Nunca… (161) “¡Vete a vivir bajo un puente!”


La primera semana de mi estancia en Albacete la dediqué con Manuel Herrera y Enrique García, responsable de informativos, a ir visitando a los representantes políticos de la ciudad y provincia. La primera llamada la hice al presidente Bono en una conversación en la que me vino a decir que mi estancia en Valladolid no había dejado de ser un paréntesis en mi entrega a Castilla-La Mancha. Estuvo cordial como siempre y nos reiteramos la plena disposición a colaborar mutuamente en el crecimiento de la región.

La navaja y la moneda

La "Albaceteña"
La primera visita institucional fue a José Jerez Colino, Alcalde de la ciudad desde 1983. Manolo me había advertido sobre un gesto simbólico que tendría lugar durante la presentación. En un momento determinado (quizás al final de la entrevista) el alcalde me daría una navaja, símbolo de la tierra, y yo debería corresponderle dándole con una peseta. La tradición dice que no se puede regalar una navaja o cuchillo en Albacete porque eso rompe la amistad; hay que devolver algo a cambio, una peseta, o un céntimo en la actualidad, porque se considera un gesto simbólico de pago por algo que se recibe de modo que ambas personas muestran al agradecimiento, y la amistad continua “como Dios manda”.
Descubrí con el alcalde varias similitudes y coincidencias. El había profesado una sincera admiración por el alcalde de Móstoles, Bartolomé González, compartiendo anécdotas sobre el personaje, pero le sorprendí cuando le dije que aunque yo iba muy poco por El Campello (Alicante), éramos vecinos en el edificio vacacional.

La visita al Presidente de la Diputación fue intensa, Juan Francisco Fernández Jiménez era ingeniero técnico agrícola y apasionado de la política desde muy joven habiendo realizado estudios de Ciencias Políticas y Económicas. Miembro destacado del PSOE y convencido guerrista era un enamorado de su pueblo del que era alcalde, Alcaraz, uno de los mas bellos de la sierra sur de Albacete junto a Ayna.

José Jerez
Virginio Fuentes era el delegado del gobierno en Albacete desde el verano de 1989 tras haberlo sido de Alicante. Su gestión como representante del gobierno central en lo que a la radio comercial se refiere fue nefasta y uno de los mayores responsables de la proliferación de emisoras ilegales. Había generado ese cáncer en su tierra, la provincia de Alicante, y en Albacete empezó extenderse el mismo mal tras su llegada. No entendía -o le daba igual- que la radio, y la televisión, vivían de la concesión del gobierno para explotar el espacio radioeléctrico, es decir, el aire, y para abrir una emisora había que seguir unos pasos y someterse a unas condiciones administrativas que los piratas no seguían. Aquél cáncer se extendió de tal manera en los años 80 y 90 en nuestra país que llegó a haber mas emisoras ilegales que legales.

A continuación, ya solo acompañado por Enrique García fuimos a saludar a los responsables de los medios locales. El director de La Tribuna de Albacete -diario muy conservador- era pareja de Irene Fernández (informativos de la Ser), José Sánchez de la Rosa era el delegado de La Verdad de Murcia en la provincia y finalmente fuimos al semanario Crónica de Albacete, el decano de la provincia fundado en 1971. 

Así lo recogieron los diarios locales

Un verano muy duro

El verano de 1990 fue muy duro, hubiera escrito insoportable si no fuera porque mi amigo Carlos Mateo me diría que nada es insoportable y me analizaría la expresión, pero como lo tengo asumido –insisto- diré que fue muy duro. Entre Trini Candel (siempre dispuesta a ayudar en todo) y yo nos repartimos la geografía de la ciudad para, sin alejarnos demasiado de la proximidad de la radio y con colegios públicos cerca para las niñas, encontrar un piso al que pudiéramos trasladar todos los bártulos que habíamos ido acumulando en los últimos años. Nos intercambiábamos cada día un planning de teléfonos a los que habíamos llamado y viviendas que tenía que visitar. Pasaban las semanas y no había forma de encontrar el piso adecuado. Fuimos bajando las expectativas. Empecé a sentirme agobiado y obsesionado con la llegada de Septiembre y el comienzo del curso escolar.

Cuando le confesé mi extremo estado de ansiedad me soltó un “¡Vete a vivir bajo un puente!”, y colgó. Su respuesta fue tan contundente, fría, seca y cortante que tardé en reaccionar. Finalmente le envié una tarjeta con solo una frase: “En Albacete no hay río”

Semanalmente hablaba con Silvio sobre la marcha de la emisora y la puesta en marcha de operaciones que había diseñado Manuel Herrera junto con mi adaptación al ritmo de la ciudad. Cada vez que hablábamos me preguntaba por mi aclimatación al “entorno”. Le serenaba saber que se había resuelto un problema que el mismo había creado. Me instalé en el Hotel Europa, pero mi obsesión, mas allá de la marcha de la emisora, era encontrar viviendao y cada vez que me preguntaba si había novedades mi respuesta era cada vez mas angustiosa. Cuando le confesé mi extremo estado de preocupación me soltó “¡Vete a vivir bajo un puente!”, y colgó. Su respuesta fue tan contundente, fría, seca y cortante que tardé en reaccionar. Le envié una tarjeta con solo una frase: “En Albacete no hay río”.

No volví a hablar con él mas que de temas profesionales, excepto en octubre cuando tras salir de una reunión para presentar los presupuestos de la emisora de 1991 me preguntó cual era mi visión global de la casa y le contesté que había demasiados jefes y pocos indios…  

Próximamente: Del "Caso De la Morena-García" a la Feria de Albacete 

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