readaptándose” hasta conformar los actuales grupos radiofónicos de Prisa (SER), COPE, Onda Cero, Kiss, y Vocento, principalmente.
Por otro lado esos planes de FM nacionales dieron lugar a los regionales y locales, creando las cadenas autonómicas en los que no había comunidad que, como en el caso de la TV, no tenga uno o varios canales, sin olvidar las concesiones municipales, llegando así al panorama actual.
Hace sólo diez años el liderazgo en la TV se obtenía con el 25% de cuota de pantalla, actualmente está en un escaso 15%, y descendiendo; por debajo del 3% se consideraba un “0” técnico y hoy, los canales de TDT, se pelean por el 1,5%, y la población –insisto- ha crecido en “apenas” 10 millones.
Se ha legislado y hecho concesiones de radio y TV por encima de la capacidad de consumo
Los datos hablan por si solos: ¿Hay que extrañarse de la crisis de los medios? De las dificultades económicas? La tarta publicitaria no ha crecido al mismo ritmo y los grandes clientes y anunciantes tienen que repartir sus inversiones entre los mas rentables. Y a todo ello hay que unir el imparable crecimiento de Internet en sus infinitas facetas.
No es sostenible, mediáticamente hablando, un país con tal cantidad de oferta cuando, además, en esos últimos diez años ha aumentado la capacidad del ciudadano de obtener información de forma exponencial a través de los innumerables campos que ofrece la tecnología actual.
Se ha confundido la libertad de expresión, de opinión y de prensa con unas legislaciones que se han excedido en concesiones, porque si el espacio radioeléctrico permite cientos, miles de frecuencias, eso no quiere decir que haya tantos ciudadanos y anunciantes para asumirlo. Se ha legislado y hecho concesiones de radio y TV por encima de la capacidad de consumo.
También en esto hemos vivido en una auténtica “burbuja”, en este caso mediática, que ha explotado en la cara de empresarios ávidos de medios para ejercer poder e influencia en el panorama político
Con el argumento de la riqueza y variedad informativa se han ido entregando a empresarios mas o menos afines, emisoras y canales de TV para, dominando el sector, hacer un daño irreparable. Algo que nunca he entendido porque al final el espectador, el oyente, es decir, el cliente tiene que escoger y lo que hace es reducir al máximo y escucha tres o cuatro cadenas de radio y hace lo mismo con la televisión.
También en esto hemos vivido en una auténtica “burbuja”, en este caso mediática, que ha explotado en la cara de empresarios ávidos de medios para ejercer poder e influencia en el panorama político, y los diferentes gobiernos se han servido de ellos para asegurarse cauces para con el fin de hacer llegar mas fácilmente sus mensajes porque el poder siempre piensa que si domina la información domina al ciudadano, considerando que éste solo le es útil cada cuatro años.
Otro tema para tratar en ocasiones sucesivas es el notable descenso de la calidad del producto, porque a medida que ha aumentado la oferta ha disminuido la calidad, y eso no es algo que sucede únicamente en la tele, desgraciadamente, también sucede en la radio, aunque es cierto que en menor medida, todavía.
No solo es tiempo de reflexionar sobre lo que se ha legislado hasta ahora –que ya no tiene remedio- si no de ir desarrollando áreas de análisis y estudio sobre el futuro a medio y largo, plazo para no encontrarnos de nuevo en situaciones similares. Entiendo que es el momento, a través de los diferentes estamentos y asociaciones de televisiones, radio y consumidores para ir trabajando en esa línea, y no me refiero a los contenidos, que también, si no al mapa mediático que podemos darnos en nuestro país en los próximos años.
Dejadez oficial ante la ilegalidad
Hemos llegado a un punto en el que el actual panorama es imposible de mantener -de ahí las necesarias fusiones televisivas-, que nos lleva al precipicio, debido a unas políticas irresponsables por parte de los gobiernos tanto central como autonómicos y locales, a la dejadez ante la ilegalidad que floreció en la televisión, pero principalmente en la radio en los 90 y primeros años de la década del 2000, y que asombró al propio Montilla, cuando era ministro del ramo, al comprobar los datos que le facilitó la Asociación de Radio Comercial, así como a la nefasta gestión de periodistas que llegando a la cúpula de las empresas se han dejado llevar por un estado irreal e ilusorio, además de una ambición desmedida, sin control ni pies en el suelo, o sea lo mismo que los del ladrillo.
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Te enviaré el libro que he publicado sobre el panorama en Castilla-La Mancha que es el mismo que describes. No es necesario ningún cambio legislativo. Simplemente hay que aplicar la ley. Pero, ay, esa ley es inaplicable porque nadie quiere aplicarla.
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