Absentismo emocional


La SER, un estilo casi centenario que debe permanecer por encima de los nombres

Hay dos momentos cruciales en la historia reciente de los medios de nuestro país: la llegada de Aznar a la Moncloa y su obsesión enfermiza con Prisa, y la desaparición de Jesús Polanco

Se supone que tu jefe debe saber liderar, crear, organizar y descubrir; que se podrá equivocar, pero sabrá escuchar y se dejará asesorar, aunque la decisión final sea suya, y siempre vas a aprender de él

El 31 de Enero hace un año que terminó mi relación laboral con la SER tras casi 38 años de trabajo en diferentes áreas y debo decir que ni yo, ni creo que la audiencia,  reconozca en la actualidad la forma de trabajar, el sonido y la calidad del producto final que sale en antena. Es verdad que el nivel de los medios de comunicación, a medida que han crecido las plataformas de comunicación, ha descendido ostensiblemente, y la mediocridad se ha instalado como referente junto a la pobreza creativa y cultural, si bien es cierto que la radio aún está a años-luz de los niveles televisivos.

Cuando vas viendo como de forma progresiva y paulatina se deteriora el producto, cuando se construyen instalaciones con departamentos-estanco que cada día aíslan aún mas cada área, cuando no se promueve la comunicación horizontal sino que se provoca la vertical, se llena la agenda de reuniones estériles y sectoriales, cuando hay mas “gerentes de departamento” y jefes que indios, cuando se hace mas política desde los medios que prestar atención al oyente, sucede que la audiencia desciende, se marcha a las cadenas musicales y tú vas dejándote por el camino el que creías infinito combustible de la pasión vocacional llegándose a producir lo que un amigo mío ha bautizado como “absentismo emocional”.

Desconozco en profundidad el estado interno de los demás medios, pero sin duda tiene que ser, desgraciadamente, mucho peor por el resultado de lo que asoma a la antena del resto de emisoras de nuestro país donde únicamente se salvan, al margen de algunos contenidos de la cadena Ser y de Onda Cero –pocos-, Los 40 Principales, Cadena Dial, Cadena 100, Máxima fm, Radio 1, Radio Clásica y Radio 3. El resto no merece ser comentado porque se ha demostrado que no por haber mas medios mejora la calidad, como ha sucedido con la televisión; cuantos mas, peor.

La obsesión de Aznar y la muerte de Polanco
Existen acontecimientos puntuales que pueden hacer girar una situación para mejorar o para empeorar, y debo decir que para mi hay dos momentos cruciales en la historia reciente de los medios de nuestro país que marcaron el devenir de los tiempos: una de ellas fue la llegada de Aznar a la Moncloa y su obsesión enfermiza con Prisa, y la otra el fallecimiento de Jesús Polanco. La política del primero provocó la llamada “Guerra mediática” que colocó a los medios de esta país en las trincheras, alejándoles de los contenidos y de la competencia leal para entrar en el ejercicio de la política mediática, y la desaparición del segundo dejó clara la importancia de su categoría profesional y humana totalmente insustituibles.

Pero no trato en este comentario, que quiere ser breve, de hacer un ensayo sobre los medios. Dejo ahí esas dos reflexiones para profundizar en ellas mas adelante, quizás cuando traslade al papel, o vaya colgando en internet, mis recuerdos y experiencias de esos 38 años. Lo que quiero resaltar es que las decisiones que se fueron tomando en los últimos tiempos en “mi casa” me fueron alejando de lo que siempre se había explotado internamente, algo tan grande como el auténtico secreto de la SER; el hecho de sentirse orgulloso de pertenecer a esa organización que “era la radio”. Si, La SER era la radio, ya podían existir todas las cadenas que quisieran montar los respectivos gobiernos –desde la UCD hasta el PP pasando por el propio PSOE- que la radio era la Ser, y la Ser era la radio, hasta no hace mucho tiempo, y no es necesario relatar aquí lo momentos y programas que hicieron de esa casa el medio de referencia y mito que llegó a ser, y sigue siendo –quizás- a pesar de propios y extraños.

Ferreras, Gavela y Gabilondo
Si tuviera que poner una fecha para el principio del deterioro en los contenidos, y de esa filosofía, creo que sería la de las salidas de Antonio García-Ferreras al Real Madrid, primero, y de Daniel Gavela e Iñaki Gabilondo a Cuatro después. El sacrificio que los dos últimos hicieron en beneficio del Grupo es el origen de lo que vino después para la radio. A Ferreras yo le dije que no confundiera su vocación con su pasión, pero se marcharon los tres y no ha habido recambio del mismo nivel.

En lo que a mi se refiere ese es el principio de lo que ha venido a suceder y la forma en que se fue creando en la organización el llamado Absentismo emocional. Se supone, y eso lo aprendí de ellos, que tu jefe debe saber liderar, crear, organizar, y descubrir; que se podrá equivocar, pero sabrá escuchar y se dejará asesorar, aunque la decisión final sea suya, y siempre vas a aprender de él. Eso es lo que le convierte en líder y maestro, ¡pero si Gavela me descubrió el placer de escribir! –que lo haga mal es solo responsabilidad mía- y si hoy tengo un blog es por él. Una prueba de la ausencia de ese espíritu en la radio es el desprecio con que se le ha tratado en los Premios Ondas, y su situación actual, tras la fusión de Cuatro con Tele 5, es una barbaridad profesional que demuestra el poco talento en la gestión y el poco reconocimiento que hay en el panorama mediático de nuestro país.

