Nunca... (76) La noche de Rocío Jurado


El reencuentro de dos amigos
20 años después en un acto de Radiolé
Tras las primeras semanas de contacto con la audiencia de la noche, emocionado y agradecido por la acogida del programa fuimos perfilando los contenidos y estructura. Para que el programa se mantuviera pegado a la actualidad y dejando las puertas abiertas a la información, además de los boletines horarios Javier Suárez entraba a lo largo del programa con los temas de actualidad mas destacados, normalmente procedentes del exterior.

Nos veíamos a las 11 de la noche en la cafetería Nebraska para comentar los temas de actualidad del día, a continuación subíamos a ver la realización de Hora 25 y durante la emisión de los deportes yo me subía a la discoteca para buscar el material de la noche; intentaba que cada día sonara algo diferente y novedoso. Pensaba que la audiencia estaba cansada de escuchar los mismos temas cada día. En ocasiones tras el boletín de turno comentábamos la actualidad.

Y en esa línea decidí poner en marcha una experiencia que tanto para mí como para la audiencia resultara novedosa. La idea consistía en llevar cada semana a un invitado que por motivos de actualidad musical, cultural o mediática, estuviera de actualidad para “compartir toda la noche” con la audiencia y, al margen de hablar de su trabajo, conocerle mas profundamente a través de sus gustos. Así surgió pedirles a cada uno que trajera de su casa los discos de sus artistas preferidos.

La conquista
A partir de aqui todo cambió

Una vez instalados en 1980 una de las figuras de mayor actualidad por su trabajo y la repercusión obtenida era Rocío Jurado. Tras la experiencia, totalmente innovadora, en su estilo acercándola al mundo del pop de la mano de Manuel Díaz-Pallarés a través de su primer trabajo con Manuel Alejandro en “De ahora en adelante”, la cantante de Chipiona volvía a insistir en la misma línea con un excitante y rotundo “Señora” con los mismos protagonistas. Aplicando una de mis básicas normas de “lo que no pidas no lo tendrás”, hablé con Juan Miguel Ramírez y Luis Garza, entonces responsables de la promoción de RCA. Les encantó la idea y se la trasladaron a Manuel, director de producto de RCA y artístico del disco de la cantante, que inmediatamente me llamó para tener una reunión en la que preparamos el tratamiento de la noche con la cantante.

Decidimos hacer el programa tras una promoción en antena a través de cuñas, pero sin desvelar el contenido del programa, simplemente anunciando a una “Rocío diferente”. Yo no la conocía personalmente.

Pero era importante conocernos antes del programa para comprobar la empatía entre ambos y, aunque Manuel, como buen amigo, me había vendido muy bien y la cantante era una profesional excepcional que se dejaba asesorar por quien conoce los medios, quedamos en comenzar la noche con una cena en Casa Lucio. Fue una buena idea porque sirvió para quitar la impaciencia y nervios que a mi siempre me invadían, y lo siguen haciendo, antes de entrevistar a un personaje brillante con tantos aspectos a resaltar.

Mis manos
Lugar de la cena

Tengo la cena grabada como uno de los momentos mágicos y maravilloso por los que ha merecido la pena vivir esta profesión. Juan Miguel y yo quedamos antes para ir juntos y en el restaurante esperaríamos a Manuel y a Rocío. Llegamos antes que ellos y les esperamos en la mesa reservada a nombre de RCA. Unos minutos después llegaron ellos, y ante mi se presentó una de las personas mas impactantes de mi vida; su profesionalidad, carácter, espontaneidad y credibilidad se manifestaron de tal manera que ese misma noche me invadió y conquistó.

Siempre he gesticulado mucho con las manos a la hora de expresarme, pero desde aquella noche, y a lo largo de los años, he intentado suavizar ese gesto por su culpa. Tras las presentaciones Manuel insistió en que ella y yo nos sentáramos frente a frente. El, que nos conocía perfectamente a los dos, dijo que teníamos que mirarnos a los ojos, y como acertó. Inmediatamente se produjo eso que se llama conectar hasta tal punto que no quedó ningún tema considerado tabú.

Con la mayor naturalidad hablábamos de todo, y cuando digo de todo me refiero a todo. Llegó un momento en el que no fuimos conscientes de los acompañantes. La cercanía llegó a tal punto que en uno de mis habituales movimientos me dijo que nunca había visto a nadie expresarse con esa emoción en las manos y que podía seducir con ese gesto, lo que consideré un exceso de alabanza que cortó con un sencillo ”¿No te parece que sé de los que hablo?”. Enmudecí de agradecimiento. Ya me había ganado.

