177/ Santiago Varela, "la pérdida de un gran español" y las elecciones de la "conspiración"

La primavera de 1993 fue muy agitada en el campo de la política. Aznar se veía favorecido por las encuestas en su constante ascenso, el clima político era irrespirable por los temas de corrupción que asfixiaban al PSOE y la famosa “pinza” que protagonizaban el PP de Aznar e IU de Julio Anguita. Finalmente Felipe González se vio obligado a dar por terminada la legislatura seis meses antes de lo previsto y convocó elecciones para el domingo 6 de Junio. En los últimos años desde Presidencia del Gobierno y el Ministerio del Interior Miguel Gil y Santiago Varela habían sido las caras de la organización del proceso electoral desde el aparato del Estado, pero en esta ocasión Varela solo pudo ayudar desde el lecho de la Clínica de la Concepción de Madrid donde ingresó el 2 de Mayo víctima de un derrame cerebral que se complicaría con una septicemia que no pudo superar. Fallecería el 7 de Junio, al día siguiente del último triunfo socialista. Era como si el destino le hubiera dejado prestar el último servicio a su país como bien reconocería el propio Javier Solana poco después.

Santiago estuvo pendiente de su familia, principalmente tras la muerte de su padre Ramón Varela en Noviembre de 1987. Mi relación con él siempre fue de admiración en lo social, cultural y político. En lo personal estuvo pendiente de cualquier necesidad de Paloma, nuestras hijas o mías. Aunque nuestras vidas pocas veces se cruzaron cuando lo hicieron fueron momentos intensos para aprender y admirar su conocimiento. Siempre me gustó la historia pero quizás en nuestros encuentros hizo que aumentara mi pasión. Recuerdo una tarde de verano en la casa de sus padres en Fuente del Fresno que al preguntarle por las idas y venidas del PC me propuso leer la “Autobiografía de Federico Sánchez” de Jorge Semprún. Nunca se lo agradecí lo suficiente. Siempre estuvo a nuestro lado en los momentos duros y difíciles como fueron el nacimiento y evolución de los problemas de Elena o nuestra ansiedad profesional y personal por el traslado a Albacete. Le agradecí su llamada explicándome lo que pudo averiguar sobre nuestra salida de Valladolid y las fuertes sospechas sobre los movimientos de Aznar en ese sentido. Teníamos algunos recuerdos comunes de nuestra infancia y primeros años de adolescencia. Santiago había nacido dos años antes que yo pero compartimos algunas experiencias similares, a el le llevaron en el Colegio de los Sagrados Corazones y a mi en los Padres Reparadores, ambos en el barrio de Argüelles apenas separados por tres calles, a ver El Cebo, una película de terror y suspense en la que un hombre de negro descuartizaba niños en los bosques de París ocasionándonos pesadillas durante varis meses cuando no noches de insomnio a toda una generación de adolescentes, experiencia que comentamos en alguna ocasión.

Javier Solana: “Algunos hemos perdido a un gran amigo, todos hemos perdido a un gran español”

Homenaje en la Residencia de Estudiantes

El 29 de Junio sus amigos y compañeros le rindieron un homenaje póstumo en el mejor sitio para un hombre de larga tradición socialdemócrata y liberal según el mismo concepto de su admirado Salvador de Madariaga en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Al acto acudieron media docena de ministros, decenas de amigos y altos cargos de la administración. En sus intervenciones nunca olvidaré una de las frases de uno de sus más íntimos amigos, entonces Ministro de Exteriores, Javier Solana; “Algunos hemos perdido a un gran amigo, todos hemos perdido a un gran español”. Otra de las imágenes imborrables que recuerdo fue la del Ministro de Interior, José Luis Corcuera sentado al lado de su cama en el hospital sujetándole las manos mostrándole su enorme agradecimiento por el trabajo y amistad que había brindado al ministro que no podía detener sus lágrimas. Amigo de sus amigos lo demostró en diferentes ocasiones como cuando le dedicó un artículo en El País a Ignacio de Otto o a Pilar Brabo.

