Almudena Grandes y mis mas de 100 años de compromiso

Almudena Grandes fue durante varios años colaboradora de la Ser y columnista de El País. A mediados de la primera década de este siglo participaba semanalmente en una sección de La Ventana de Gemma Nierga en la que invitaba -recomendaba- acercarse a un libro, novela, ensayo o poesía, a la audiencia. Resaltaba cada semana el valor de un nuevo manuscrito ya fuera actual o de cualquier época de la literatura, principalmente española para acercar a la audiencia de la SER el norme fondo de catalogo de nuestra historia literaria. Una temporada, creo que era 2006, se embarcó en la inmensa tarea de proponer una lectura semanal, mientras pedía a los oyentes que le contaran que libro era el que mas le había gustado, entretenido o había despertado su admiración o rechazo.

Una tarde de primavera, cuando se acercaba la entrega del Premio Cervantes y como homenaje al autor de el Quijote pidió a la audiencia que dijeran por qué habían leído la obra de Cervantes o por qué se negaban hacerlo, incluso pidió que se atrevieran a dar el título de un libro que les había resultado imposible de leer o terminar. Había quien decía que si antes de la página 100 ese texto no le había enganchado lo dejaba. En su inmensa generosidad entendía que tal cosa podía suceder por infinidad de motivos de cada lector, la época, el momento, podía haber muchos, pero ella siempre animaba a volver a intentarlo, pero de forma un tanto condescendiente entendía que alguna obra pudiera ser algo pesada para según que momento.


Todas las semanas al terminar su colaboración en el programa surgía el momento para comentar con ella lo sucedido en el programa. Ese día que había invitado a la audiencia a desnudarse ante el libro “imposible” me retó a que le diera mi titulo y yo me negué. En sucesivas ocasiones antes de entrar al estudio o al salir abría la puerta del gabinete y me preguntaba si se lo iba a decir, finalmente le confesé que mi “pecado” era 100 años de soledad de Gabriel García Márquez. Primero se sorprendió pero inmediatamente, en su inmensa generosidad y bonhomía me serenó ante mi reacción diciendo que no le extrañaba, que me entendía a pesar de su sorpresa y me retó a volver a intentarlo.


Hoy, cuando ya no está entre nosotros y ha pasado a ser inmortal, esta galdosiana apasionada de su ciudad, solidaria, progresista y desfacedora de entuertos históricos me siento mas unido a ella y su recuerdo se hace mas vivo y me compromete con ella y su legado. Sus recomendaciones literarias, las columnas en el periódico o sus comentarios de los viernes en las mañanas de Hoy por hoy, hace ya unos años con su fuerza y frescura siempre fueron una guía. Y así seguirá siendo para todos los que la tratamos, leído y escuchado. Mi compromiso va mas allá de cien años, es eterno.

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