Me habló de su madre por la que había sentido una veneración extraordinaria, de su infancia, de la Virgen del Rocío -una constante en su vida-, de la influencia de su padre, zapatero y cantaor de flamenco en sus ratos libres, del Colegio La Divina Pastora y sus primeras apariciones en un escenario. Me resaltó la dureza de la vida como zapatera y recolectora de fruta hasta que se presentó a un programa de Radio Sevilla (Cadena Ser), donde empezaría a cosechar premios, y de cuando conoció a La Niña de los Peines, o a Manolo Caracol, pero sobre todo, a Pastora Imperio que finalmente la contrató, a pesar de ser todavía menor de edad, para su tablao El Duende.

Barbra Streisand y la caja de resonancia

Manolo  Díaz cortó el momento hablando de la producción del disco y la hizo reconocer el trabajo que le había costado adaptarse a la forma de cantar en música ligera y de escribir de Manuel Alejandro. Me contó cómo había encajado las historias de amor y desamor que le había escrito el autor desde Si amanece, Lo siento mi amor, Quisiera morir contigo, Mi amante amigo, De ahora en adelante, No cierres los ojos niño, Todo el mundo, Si te hablan de mi, Vete ya, Fiel, ¿Qué sabes tu de mi? y He de seguir así. Se inspiró en los estilos de Mina y de quien era su cantante mas admirada; Barbra Streisand. Me costaba creerlo.

En ese momento lo demostró hablando de las canciones y discos que "pondría" en el programa: The way we wereClassical BarbraSongbird y Wet, pero lo que mas me sorprendió fue la explicación que dio sobre un aspecto físico de la Streisand que resultaba importante en la sonoridad de su voz y que hasta ese momento yo no había escuchado. Rocío decía que uno de los factores mas importantes de la pureza musical de la cantante americana se debía a uno de los rasgos que la caracterizan, y era la forma de su cara. Según la chipionera la peculiar forma de su cabeza generaba una caja de resonancia inigualable a la hora de cantar como ella lo hacía.

Señora

El resultado de aquél trabajo lo veía ella tan definitivo en su carrera que volvieron a pedir a Manuel Alejandro un segundo disco cuyo resultado fue el motivo de nuestro encuentro, Señora. En esta ocasión reconocía que le había costado menos trabajo adaptarse a la forma de interpretar intentando, entre otras cosas, reprimir el alargamiento de las palabras que finalizan en cada verso, cosa que se hace en la canción española.

El trabajo había quedado mas cuajado y personal, acercándose aun mas a un estilo que desde este segundo disco con Alejandro la dejo marcada definitivamente porque las historias, que esta vez había compuesto para ella la llegaban muy profundamente como en Algo se me fue contigo (dedicada a su madre) o Si llega él, Ese hombre, Como yo te amo, Quiero olvidarte ahora, Esta sed que tengo y Muchacho. En Amores a solas, David Beigbeder la había hecho darnos a conocer la intimidad femenina al interpretar sentimientos que hasta ese momento nadie había sabido llevar a la mujer desde el lado masculino, y finalmente en Me hubiera gustado tanto a ritmo de vals manifiesta una decepción ante un olvido. Todo ello lo demostraba a la hora de afrontar cada canción en sus actuaciones; cada verso, cada frase era interpretada como si la estuviera viviendo y ella, si, con unos gestos de ojos, cara, brazos y manos definitivos para convencer.
Salimos de Casa Lucio alrededor de la 1 de la madrugada dirigiéndonos a la radio entre bromas y comentarios sobre la noche que nos aguardaba. Íbamos hasta arriba de cafés dispuestos a revivir -ahora en antena- durante dos horas y media lo que habíamos experimentado a lo largo de una cena. Esa noche conocí a “la Jurado”. Desde entonces, para mi, una amiga que entró en mi corazón y que en diferentes ocasiones me demostraría su cariño hasta tal punto que dos años después repetiríamos la experiencia. Cada vez que iba por la radio preguntaba insistentemente por “mi Juan de la noche” y nos alejábamos de su “corte” para compartir algún secretillo, y me acariciaba las manos.

Comentarios

Entradas populares