En estos 38 años he tenido muchos jefes y altos directivos, Rafael Revert, Tomás Martín Blanco, Jorge Planas –el mejor gestor que ha tenido la radio de este país, y esta frase va a molestar y me va a costar caro-, Eugenio Galdón, Silvio González –al que le he perdonado el daño que me hizo, pero no lo he olvidado-, Juan Casal, Javier Agustí, Francisco Vela, Antonio García Ferreras –al que tuve como becario en Valladolid, y aunque tuvo su momento de deslealtad siempre admiré por su cantidad y calidad de trabajo- y Luis Merino –a pesar de su mas que mejorable carácter-, un hombre que ha entregado su vida a la música y al que Los 40 Principales le deben gran parte de lo que han son.

Augusto Delkáder ocupa un capitulo importante de mi vida profesional. En muchas ocasiones no he entendido sus decisiones, pero aunque no comparta algunos aspectos de su forma de trabajar tiene todo mi respeto. El confió en mi para dirigir el Departamento de Comunicación de la Ser en los tiempos en que “la caverna” de esta país utilizando todas las herramientas a su alcance quiso meter en la cárcel a Polanco y Cebrián, entre otros dirigentes de Prisa. En aquellos tiempos de su mandato en la radio hice con él, Gavela y Ferreras un auténtico máster sobre como gestionar una crisis creada contra un grupo de comunicación.

Un gran legado
Y no puedo olvidar las experiencias vividas en el atentado del 11-M, en el que el trabajo realizado desde la cadena Ser ha quedado como uno de los mas importantes y brillantes servicios que La Radio ha hecho a la democracia y que esa “caverna” quiso –y parece que sigue en ello- desacreditar falseando la realidad.  Un trabajo que estuvo a la altura de lo realizado en épocas anteriores como el del intento del golpe del 23F y del que también tuve la fortuna de ser testigo directo, y sobre el que escribiré próximamente. Por todo ello es importante que el estilo y la huella de la SER no se difuminen por el avance de los nuevos tiempos, y la mas que mejorable forma de gestionar un medio, porque se corre el riesgo, con algunas formas de actuar, que ese absentismo emocional haga que se pierda la perspectiva de la procedencia y el deseo de ganar el futuro.

Medio de referencia y futuro
De todos ellos he aprendido, he crecido como profesional, y por eso me duele ver como algunas decisiones que se han ido tomando laminan la imagen e historia de la SER, generando incertidumbre en las nuevas generaciones, en el personal actual, y olvidándose de trasladar a quienes hoy trabajan dentro la importancia de sentirse orgulloso de pertenecer a esa casa, de saber tolerar y de anteponer el bien de la empresa a la soberbia personal.

No he podido coincidir con Javier Pons en su regreso porque se produjo pocos semanas después de mi marcha, pero creo que la radio está en buenas manos con él. A pesar del tiempo que ha estado fuera es un hombre de dentro que conoce bien los entresijos y acertará porque está sobradamente preparado.

Por todo ello es muy importante que, para que no se pierda ese estilo de hacer radio que, además de Pons, con la incorporación de Iñaki Gabilondo como consejero y de Josep Mª Girona como Dircom de Prisa Radio, -hombres de La Casa- se puedan impulsar plenamente una forma y un estilo que, avanzando por los caminos de las nuevas tecnologías, no haga perder las señas de identidad, las raíces y pilares de la SER para seguir siendo en el futuro el medio de referencia de nuestro país.

Continuará…

Nota final a quien pueda interesar:
Espero que si algún confidencial se hace eco de este artículo “lo sepan malutilizar inadecuadamente”. Ellos ya saben como se hace todo lo que perjudica a “la radio”. Quizás de esa forma lo sepan interpretar por una vez, aunque me gustaría que lo ignoraran.





Comentarios

  1. Como te entiendo compañero. Después de más de 30 años en la empresa y con la posibilidad cierta de caer en la próxima tanda de despidos, he sido testigo de lo que expresas en esta entrada.

    Enfermo de lo que has llamado "absentismo emocional", cada vez tengo más ganas de hacerme a un lado y dejar pasar a los recién llegados.

    Prefiero recordar como fue todo a seguir asistiendo a la lenta pero inexorable decadencia.

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  2. Gracias por el recuerdo, don Juan. ¡Qué tarde la de aquel día, 23-F!
    Mariano de la Banda.

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  3. Desde fuera estoy muy de acuerdo con tu exposición (aunque discrepe en un par de nombres, que han sido dañinos para sectores exteriores a los medios).

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  4. En el día de hoy este comentario se ha convertido en el mas leído del blog, y hay aspectos que me están haciendo reflexionar sobre lo "cuidadoso" que fui en su momento al escribirlo. Me preocupa el desnortamiento que se está produciendo y me duele porque "aún" hay personas ahí dentro que quiero y aprecio que sufren porque aman a La Radio.

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