Nunca... (88) La Medianoche de Antonio José Alés


Antonio José Alés
Antonio José Alés había llegado a la radio apenas tres años antes de la mano de Tomás Martín Blanco. Era un apasionado de todo lo referente a los fenómenos paranormales, inexplicados, lo desconocido, OVNIS y aquello que tuviera que ver con lo “oculto”. A lo largo de esos años se preocupó de explicar –y de preguntarse con los oyentes- que había detrás de cada hecho, acontecimiento o fenómeno difícil o imposible de explicar con argumentos “habituales”. Revolucionó la antena de la noche con sus “Alertas OVNI”, principalmente las noches de Agosto cuando se producen las lluvias de meteoritos, estrellas fugaces conocidas como “Lágrimas de San Lorenzo”. Fueron famosas las alertas de Canarias y Doñana en las que llegaba a reunir a millones de oyentes mirando al cielo nocturno e invitando a que la gente saliera de sus casas y fuera al campo y a los montes para disfrutar del espectáculo del firmamento, hubiera o no fenómenos.

Pero también se encerraba en lugares con “leyenda negra, oculta o misteriosa” como el castillo de Riba de Santiuste en Guadalajara, o mandaba a su hermano a realizar grabaciones en el Palacio de Linares de Madrid para recoger sicofonías. Era habitual ver en el programa al profesor Atienza, al doctor Fernando Jiménez del Oso, el padre Germán Argumosa, Miguel Hernán, autor de uno de los best-sellers de la época, El Futuro está escrito, el Padre Pilón o, incluso, a Juan José Benítez, con el que tenia serias diferencias. Era un amante de la historia y de los detalles inexplicados de las tradiciones religiosas. Le imagino como hubiera disfrutado tratando a Iker Jiménez.


Una de las noches mas impresionantes que he vivido en la radio fue cuando invitó a una mujer de condición humilde que parecía ser “poseída” en ocasiones por el Padre Pío, y aquella noche, cuando apenas  llevaba diez minutos de entrevista se transformó, le cambió la voz y empezó a hablar en italiano; una experiencia que nunca olvidaré.

Pero Antonio José Alés tomaba distancia con los temas y se preguntaba por ellos queriendo, en muchas ocasiones, experimentar en primera persona las sensaciones que los invitados le transmitían. Los primeros años junto a su hermano estaba un jovencísimo Miguel Ángel Moncholi, miembro del gabinete de prácticas denominado aquella temporada Pandemonium que mas tarde dedicaría su vida profesional al mundo taurino, Andrés Madrid e Isabel Fraile formaban el equipo que preparaba el programa bajo sus indicaciones aunque en bastantes ocasiones, muchas mas de las deseadas, José Mª García invadía su tiempo de radio, en 5, 10 y hasta 20 minutos. Un par de noche, y sin pedir excusas, llegó a ocupar mas de 40 minutos de su programa, lo que produjo varios partes y discusiones en el despacho de Tomás Martín Blanco e incluso de Fontán, el director general.

Alés arrancaba el programa con la música de Kraftwerk y durante varios minutos comentaba la actualidad de los temas relacionados de su programa que la prensa o televisión habían recogido. Había noches que en un alarde de imaginación e improvisación podía realizar el programa comentando dichas informaciones. Admiraba su capacidad de improvisación. La coincidencia nocturna fue haciendo que surgiera entre nosotros una amistad que nos permitía hablar de todo tipo de experiencias y situaciones generándose una fuerte empatía entre ambos, y eso dio lugar a empezara trabajar juntos.


Antonio quería cubrir mas campos en la radio mas allá de su especialidad. A pesar de haber llegado al medio algo tarde para lo habitual se encontraba en él como pez en el agua, y propuso a la dirección de la Ser variar el contenido del programa para, sin abandonar el campo que le había aupado a ser una estrella de la radio, tocar otros campos. Tenía muy buena imagen entre las oyentes –principalmente- de mas de 40 años y le gustaba la música de todo tipo y condición por lo que me planteo colaborar en el nuevo programa que pasaría a emitirse de 2 a 3, tras su Medianoche. A mi me “quitaba” una hora de programa para formar parte de su Club de medianoche, en el que un día a la semana se realizaría en directo con actuaciones en un discoteca de Madrid, aunque la vocación del programa era ir a diferentes emisoras.

Así, el Lunes 4 de Mayo de 1981 bajo su dirección, y mi “colaboración especial” como le gustaba presentarme, arranco lo que Luqui llamó en el periódico “El Gran Musical para jóvenes carrozas”. El lugar elegido fue la sala en la que se habían dado a conocer los grupos de la “movida madrileña”, Alaska y Dinarama, Nacha Pop, Rubi y los Casinos, Objetivo Birmania, Aviador Dro, Los Secretos o Radio Futura; Rock-Ola se vestía de nostalgia la noche de los lunes con la Radio Topolino Orquesta, el grupo que había formado Manolo Gas, para el Club de medianoche, programa que además de actuaciones contaba con entrevistas en directo a famosos y conversaciones con los oyentes invitados al programa, todos entre 35 y 55 años.

En una entrevista que le realizó Joaquín se definía como alguien al que le gustaba la música suave y en español, y si eso era ser “carroza”, lo era. Su intención era recuperar canciones de siempre fueran o no populares pro que residian en la memoria de los oyentes. No se declaraba enemigo de la música moderna –todo lo contrario- pero que “estuvieran dentro de nuestro rollo”. Insistía en que en el programa no se trataba de ir de entendidos en música, si no de disfrutar de ella y de lo que evocaba.
La experiencia de las actuaciones se mantuvo entre abril y junio, pero se eliminaron a la vuelta del verano convirtiendo el estudio 5 de Radio Madrid en el auténtico lugar del Club a partir de Septiembre. Todos los personajes de actualidad, escritores, locutores, cantantes, músicos, actores, directores de cine, etc. pasaban a “tomarse” una copa por el Club de 1 a 2 de la madrugada y en el que habría lugar hasta para las carreras de scalextric.

Llegarán momentos para comentar el recorrido profesional de Antonio José Alés, los que le quitaron de la antena, arrinconándole en el departamento de publicidad, y los motivos que alegaron. Pero en este periplo personal y profesional sobre la radio que he conocido y vivido, Antonio José Alés se merecía este espacio y el reconocimiento de todos los que le tratamos, incluso de los que sin haber coincidido con él han dedicado su vida profesional a continuar y profundizar el camino que Alés inició en la radio, como Iker Jiménez que se inspiró en él para realizar su thriller literario Camposanto.

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