Los llantos de Clapton y la mala digestión

El pasado lunes me sorprendía leyendo en El País un comentario de Diego A. Manrique titulado Cuando Clapton sollozaba y apenas si escribía algunas líneas sobre “slowhand”. Su comentario estaba dirigido contra un compañero de profesión con el que al parecer tiene cuentas pendientes, y las aireaba desde el periódico.

Me he sentido solidario con Diego por su "salida" de Radio 3, pero su forma de actuar dentro de El País frente a las Cadenas Musicales del Grupo Prisa siempre ha sido antisolidaria y despectiva. Diego es un comentarista de una vasta cultura musical, ganador de un Premio Ondas por su programa “Ambigú”, pero al mismo tiempo es soberbio en el campo profesional y despectivo con los que no son de su cuerda.

Me quedé sorprendido por hacer públicas sus fobias porque siempre me pareció mas prudente, pero parece que al no soplarle los vientos de forma favorable recientemente, ha perdido el norte o el sentido de la prudencia. Había decidido no comentar tal disparate injusto contra un compañero excusándose en Clapton, pero hoy he leído la carta abierta que Adrián Vogel ha dirigido Milagros Pérez Oliva, Defensora del lector de El Páis, y que ha publicado en su blog “El Mundano” y no puedo por menos que suscribir cada uno de los párrafos de la carta.

Invito a todos a leer el artículo de Diego y la carta de Adrián. Sigo pensando en lo importante que es que tengamos grandes especialistas y eruditos pero ¿de qué sirve tanto conocimiento si se hace mala digestión del saber y se vomita bilis?