Un día de primavera en El Retiro

Desde hace unos años cuando llega el verano me planteo comentar los instantes brillantes de cada día. Esos momentos que produce la alegría del sol, la luz, el calor, el alivio de ropa, el baile de la hojas de los álamos, plátanos, acacias o frutales que rodean la plaza de mi pueblo. Hay que vivir, disfrutar de cada uno de ellos y compartirlo con amigos y enemigos porque ya sabes mi máxima “Si compartes tu felicidad los amigos se alegran y los enemigos, sufren”. Ahora llegan esos días que te regala la naturaleza; luz radiante, cielo azul irreproducible, ni una sola nube, temperatura perfecta, no suena ningún motor que rompa la armonía. Solo se escuchan los sonidos de las conversaciones de los viandantes, de los vecinos con los niños jugando en la plaza o en los parques o los pájaros de mi rincón. Esos instantes hay que saber disfrutarlos y sentirlos. Cualquiera de esos días es bueno para ir por la mañana, a las 11 ó 12 del mediodía al Parque del Retiro, subirte a una barca y surca...