Una noche de otoño (y XIII)

La banda sonora de un tiempo nuevo

Último capítulo

El 12 de diciembre de 2006 -el día de su cumpleaños- me llamó Chema y me invitó a tomar un café en su casa para hablar de los proyectos del nuevo año. A las seis de la tarde llamaba a su puerta. Me abrió Gloría, su mujer, y tras un fuerte abrazo y un par de besos, vino Chema, hablamos en la cocina mientras se hacía el café y subimos a la buhardilla. Me pidió que me sentara en su sitio, frente al piano, cerca de la guitarra, junto al ordenador, pulsó el intro y...

No podía creer lo que estaba escuchando. ¡Había puesto música a lo que escribí en un trayecto de autobús allá por el mes de Mayo! El resultado era increíble… emocionante… no sabía que decir, no me salían las palabras. La escuche una y otra vez, y otra mas, y otra y otra… Estaba tan emocionado que no me salían las palabras, ni tan siquiera podía llorar. No sentía el corazón, me encontraba ingrávido, flotante… mareado.

No recuerdo cuanto tiempo transcurrió hasta que pude hablar. Chema me miraba sonriendo y expectante. Me tomé un respiro y nos sentamos en el sofá. Me pidió me opinión… “¿Estas loco, estamos todos locos, que me va a parecer?” No había palabras que describieran mi estado de ánimo y mi agradecimiento. El resultado era todo lo que sentía…

Es admirable la capacidad del artista para crear, para generar empatía y concebir una música que describe tan a la perfección un sentimiento, un estado de ánimo y una historia. El día de su cumpleaños, mi amigo me había hecho el mejor regalo a mi..., y decidí que ese iba a ser mi obsequio de Reyes a la Marinera, ahora ya protagonista de la creación de un artista de enorme sensibilidad.

De vuelta a casa no paraba de sonar la canción en el coche, y durante los días siguientes solo escuchaba “Marinera”. Nos felicitamos las navidades, hablábamos constantemente, seguíamos escribiéndonos, pero me costaba un mundo mantener la serenidad. En algunas ocasiones me decía que me notaba diferente, nervioso, como impaciente,... pero le contestaba que debía ser una apreciación suya por cómo le afectan estas fechas.

Le envié a Pedro una selección de fotos para editar el CD, y se puso manos a la obra. Al cabo de una semana tenía ante mi el resultado de su trabajo y preparamos la edición.

El 4 de enero preparé el envío del cd con un juego de varios sobres como si de muñecas rusas se tratara poniendo en cada uno de ellos algún mensaje. En el primero de ellos le pedía que no lo abriera hasta las 12 de la noche del día 5 o a primera hora de la mañana del Día de Reyes, pero no se lo tendría en cuenta si lo abría antes.

En el penúltimo sobre incluía la carta en la que terminaba por desnudar definitivamente mi corazón ante ella y a continuación la invitaba a escuchar el del cd del último sobre.


Madrid, lunes, 25 de diciembre de 2006

Hola Marian:

Te estoy escribiendo estas líneas en la tarde del domingo 17 de diciembre de 2006. No sé cuando te entregaré esta carta y lo que habrá sucedido hasta ese momento, incluso ahora, cuando estoy ante el ordenador, desconozco si te la entregaré, pero siento la necesidad de decirte todo lo que llevo dentro desde hace mas de un año.

Ambos conocemos lo que hemos vivido, y tú sabes lo que siento a través de las cartas que te he ido enviando. Que curioso; llego aquí y no sé como seguir. Lo mejor será empezar por mis sentimientos.

Te quiero Marian, si, te quiero y ya lo he dicho. Le he dado tantas vueltas a como lo iba a hacer… Esto no es lo que había soñado y es posible que tenga unas consecuencias dolorosas para mi porque creo que para ti no lo debe suponer. Eres feliz en tu independencia, tu isla, tu familia, tus amigos, tus viajes, Jaime…

Me gustaría que te sientas halagada por los maravillosos sentimientos que has despertado en mí y no solo de cariño, amor y pasión ¡Quién me iba a decir que a estas alturas de mi vida iba a experimentar sensaciones no conocidas algunas y olvidadas otras! No, no te sorprendas, es cierto. Puedes pensar con toda razón cómo es posible que alguien como yo no haya sentido, vivido o disfrutado esas sensaciones diferentes e increíbles que me han hecho volver a vivir con la ilusión del nuevo día, disfrutar de cada minuto de mi vida y dormirme con una sonrisa de felicidad en mis labios.

Pues todo eso lo has logrado tú y por eso debes sentirte halagada y nada agobiada ni comprometida a nada. Solo en el impensable caso de que sintieras en lo más hondo y escondido de tu corazón un pequeñísimo rescoldo de calor hacia mí ya merecería la pena seguir disfrutando de cada minuto de mi vida.

¿Recuerdas que te dije en cierta ocasión que conocerte me hacía feliz? Me conformo con cosas pequeñas; cuando me llamas, cuando me envías un email contando lo que haces, dónde vas, como te diviertes… te imagino y me sueño a tu lado disfrutándolo contigo. Cuando el dolor te atraviesa, cuando la vida te da la espalda o a un ser querido le va mal me encuentro a tu lado sufriendo contigo, y quisiera hacerte llegar mi cariño, compañía y solidaridad… una caricia que te aliviara el momento.

