Mari Trini ante sus primeros 75 años

Me pidieron hace unas semanas que escribiera sobre mi amiga y me negué

Escribir sobre una amiga inmortal es difícil, complicado, casi imposible porque cualquier palabra que utilices describe a la persona, y a una amiga que además forma parte del Olimpo eso es traicionarla. Porque cuando alguien te dice -y te canta-: “Mírame, suavemente quiero romperme al vencerte… y mírame, al suicidio llevo mis versos en ti, sin dolor… mírame… Mírame… en cada gesto llevo tu amor, mi vida bebo y brindo en tu honor, no sé si es de locos hablar así…” o por ejemplo “Si es que ves en mis ojos agua, no te preocupes, es que llevo nieve en el alma…"

¿Qué puedes escribir? Yo me niego a etiquetar o analizar, ni siquiera describir un sentimiento, una emoción constante, una sensibilidad,… cuando además eso te lo ha dicho a la cara, en persona, cuando has reído, disfrutado y llorado al mismo tiempo y con las mismas cosas y situaciones no puedes. Pero aún así, como quien escribe es un ser humano limitado y no como ella puedo decir:


La forma de componer, de tocar la guitarra, de vibrar la voz, de escribir, de trasladar al pentagrama los sentimientos íntimos que Mari Trini realizaba traspasa el alma, enciende la pasión o te exalta al cielo o a la estrella mas alejada. Cuando además ese artista interpreta cada palabra, cada verso con su pasión no queda mas remedio que entregarse a ella y mostrar el inmenso placer que produce.


Me niego a compararla con nadie, sería limitarla y como digo, cuando alguien es inmortal no tiene límites. 


Mari ya no tiene 75 años, ni 62 como cuando nos dejó físicamente porque pensar en ella, nombrarla es revivirla. Los que la conocimos, la disfrutamos, la amamos y la compartimos somos unos afortunados a los que ya solo nos queda esperar el día de volver a encontrarnos con ella, y mientras tanto la seguimos viviendo en sus discos cada vez que hace vibrar el aire con su voz, en sus canciones, porque duele no poder tocarla ya, no poder besarla, no poder abrazarla, no sentir sus besos, sus abrazos y sus risas, consuelos y desvelos…


No, me niego a escribir sobre mi amiga del alma, me niego… No llueve, pero duele aunque me gusta este dolor que me rompe, me vence cada vez que veo una foto suya… porque en cada gesto que la recuerdo lleva mi amor… y no estoy llorando…






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