¿Por qué baja la credibilidad de la radio?

Publicaba ayer Gorka Zumeta en su web los datos del Eurobarómetro, herramienta destinada a medir el estado de la opinión pública en la Unión Europea, correspondiente a 2021 en el que se destacaba que la radio había perdido credibilidad en España a pesar de seguir siendo el medio mas creíble. En comparación con los datos de 2018 la radio perdía 10 puntos, mientras que el resto de los ciudadanos europeos la mantenían en un 58%. Quedaba señalado que había mas españoles que tendían a desconfiar del medio (46%) que a creerse lo que dice (42%). A pesar de lo cual sigue siendo el medio que merece -todavía- la mayor confianza por encima de la televisión y prensa escrita, dejando muy lejos a los medios online y redes sociales.

Además de credibilidad, en nuestro país la radio ha ido perdiendo audiencia desde hace mas de diez años como viene demostrando la AIMC a través del Estudio General de Medios. Ya me he referido en estas páginas, concretamente en febrero de 2010 y en abril de 2019 de los problemas que estaba viviendo el medio. Fundamentalmente a la ausencia de innovación en los esquemas programáticos porque vienen repitiéndose los mismos en los últimos 35 años en la radio convencional o generalista y peor aún, en la musical hasta matarla casi definitivamente. En su momento la música fue la auténtica gallina de los huevos de oro (pocos gastos, muchos ingresos y gran penetración). Las cadenas musicales se refugiaron en la reiteración de las mismas 600 canciones y la ausencia de los prescriptores para abaratar aún mas los costes (¡) y no supieron adaptarse a la llegada de los nuevos canales (Spotify e iTunes) hasta casi suicidarse.

 


El patrón en la radio convencional es el mismo desde mediados los 80, si exceptuamos el deporte de la noche con García y Hora 25 ambos espacios de comienzos de los 70; los programas de la mañana siguen el mismo formato; entonces con Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo, Antonio Herrero,… ahora con Barceló, Herrera, Alsina; la tarde con Ángel Casas, Javier Sardá, Gemma Nierga, posteriormente Julia Otero, Carles Francino, la noche con los informativos (Hora 25, La Linterna y La Brújula) y el deporte (Extra-García, El Larguero, El Tirachinas o el Partidazo) y los fines de semana (principalmente A vivir que son dos días). Y no me parece mal siempre y cuando se produzca movimiento. Sigue sucediendo lo mismo que cuando año tras año me preguntaban por la nueva programación yo contestaba, “no, la nueva temporada, la programación es la misma”. No se debe confundir un esquema de programación con los contenidos.

 

Dentro de esos esquemas de programación la Ser apostó por un mayor tiempo de información a comienzos del actual milenio, adelantando la hora de emisión y aumentando a cuatro horas el programa informativo decano de la radio en España, Hora 25 de 20,00 a 0,00 horas, algo que con buen criterio implantaron los demás competidores. Desde entonces nada mas. Los cambios únicamente se han producido en conductores y equipos de programas, algo lógico por demás. La única adaptación ha sido la implantación de los sites de internet como un medio de apoyo. Ahora parece que empieza a enriquecerse con los podcasts, pero me pregunto ¿eso será todo?

 

La radio generalista ha trabajada únicamente en esos modelos, al margen de las lógicas tendencias ideológicas como cualquier otro medio. Pero había algo que daba esa credibilidad, principalmente a la Ser, y era la independencia económica, algo en lo que constantemente insistía Jesús Polanco, como he ido reflejando en sus intervenciones en Testigo de radio. Sin independencia no se tiene libertad, destacaba Polanco y ahí radica el mayor problema. En tiempos tormentosos como los que vivimos desde la crisis de 2008 los medios han tenido que recurrir a bancos y empresas de inversión para sostenerse entrando en los consejos de administración, al margen de haberse creado una inestabilidad laboral que es mortal para profesionales y medios. 

 

Aún así la radio ha querido mantenerse cerca el ciudadano, pero no es suficiente porque no ha encontrado recursos para competir con los nuevos rivales. Es muy peligroso informarse a través de redes sociales por la ausencia de criterio profesional y formado. Por ese cauce han llegado las “fake-news” y las manipulaciones. Para que la radio vuelva a ganar la credibilidad perdida y pueda aumentar su fiabilidad es necesario un mayor acercamiento no ya a la audiencia, si no a los nuevos retos y nuevas herramientas, pero sobre todo a los contenidos de forma independiente y veraz. A la radio se le pide saber adaptarse a los nuevos tiempos e innovar, además de una gran dosis de talento. Es hora de que ese talento llegue a la gestión y al producto. 

 

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