Nunca… (161) “¡Vete a vivir bajo un puente!”
La
primera semana de mi estancia en Albacete la dediqué con Manuel Herrera y Enrique
García, responsable de informativos, a ir visitando a los representantes
políticos de la ciudad y provincia. La primera llamada la hice al presidente
Bono en una conversación en la que me vino a decir que mi estancia en
Valladolid no había dejado de ser un paréntesis en mi entrega a Castilla-La
Mancha. Estuvo cordial como siempre y nos reiteramos la plena disposición a
colaborar mutuamente en el crecimiento de la región.
La navaja y la moneda
La "Albaceteña" |
Descubrí
con el alcalde varias similitudes y coincidencias. El había profesado una
sincera admiración por el alcalde de Móstoles, Bartolomé González, compartiendo
anécdotas sobre el personaje, pero le sorprendí cuando le dije que aunque yo
iba muy poco por El Campello (Alicante), éramos vecinos en el edificio vacacional.
La
visita al Presidente de la Diputación fue intensa, Juan Francisco Fernández
Jiménez era ingeniero técnico agrícola y apasionado de la política desde muy
joven habiendo realizado estudios de Ciencias Políticas y Económicas. Miembro
destacado del PSOE y convencido guerrista era un enamorado de su pueblo del que
era alcalde, Alcaraz, uno de los mas bellos de la sierra sur de Albacete junto
a Ayna.
José Jerez |
Así lo recogieron los diarios locales |
Un verano muy duro
El verano de 1990 fue muy duro, hubiera escrito insoportable si no fuera porque mi amigo Carlos Mateo me diría que nada es insoportable y me analizaría la expresión, pero como lo tengo asumido –insisto- diré que fue muy duro. Entre Trini Candel (siempre dispuesta a ayudar en todo) y yo nos repartimos la geografía de la ciudad para, sin alejarnos demasiado de la proximidad de la radio y con colegios públicos cerca para las niñas, encontrar un piso al que pudiéramos trasladar todos los bártulos que habíamos ido acumulando en los últimos años. Nos intercambiábamos cada día un planning de teléfonos a los que habíamos llamado y viviendas que tenía que visitar. Pasaban las semanas y no había forma de encontrar el piso adecuado. Fuimos bajando las expectativas. Empecé a sentirme agobiado y obsesionado con la llegada de Septiembre y el comienzo del curso escolar.
Cuando le confesé mi extremo estado de ansiedad me soltó un “¡Vete a vivir bajo un puente!”, y colgó. Su respuesta fue tan contundente, fría, seca y cortante que tardé en reaccionar. Finalmente le envié una tarjeta con solo una frase: “En Albacete no hay río”
Semanalmente
hablaba con Silvio sobre la marcha de la emisora y la puesta en marcha de
operaciones que había diseñado Manuel Herrera junto con mi adaptación al ritmo
de la ciudad. Cada vez que hablábamos me preguntaba por mi aclimatación al
“entorno”. Le serenaba saber que se había resuelto un problema que el mismo había
creado. Me instalé en el Hotel Europa, pero mi obsesión,
mas allá de la marcha de la emisora, era encontrar viviendao y cada vez que me
preguntaba si había novedades mi respuesta era cada vez mas angustiosa. Cuando le confesé mi extremo estado de preocupación me soltó “¡Vete a vivir bajo un puente!”, y colgó. Su respuesta fue tan contundente, fría, seca y cortante que tardé
en reaccionar. Le envié una tarjeta con
solo una frase: “En Albacete no hay río”.
No volví a hablar con él mas que de temas profesionales, excepto en
octubre cuando tras salir de una reunión para presentar los presupuestos de la
emisora de 1991 me preguntó cual era mi visión global de la casa y le contesté
que había demasiados jefes y pocos indios…
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