Te decía antes que desearía que te sientas halagada, pero realmente quien se siente un ser privilegiado por conocerte soy yo. No te puedes imaginar la cantidad de veces que he agradecido al destino que tuviera que sentarme en tu mesa aquella noche de octubre en Ibiza.

Todo lo que he vivido y experimentado a lo largo de este año gracias a ti y que te he ido contando en esas cartas ya forma una parte esencial e irrepetible de mi vida: Esencial porque pase lo que pase de ahora en adelante has hecho que viva el año mas intenso y feliz de mi vida… ¡y no nos hemos visto! GRACIAS.

Pero también hay dolor, mi dolor: El dolor de no haberte conocido antes, el dolor de la distancia, el dolor de la diferencia de edad, el dolor de los que te han causado dolor,... y me pregunto ¿Qué debo aprender, que pensar de conocer la existencia de un ser como tu? Nunca hemos sabido interpretar los deseos o intenciones de los dioses. En un principio pensé que tu aparición en mi vida era para compensarme de algo, en otro momento que podían servirse de ti los dioses para dar un giro a mi vida, en otros pensaba que realmente te habían puesto delante de mi para compensarnos a ambos de desgracias pasadas o para que fuéramos conscientes de que, también aquí y ahora, existe la felicidad poniéndonos uno ante otro para vivirla y disfrutarla.

Es posible, casi seguro que la aparición de un ángel como tú en mi vida haya sido para que fuera consciente de que aún puedo sentir, vibrar y emocionarme, pero en ese caso me pregunto… ¿Y yo? ¿Para qué? ¿Para qué he aparecido en tu vida? ¿Qué puedo aportarte yo...?

Un día de los que chateamos sentí uno de mis calambres y te dije que iba a escribir una canción. Pocos después de regreso a casa un impulso hizo que sacara del bolso un pequeño cuaderno de notas, y una fuerza desconocida y maravillosa tomó mi mano haciéndome escribir lo que vas a escuchar. Ahí tienes en forma de canción lo que me has hecho sentir. Nunca pensé que podría hacer algo así, nunca he obsequiado con tanto amor y deseos de hacer feliz a otra persona como en las ocasiones que te enviaba un detalle, una flor, un disco, un ramo, un sms, un correo, una peli…

Esto es solo lo mejor que te puedo dar de mi en la distancia con todo mi amor y pasión. Hay mas canciones, pero esas no las he terminado y no sé si lo haré algún día. Hablé con Chema, le conté lo que estaba sintiendo y lo que había escrito, me pidió que se lo enviara ofreciéndose para ponerle música. Lo que vas a oír es el latido de mi corazón en tus manos, en tus oídos y quisiera llegar a estar en ti durante esos instantes como tú estas en mí.

Cuando estoy escribiendo estas líneas he pensado en aprovechar un viaje a finales de Enero a Palma para verte y darte esta carta con el cd en el momento de despedirnos y esperar… esperar un gesto, una llamada, un nuevo encuentro no lo sé…, quizás he visto muchas películas de final feliz, aunque mi final feliz no tiene porqué ser tu final feliz y por eso no lo voy a hacer.

Esta carta y el CD serán mi regalo de Reyes. Cuando la recibas estaré en Madrid, no sabré la hora, el momento o lo que estaré haciendo, solo sé que te quiero, solo sé que necesitaba decirte todo esto y mas, pero los sentimientos… ya sabes, se desbocan en mi mente por salir todos a la vez,… Necesitaba darte –enviarte- esta carta, y decirte lo feliz que me has hecho sentir, pero creo que una vez mas tirara de mí el lado de la sensatez y me quedaré aquí “sentado en el banco de la estación esperando que llegue el tren” que te traiga -¿recuerdas Penélope?-, pero sé que no vendrás; eres feliz con lo que tienes y yo un soñador que, durante poco mas de un año de su vida, vivió en una nube a la que un ángel trasladó y nunca viviré lo suficiente para agradecérselo.

Siempre esperando, incluso “más allá de donde la mirada nos alcanza” –como decías en aquella carta que me enviaste- y sea aquí y ahora, en este momento o en otro, en el presente o en el futuro, en esta vida o en otra -si existe- siempre estaré esperando tu regreso, noticias sobre tu bogar, un gesto, un rumor,… como te decía en la primera carta para invitarme a navegar contigo. Aunque pasen treinta años o una eternidad yo siempre te estaré esperando. En cualquier caso rogaré a los dioses del mar de la vida para que tengas una singladura pletórica y feliz.

Escucha la canción, siéntela… ¡ojala la puedas vivir! Espero que la disfrutes tanto como yo al escribirla.

Te envío ese beso que nunca te di. Te quiero cariño, te quiero. Hasta siempre,

Juan

… Y si esta carta te causa algún dolor disculpa, pero necesitaba “cantarte” lo que siento.

PD: La posdata la estoy escribiendo el día de Navidad, son las 11,46 de la mañana.




(Continuará)

Próximo capítulo: 16-Diciembre-2011. Epílogo

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