Santiago Varela se había licenciado en derecho por la Universidad Complutense de Madrid, donde cursó los estudios del doctorado. Obtuvo un premio extraordinario por su tesis sobre Partidos y Parlamento en la Segunda República, perteneció al cuadro de profesores de la UNED y obtuvo la cátedra de derecho político por la Universidad de Santiago de Compostela. Fue miembro de la Fundación Ortega y Gasset y letrado del primer Tribunal Constitucional. En 1985 trabajó en la oficina del Portavoz del Gobierno como secretario general con Javier Solana y en 1988 fue designado subsecretario del Ministerio del Interior.

En varias ocasiones Paloma me había hablado de la amistad que unía a Javier Solana y a Santiago Varela que el ministro de Asuntos exteriores demostró en un artículo en El País con motivo de su fallecimiento, de los veranos en los que ella acompañaba a ambas familias en sus vacaciones de San Sebastián o Hendaya, y del cariño reverencial que sentían ambos entre si, y que yo pude comprobar en diferentes actos en los que coincidimos. Otro de sus amigos, el historiador Juan Pablo Fusi le dedico uno de los mas sentidos y emocionantes homenajes desde las páginas del mismo diario el 23 de Julio. Nunca olvidaré la anécdota del día que dirigiéndonos a un concierto de Serrat en el teatro Alcalá de Madrid y justo en el momento de subir a la acera me rocé con el parachoques de un vehículo rasgándome el pantalón al tiempo que Solana se acercaba a saludar a Paloma y mientras, yo totalmente enrojecido, le saludaba con una mano con la otra intentaba tapar el destrozo que finalmente reparamos con papel celo en un aseo del teatro.


Como en jornadas electorales anteriores la Cadena Ser había preparado un dispositivo especial de cobertura a lo largo de la campaña y de la jornada de elecciones con un programa que presentaba y dirigía Iñaki Gabilondo desde las 7,30 de la tarde hasta la madrugada. Se trataba de un tiempo de radio con resultados, análisis y entrevistas. Cada circuito regional teníamos desconexiones para dar cobertura informativa de nuestro zona autonómica y provincial. Cuando apenas se llevaba escrutado el 50% de las votaciones desde el PP se veían como vencedores mientras en el PSOE pedían esperar hasta tener mas avanzado el recuento. Cuando vi el entusiasmo con el avance del PP y las constantes apariciones públicas en televisión de sus dirigentes, recuerdo que le dije a Pepe López que ese exceso de triunfalismo no presagiaba nada bueno, pasara lo que pasara esa noche, para la nueva legislatura.

Finalmente el PSOE volvió a imponerse pero sin mayoría suficiente para gobernar sin pactos. El resultado final fue la victoria de los socialistas con 9.150.083 votos (159 escaños), los populares conseguían 8.201.463 (141), Izquierda Unida 2.253.722 (18), CiU 1.165.783 (17), PNV 291.448 (5), Coalición Canaria 207.077 (4), Herri Batasuna 206.876 (2), Esquerra Republicana de Catalunya 189.632 (1), Partido Aragonés Regionalista 144.544 (1), Eusko Alkartasuna-Euskal Ezkerra 129.293 (1) y Unión Valenciana 112.341 (1). Quedaba fuera del parlamento el CDS fundado por Adolfo Suárez cuya cabeza de lista era Rafael Calvo Ortega.

En Castilla-La Mancha se producía un empate a 10  diputados y en Albacete a 2 por parte de ambos partidos mayoritarios. Un resultado final que, tras una legislatura muy caliente, iba a alumbrar otra mucho mas caldeada en la que se fraguaría “la conspiración” de la derecha con los medios afines, como desvelaría años mas tarde Luis María Ansón, para generar una tensión en la que “valdría todo” como el propio Aznar le manifestó a Corcuera, para acabar con los socialistas. Por suerte Santiago no vería como se iba a avivar el fuego de “las dos españas”. Siempre he sostenido que con aquella derrota Aznar quebró el pacto de la transición.
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Artículos de Santiago Varela sobre la Constitución de 1978, un año después de aprobarse y la regulación de la inmigración (1990)



Continuará

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