El 23-F dentro de la radio que lo contó


Esa tarde no podía conciliar el sueño para recuperar mi horario nocturno. Hacía dos años que la Cadena Ser había decidido dar continuidad a la radio las 24 horas del día y hacer un programa de madrugada que fuese De la noche a la mañana, y Tomás Martín Blanco me había encargado de su realización. Se trataba de abrir los teléfonos a lo largo de la noche para hablar con los que no podían o no querían dormir, programar música, leer fragmentos o relatos cortos de la literatura universal, hacer entrevistas, principalmente a músicos y cantantes que traían los discos de sus artistas preferidos y de 4,30 a 6,00 de la madrugada volver a emitir Extra-García, el programa deportivo de José María García, para una vez concluido comenzar una programación mas animada hasta las 7,00 de la mañana en que José Joaquín Iriarte y Carmelo Encinas realizaban Matinal Cadena Ser, el primer informativo del día.

A las seis y media de esa tarde sonó el teléfono y una voz amiga me informaba de lo que estaba sucediendo en el Congreso de los Diputados. Solo pude hablar con Arturo de la Vega, jefe de emisiones, porque el resto de responsables de la cadena, Eugenio Fontán, director general, Ramón Varela, director general adjunto, Tomás Martín Blanco, director de programas y Javier González Ferrari, Fernando Onega y Fernando González, responsables de informativos, estaban siguiendo al minuto cada instante de los acontecimientos, mientras Mariano de la Banda había suprimido los contenidos del Club de la Tarde para emitir música clásica.

Rafael Luis Díaz creyó que los militares se llevarían a los periodistas al Campo del Rayo Vallecano como sucedió en el golpe de Chile

Cuando llegué a la Radio, Javier González Ferrari ya se había puesto al frente del programa especial junto a Luis Rodríguez Olivares y José Joaquín Iriarte. Gracias a que Mariano Revilla y Rafael Luis Díaz habían dejado el micrófono abierto pudimos saber que ellos se encontraban bien y todo lo que iba sucediendo en la Cámara Baja.

Hace unos días hablando con Rafa me describía sus sensaciones y pensamientos cuando vio entrar a la Guardia Civil, y tras los primeros momentos en los que narró para la cadena Ser la entrada de los golpistas en la Cámara, pensó en la caída de Allende en Chile, en su familia y en que acabaríamos todos en el campo de fútbol del Rayo Vallecano, no se porqué no pensé en el Bernabeu o en el Calderón, pero mi mente se fue al estadio de Vallecas.
Rafael L. Díaz

Me recordaba la sensación de estar viviendo algo muy importante y el papel trascendental que tenía la prensa, porque tras una experiencia como la vivida tras ser liberados todos nos fuimos a nuestros respectivos medios para seguir informando y contar lo que habíamos vivido”.

Rafael Luis Díaz formaba parte de un equipo de periodistas que habían nacido a la información radiofónica con Hora 25. El había formado parte de aquella redacción que montó Don Antonio Calderón –uno de los hombres mas importantes de la historia de la radio- con un grupo de jóvenes periodistas que se fueron fraguando como grandes hombres de la radio informativa a lo largo de los años 70, por eso cuando llegó un acontecimiento como el del 23F, tenían una experiencia y un rodaje en la información que les hizo estar a la altura de las circunstancias y que todo el país estuviera aquella noche pendiente de la Cadena Ser, la única emisora que podía estar contando lo que pasaba dentro del hemiciclo.

Cuando supimos que el ejército había tomado las instalaciones de RTVE, Fontán y Varela decidieron que se cerraran las puertas del edificio de Gran Vía; si querían entrar los golpistas tendrían que derribar las puertas

La preocupación y  la excitación por los momentos históricos que estábamos viviendo hacían que la redacción de la segunda planta de Radio Madrid fuera un constante ir y venir a la sala de teletipos para ir conociendo lo poco que se podía informar desde el Congreso. Por un lado se envió a Antonio Jiménez con una unidad móvil a la plaza de Neptuno para que contara lo que podía averiguar desde allí y estableciera contacto con las autoridades y la Comisión de Subsecretarios que se había reunido en el Hotel Palace, y por otro en conexión con las cabeceras regionales de la Ser, que entonces eran Santiago, Bilbao, Barcelona, Valencia, Sevilla, y Zaragoza, se iba tomando el pulso a la actualidad girando el protagonismo como todos sabemos a Valencia por la decisión de Milán del Bosch de sacar los tanques a la calle. También preocupaba averiguar el respaldo que podía tener el secuestro de los diputados y las reacciones del resto de países. El cuadro directivo se reunió en el estudio en el que yo realizaba el programa de la noche y allí se iba grabando y escuchando lo que ocurría en el hemiciclo. Recuerdo el estupor que nos invadió a todos cuando los golpistas se llevaron a los portavoces de los grupos parlamentarios.

A primeras horas de la noche, cuando supimos que el ejército había tomado las instalaciones de RTVE, Fontán y Varela decidieron que se cerraran las puertas del edificio de Gran Vía para que nadie pudiera entrar; si querían hacerlo tendrían que derribar las puertas.

Gran Vía 28, 30, 32, y 34 a comienzo de los '80
El único que parecía ajeno a lo que estaba sucediendo era José Mª García, centrado en preparar el programa que supuestamente tendría que hacer esa noche. Recuerdo que en un par de ocasiones se acercó a Martín Blanco y a Fontán para preguntar si iba a hacer el programa deportivo. La primera vez le dijeron que “en función de los acontecimientos” y la segunda –cerca de las 11 de la noche- le respondieron que se podía ir a casa. El director de Extra-García se quedó en su despacho y poco después se marchó.

En un momento de la noche dejó de sonar la voz de Antonio Jiménez y el protagonismo se lo llevó José María García. Molesto por la decisión que se había tomado de no contar con él decidió por su cuenta ir la Carrera de San Jerónimo y a través de sus amistades militares consiguió una mejor ubicación para la Unidad Móvil de la Cadena Ser en la puerta del Hotel Palace y, una vez conseguido ese punto, le quitó el micrófono a Antonio Jiménez y subido al coche de la radio empezó a narrar lo que veía desde allí con su estilo deportivo. El malestar y enfado en la redacción fue mayúsculo y tanto Fontán como Varela, Martín Blanco y Onega le pidieron por línea interna que dejara de transmitir y devolviera el micro a Antonio Jiménez. Se consiguió a duras penas.

Esa noche José Mª García empezó a cavar su tumba en la Ser; Unos meses mas tarde con motivo de otro intento de protagonismo del periodista deportivo en un acontecimiento, y un pulso de poder con la cúpula empresarial, significó su salida de la Ser -¿a que me suena eso?-, pero eso ya es otra historia para contar en otro momento y de la que también fui testigo.

La aparición del Rey en la madrugada sirvió para tranquilizar los ánimos y empezar a comprender que la “aventura” de Tejero iba a fracasar; lo demás ya es conocido. A las 7 de la mañana algunos nos empezamos a marchar. Yo tenía que ir ese día, 24 de febrero. a examinarme del permiso de conducir. Debo decir que la prueba de circulación la hicimos escuchando por el autoradio como salían del Congreso los diputados y eran arrestados los militares golpistas. Aprobé, llegué a casa, comí algo y, esta vez, si pude dormir.

Comentarios

  1. Muy interesante articulo, sobre todo para todos aquellos que aun eramos muy niños. Sin embargo si que recuerdo perfectamente a mi padre escuchando la radio toda la noche, esta claro que escuchaba la SER. Felicidades por el blog.

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